¿Es Álvaro García Linera el intelectual más lúcido de la región? Posiblemente sí. El viernes pasado estuvo en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, participando del lanzamiento de la Fundación Germán Abdala (ATE-UTE) junto al sociólogo Emir Sader y el filósofo Eduardo Rinesi. Linera evitó hablar de "fin de ciclo", pero dijo que probablemente la oleada de gobiernos posneoliberales esté en un momento de descenso relativo, para pasar a otra etapa que abra nuevas oleadas a futuro. "Luchar, caer, levantarse, caerse, levantarse: ese es nuestro destino" fue su fórmula para definir la etapa.
Recuperó, para ello, las luchas contra el neoliberalismo de las décadas de los 80 y 90. Anunció que en la economía se juega gran parte del destino de los procesos posneoliberales que aún siguen en curso ("es como si le hubiéramos dado poca importancia al tema económico" advirtió en un pasaje sobre el tema, posiblemente pensando en otros casos y no en Bolivia en particular). Y repitió en reiteradas ocasiones que hay que aprender de los errores de los últimos doce años, entre ellos los privilegios, alguna falta de contacto con la realidad por la gestión cotidiana y casos de corrupción que debe ser combatidos de raíz. En ese punto pidió que "como autoridades nunca abandonemos la humildad, la sencillez, la transparencia".
"Soy un convencido que América Latina sólo va a poder convertirse en dueña de su destino en el Siglo XXI si logra constituirse en una especie de Estado continental Plurinacional" fue una de sus sentencias acercándose al cierre, al enumerar que una de las deudas de la integración continental -salvaguardo la esfera política que, según su parecer, evitó la desestabilización en Bolivia en el año 2008- tiene que ver con la falta de integración económica.
A su lado, Eduardo Rinesi -recuperado en varios tramos por Linera- anotaba puntillosamente. Emir Sader contemplaba el feedback entre el orador principal y su público -en un ida y vuelta que terminó con fotos y abrazos, a lo rockstar-. El decano Glenn Postolski y la vicedecana Patria Funes miraban atentos desde un costado. Cientos escuchaban, adentro del Auditorio, y afuera, con pantallas gigantes, en una Facultad absolutamente desbordada. La visita de García Linera a la UBA fue un nuevo bálsamo de ideas para avanzar en un momento donde intentamos evitar retroceder, frente a la restauración conservadora en curso en toda la región -que impactó con fuerza en Argentina y Brasil en los últimos meses-. "Los revolucionarios nos alimentamos de los tiempos difíciles, venimos desde abajo. Y si ahora temporalmente tenemos que replegarnos, bienvenido. Para eso somos revolucionarios" disparó sobre el cierre, sin levantar el tono de voz más de lo necesario.
A los allí presentes, García Linera nos cambió el ánimo con un mensaje crítico pero a la vez optimista. Con realidad, pero sin el escepticismo que suele marcar a algunos pensadores desvinculados de la capacidad de transformación que otorga la política. No es poco para el momento actual del continente contar con un intelectual orgánico con esa lucidez.