Las relaciones de EE.UU. con México: ¿colaboración o intervención?
México ha resistido una vez más los embates de Donald Trump. Primero fueron los aranceles por el asunto migratorio; después, la amenaza de definir los grupos criminales mexicanos como "terroristas" y, ahora, el amago de enviar auditores laborales a las fábricas mexicanas.
En los tres casos, México ha defendido su soberanía y obligado al presidente estadounidense a dar marcha atrás. México, finalmente, está haciendo valer su posición de fuerza en el concierto de las naciones.
Con casi 130 millones de habitantes, México es el 11º país más poblado del mundo. Y con una economía valorada en más de un billón de dólares, Somos la 15ª economía más grande del planeta.
Además, 36 millones de mexicanos viven y trabajan en EE.UU. y el comercio entre los dos países es uno de los más robustos del mundo. Cada año, EE.UU. importa 327.000 millones de dólares en bienes y servicios de México, incluyendo tractores, computadoras, petroleo, coches, aguacates, lavadoras y mangos. Y México importa unos 200.000 millones de productos de EE.UU. en una amplia variedad de sectores económicos.
México tiene todo para exigir respeto y un trato de iguales en las relaciones internacionales, pero antes los gobernantes mexicanos funcionaron como abyectos sirvientes del imperio. Carentes de legitimidad nacional, repudiados por su pueblo a raíz de constantes fraudes electorales y políticas públicas neoliberales, los presidentes mexicanos tenían que buscar fuera el respaldo que no tenían dentro de su propio país. Vicente Fox incluyó a México dentro del Comando Norte de EE.UU. en 2002.
Felipe Calderón firmó la Iniciativa Mérida en 2008, abriendo de par en par la puerta a la intervención militar de EE.UU. en los asuntos de seguridad nacional. Enrique Peña Nieto autorizó que agentes extranjeros portaran armas en el territorio nacional: permitió a la DEA conducir directamente operativos antinarco en México y puso a su canciller, Luis Videgaray, al servicio de las aventuras imperialistas de Washington en la región.
Pero con el nuevo Gobierno mexicano las cosas han cambiado. Andrés Manuel López Obrador cuenta con su propia legitimidad en las urnas y un claro respaldo de su pueblo.
Las encuestas más recientes dicen que entre 68 % y 72 % de la población aprueba su gestión.
López Obrador es, además, alguien que siempre ha defendido la soberanía nacional frente a las amenazas externas y difícilmente se dejaría presionar por los chantajes de Washington.
Por ejemplo, Porfirio Muñoz Ledo ha dicho que, con su nueva política migratoria, López Obrador ha aceptado extender el muro de Trump hacia la frontera con Guatemala. Algunos afirman que, en el caso de los LeBarón, López Obrador fue débil frente a los chantajes de Washington al permitir la entrada de agentes de la DEA, y que, además, lo 'chamaquearon' en las negociaciones del nuevo tratado de libre de comercio con el nombramiento de nuevos "agregados laborales".
¿Qué opinas tú? ¿Es deseable la colaboración entre México y EE.UU. en las materias migratoria, de seguridad y laboral? ¿Cuándo exactamente se pasa la raya entre la colaboración y la intervención? ¿Crees que López Obrador ha encontrado el equilibrio correcto o, más bien, haría falta corregir su política hacia Washington?
@JohnMAckerman
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