El impeachment todavía puede ser desactivado en Brasil
La impactante concentración en los Arcos de Lapa de Río de Janeiro abrió una semana decisiva para Brasil, el gigante sudamericano. Fue apenas horas después de que la comisión aprobara el impeachment, con una particularidad evidente: de los 38 diputados que plantearon la necesidad de salir de Dilma, 35 están siendo investigados por corrupción. La lectura es inequívoca: buscan cerrar Lava Jato con la eyección de la presidenta de Planalto, intentando que luego sus causas también caigan.
Lula Da Silva, viejo conocedor de los tiempos de la política, tanto en las instituciones como en las calles, declaró con serenidad que "38-27 no dice nada. Lo importante es el domingo en el plenario". Aquella frase sintetiza que los esfuerzos del PT están hoy concentrados en lograr los 171 votos que frenarían el intento de destitución. El propio Lula ha capitaneado estas negociaciones, logrando influenciar a un bloque de pequeños partidos que podría hacer la diferencia este domingo. Si bien el PT no se ocupó de intentar revertir la votación en la comisión, centrando sus esfuerzos en el plenario, la votación resultó más ajustada de lo previsto para las fuerzas pro-impeachment, que esperaban un resultado aún mayor.
Por otra parte, como en otros tantos casos de la historia política de nuestra región, el hostigamiento mediático-judicial al ex presidente Lula está logrando el efecto contrario al deseado por los sectores conservadores: según Datafolha, encuestadora ligada al opositor Folha de Sao Paulo, el ex presidente ya encabeza las encuestas de cara al 2018, creciendo especialmente desde marzo para acá, cuando se acrecentó el acoso en su contra. Aécio Neves, en cambio, retrocede 10% en esas últimas mediciones, que registran un ligero crecimiento del ultraderechista Bolsonaro.
El combo de novedades se completa con una trama adicional: un audio filtrado por los medios de comunicación donde el vicepresidente Temer ensaya su discurso de posesión, algo que ha provocado un rápido escándalo. El dirigente del PMDB dice allí algo típico de las derechas regionales: “sin sacrificios no lograremos avanzar para retomar el crecimiento”. Esta frase se contrapone con la política económica que busca impulsar el ex presidente Lula, quien ha reiterado que se suma al gobierno de Dilma para retomar la senda de crecimiento y poner punto final al enfoque ortodoxo que había encabezado Joaquim Levy en 2015.
Desde acá al domingo, Brasil será el epicentro de las novedades políticas en el continente. Son días que, sin lugar a dudas, definirán los rumbos de la política regional. Un triunfo del PT en el plenario significaría un fuerte respaldo no sólo a la presidenta, sino también al propio Lula, timonel de las negociaciones que a esta hora tienen lugar, y candidato. Una victoria de las fuerzas pro impeachment, en cambio, llevarían al Senado la votación final. El domingo se podrá visualizar con nitidez el futuro político de unos de los procesos posneoliberales más influyentes en la región.
Por Juan Manuel Karg
Politólogo UBA / Analista Internacional
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