Ante la convención nacional del Partido de los Trabajadores de Brasil, el pasado fin de semana, se oficializó la candidatura presidencial de Dilma Rousseff para un nuevo período de gobierno. Antes se había lanzado Aecio Neves, candidato del PSDB –Partido Socialdemócrata de Brasil-, quien se encuentra en segundo lugar en las encuestas. ¿Cuáles serán los principales ejes de campaña del PT? ¿Qué medidas piensa impulsar de cara a la elección presidencial de octubre próximo?
Las últimas semanas fueron agitadas en Brasil: al comienzo –y desarrollo- del mundial de fútbol, se sumó el lanzamiento de las campañas presidenciales de los principales candidatos a acceder al Palacio del Planalto. De los tres candidatos que mayores adhesiones tendrán en octubre próximo -de acuerdo a los sondeos conocidos-, fue la propia presidenta, Dilma Rousseff, quien se lanzó última, oficializando su candidatura este fin de semana durante la Convención Nacional del PT. Dilma, quien estuvo en el acto acompañada por el expresidente Lula da Silva, presentó el eslogan “más cambios, más futuro”, intentando mostrar una renovación en su imagen y la del propio partido de gobierno. A su vez, el spot presentado –'Dilma, corazón valiente'-, da cuenta de la trayectoria personal de la propia presidenta de Brasil, con imágenes de archivo de su lucha contra la dictadura en ese país.
A contramano de ciertas editoriales que algunos de los grandes medios masivos internacionales hicieron al comienzo de la Copa del Mundo, la diferencia de intención de voto entre Rousseff y Neves ya sería de una amplitud considerable: 39% a 21%, según la encuesta conocida la semana pasada -realizada al calor del mundial por Ibope para la CNI, Confederación Nacional de la Industria-. ¿Alcanzaría para un triunfo en primera vuelta? No, aunque las proyecciones para un eventual balotaje también favorecen a la actual mandataria, con un 43% contra 30% según el mismo sondeo. Muy lejos se encuentra Eduardo Campos, del Partido Socialista, quien a pesar de haber intentado presentarse como una ´alternativa con ciertas continuidades´ del proyecto en curso, tuvo una merma importante en proyección en los últimos meses –cuando había sido presentado, con bombos y platillos por diversos medios, como quién podría disputar la elección-.
En su discurso de proclamación, Dilma dio puntillosa cuenta de “lo hecho”: así dijo que “implementamos, en los últimos once años, el más amplio y vigoroso proceso de cambio en la historia del país”, afirmando que 36 millones de brasileros salieron de la miseria, y unos 42 millones pasaron a ser parte de la clase media del país. “Yo fui electa para gobernar de pie y con la cabeza erguida”, sentenció Rousseff luego de enumerar las políticas de los gobiernos que antecedieron a la experiencia del PT en Brasil, quienes, de acuerdo a la presidenta, resolvían las crisis “aumentando el desempleo, disminuyendo el crecimiento y vendiendo el patrimonio público”.
¿Cuáles son los “cambios” que pretende Rousseff, de acuerdo al mismo discurso? Sobre la base de mantener los “pilares” del modelo –“la solidez económica y la amplitud de las políticas sociales”, de acuerdo a sus palabras- Dilma propuso una mejoría en la infraestructura y los servicios públicos, en la calidad del empleo, en el desenvolvimiento tecnológico, y en el aumento de la productividad de la economía. Como se ve, un discurso que se ha centrado en algunas de las preocupaciones principales que dieron lugar a movilizaciones en los últimos dos años. Avanzar en estas cuestiones sería efectivamente una profundización del proceso de cambio iniciado en 2002 en ese país, a partir del inicio de la presidencia de Lula da Silva.
Dos ejes más podrán ser importantes en la próxima campaña del PT: un proyecto de ley de comunicación –tal como adelantó hace un mes atrás Lula, en un encuentro con blogueros-, y un posible intento de reforma política, exigida por diversos sectores de la sociedad política del “gigante latinoamericano”, y considerada con buenos ojos en buena parte de la dirigencia oficialista. Como se ve, y más allá de los informes que algunos de los grandes medios masivos nos brindan sobre un supuesto “descontento generalizado” contra el gobierno del PT, hasta el momento la posible reelección de Dilma avanza con más luces que sombras.
Un dato más, significativo, para cerrar el panorama presentado: dos días después de finalizado el mundial, el 15 de julio próximo, la presidenta de Brasil será anfitriona de la Cumbre de presidentes del BRICS –Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica- en Fortaleza. Allí buscará no sólo presentar sus logros “internos”, sino que intentará mostrar el nuevo papel de Brasil a escala internacional. Los debates de la reunión no serán menores en el contexto global que vivimos: la búsqueda de una “nueva arquitectura financiera internacional”, a través de la creación de un banco de desarrollo propio, será un dato importante del encuentro. Dilma, a su vez, aprovechará la “localía” para mostrar a millones de brasileros el nuevo papel geopolítico internacional que está cumpliendo su país, algo que también puede ser valorado de cara a las elecciones de octubre.