1) Alexis Tsipras volvió al terreno donde mejor sabe moverse: las urnas. Con la elección del domingo, triunfó en tres elecciones consecutivas en el mismo año y se ratificó como el político mejor valorado del país. Podrá decir, a diferencia de Papandreu y Samarás, que es el primer primer ministro griego que sobrevive a la firma de un rescate gracias al voto favorable de su población... con todo lo que ello implica. Este es uno de los datos principales que deja la elección.
2) ¿Qué puede significar el apoyo popular a Tsipras? La reivindicación de su intento por encontrar un camino que no sea el de la mal llamada austeridad y la revalidación de su firme lucha contra la troika —Banco Central Europeo, Comisión Europea y FMI—, aun a pesar de la encerrona que Merkel le preparó meses atrás, que se consumó en una verdadera imposición al país heleno. Con este apoyo, el líder griego logra el oxígeno necesario para continuar con su gobierno, que contó durante estos meses con una virtud cardinal: puso siempre la política por delante, incluso hasta jugarse el pellejo. Sin lugar a dudas, sale fortalecido para volcarse nuevamente de lleno en la cotidianeidad gubernamental.
3) Tras Nueva Democracia, la derecha griega, la gran derrotada en la reciente elección fue Unidad Popular. La escisión “por la izquierda” de Syriza, liderada por Lafazanis, ni siquiera pudo ingresar al Parlamento griego y se mostró como una expresión verdaderamente minoritaria en la disputa de fondo. Si uno de los objetivos de Tsipras era clarificar su liderazgo dentro del partido y ordenar sus propias filas, lo logró.
4) La abstención en la elección fue verdaderamente alta, el 45% del padrón electoral. Indudablemente, si hubo algún tipo de desencanto respecto a la extorsión de la UE se manifestó en este porcentaje y no en los votos cosechados por Tsipras, cuyo partido sólo perdió cuatro escaños —de 149 a 145— y mantuvo un considerable caudal electoral, con un 35,45% de los votos emitidos. Uno de los desafíos de Tsipras en los años venideros será aumentar la participación electoral, aunque el hecho de celebrar tres elecciones en nueves meses también pudo haber jugado un rol destacado.
5) ¿Cuáles serán los principales desafíos para Syriza de acá en adelante? En primer lugar, reordenar las propias filas tras la ruptura de Unidad Popular, a pesar de que este grupo se mostró minoritario en las urnas, algo que no sólo daño a Lafazanis, sino también a Zoi Konstantopoulo y Costas Lapavitsas. En segundo término, encontrar el equilibrio para gobernar de cara a las mayorías populares con los duros términos de la imposición de la UE sobre Atenas en el horizonte. Por último, evitar un aislamiento de Syriza en Europa, como buscan los gobiernos conservadores. En ese sentido, el reciente triunfo de Corbyn en las internas del Partido Laborista, así como la puja que está dando Pablo Iglesias (Podemos) en España, son buenas señales para intentar dirigir a Europa hacia un destino diferente al que ofrecen las diversas variables conservadoras.
6) Con este triunfo, Alexis Tsipras tendrá más legitimidad para avanzar en la reestructuración de la deuda griega. Este es uno de los puntos principales que debe resolver, ya que incluso el propio FMI destacó que resulta necesario para avanzar en una resolución de la crisis. Tras arreglar el tema interno con un apoyo electoral incontestable, el primer ministro heleno podrá seguir pujando en ese sentido y en otro adicional: Grecia sólo podrá hacer frente a la deuda que le fue impuesta tras los sucesivos rescates si su economía crece. Esto no se alcanza únicamente con voluntarismo, tal como se verificó con el “acuerdo”/imposición. Tsipras ha ensanchado sus espaldas para continuar una lucha que, aunque despareja, merece seguir dándose.