Francisco pateó el tablero con “Laudato Si”
La encíclica del Papa Francisco sobre el cambio climático, llamada “Laudato Si”, viene a reposicionar debates globales que ya se expresaban en la exhortación apostólica “Evangelii Gaudium”, presentada por el pontífice argentino a fines de 2013. Es que, si bien tiene un enfoque centrado mayormente en la necesaria preservación medioambiental frente al cambio climático, bajo la idea de cuidar la casa común, “Laudato Si” también es un posicionamiento contundente sobre la situación económica -y política- a escala mundial.
Veamos: en primer lugar Francisco anuncia que “hay un consenso científico sólido” en relación a que el calentamiento global es un fenómeno incuestionable. Luego afirma que "muchos de aquellos que tienen más recursos y poder económico y político parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas, tratando sólo de reducir algunos impactos negativos del cambio climático". Además, para Bergoglio, los países ricos tienen una “deuda ecológica” con los países pobres, en una relación “estructuralmente perversa” entre ambos. Por último, el Papa critica la idea del “concepto mágico del mercado” que propone que sólo a través del crecimiento económico se puede resolver el hambre y la pobreza -en una crítica a la supuesta “teoría del derrame” que ya había expresado en “Evangelii Gaudium”-.
La reacción de la derecha católica norteamericana al nuevo texto no tardó en llegar. Así, el precandidato republicano Jeb Bush -hermano de George W.- sentenció que “mis obispos, cardenales o mi Papa no me dictan la política económica”, durante una recorrida en New Hampshire, donde hacía campaña. También se refirió al tema el columnista de Fox News, Greg Gutfeld, quien llegó a afirmar que Francisco es “la persona más peligrosa del planeta” por indicar que el cambio climático es un problema real.
Sobre este tema, el periodista Marc Bassets escribió en relación al “mix” papal que, de acuerdo a su perspectiva, preocupaba a conservadores de todo el planeta: un cóctel ideológico de peronismo -afincado en la idea de justicia social y la lucha contra la desigualdad- con un adicional de la célebre teología de la liberación. El último punto es debatible, pero el apunte de Bassets tiene algún asidero: si bien Francisco proviene de otra tradición -la doctrina social de la iglesia- su idea de una “iglesia pobre para los pobres” provocó una rápida adhesión a su papado de personalidades influyentes en la teología de la liberación, como Leonardo Boff.
Ahora bien, más allá de las objeciones puntuales que remarcábamos con anterioridad -y que tienen que ver con una puja de intereses específica, y una orientación conservadora de parte de esos personajes-, la encíclica fue recibida de forma positiva por líderes de todo el mundo, entre ellos el propio presidente norteamericano, Barack Obama. El insumo de Francisco es importante por una cuestión adicional: en diciembre próximo, París será sede de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, donde estos temas se debatirán para definir acciones específicas. Será, entonces, una instancia internacional el escenario concreto para estas discusiones, tal como el pontífice argentino pide a lo largo del texto.
¿Los países más poderosos del planeta tomarán nota de las recomendaciones y sugerencias de Francisco resumidas en “Laudato Si”, o apuntarán a brindar discursos “edulcorados” saludando la encíclica pero no llevando a la práctica el plan de acción a corto, mediano, y largo plazo que exige la coyuntura? Sólo los meses que vienen pueden ayudar a resolver ese dilema, hasta que se concrete la importante reunión que tendrá lugar en Francia. Mientras tanto, “Laudato Si” sirve para patear el tablero en el ámbito: a fin de cuentas, el debate de ideas es siempre el primer momento de cualquier transformación.
Por Juan Manuel Karg
Politólogo UBA / Analista Internacional
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