A pesar de las victorias recientes de la derecha en Sudamérica, el neoliberalismo es en realidad una ideología cada vez más trasnochada e ineficaz.
El fracaso del Gobierno de Mauricio Macri en Argentina, por ejemplo, es un excelente botón de muestra.
Mauricio Macri ganó estrechamente las elecciones presidenciales de 2015, por apenas 3 % de la votación. Su principal oferta de campaña era fortalecer la economía a partir de la aplicación de la vieja receta neoliberal, incluyendo la eliminación de impuestos, controles y subsidios, así como una total “apertura” hacia los mercados internacionales y financieros.
Macri llenó su gabinete con exdirectivos de empresas transnacionales, muchos con estudios de posgrado en el extranjero, y estableció un Gobierno elitista y tecnocrático al estilo de Carlos Salinas de Gortari en 1988 o de Vicente Fox en 2000 en México.
El resultado ha sido desastroso.
Desde que Macri llegó al poder, en 2015, la tasa de inflación ha pasado de cero a más de 40 %.
Durante el mismo periodo, el peso argentino se ha devaluado en 400 %, pasando de 10 a casi 40 pesos por dólar estadounidense.
Macri también ha aumentado estratosféricamente la deuda pública, 50 % desde el inicio de su mandato, algo supuestamente en contra de los principios de austeridad de los gobiernos neoliberales.
Hoy, cada vez más argentinos deben comer de la basura para sobrevivir y muchos se quedan sin luz y agua por los altos precios de los servicios públicos.
Pero en lugar de corregir el rumbo, en respuesta a esta crisis económica el Banco Central de Argentina ha seguido la misma ortodoxia neoliberal, aumentado las tasas de interés arriba de 60 %, lo cual ha sofocado aún más a la economía.
Macri también ha recurrido al Fondo Monetario Internacional para un préstamo de emergencia de unos 56 mil millones de dólares.
Ello implica un imperdonable sacrificio de soberanía económica para muchos argentinos. Todavía están muy presentes los recuerdos de como el FMI participó en el colapso de la economía argentina al principio del siglo XXI.
Los neoliberales no aprenden. Se repite la historia de los años 90, cuando estas mismas políticas generaron miseria y desigualdad a lo largo y ancho de América Latina.
Pero la buena noticia es que en esta ocasión la época neoliberal durará mucho menos. Los latinoamericanos ya sabemos a dónde va el cuento de las “reformas estructurales” y no nos dejamos engañar tan fácilmente.
La popularidad de Macri se ha colapsado, por ejemplo. Hoy se encuentra en apenas 25 %.
El neoliberalismo ya no funciona ni convence como antes, y los anhelos democráticos de los latinoamericanos son más fuertes que nunca.
Los conservadores tendrán que reinventarse o, simplemente, acostumbrarse a ser oposición, ya que los pueblos del mundo se han despertado.