La decisión de Vladímir Putin de detener la realización del proyecto South Stream, evidencia la creación del nuevo eje de poderosa resistencia contra Occidente –Rusia, China y Turquía–, que empezará a rendir resultados positivos en el futuro próximo.
Europa con sus propias manos ha renunciado a la cooperación con Rusia en favor de caprichos contenciosos de EE.UU. que le van a costar caro.
En una conferencia de prensa en Turquía, llevada a cabo el 1 de diciembre, Vladímir Putin dijo que Rusia se niega a ejecutar el proyecto que debería haber unido Rusia y la Unión Europea bajo el Mar Negro, sin pasar por los países de tránsito. En cambio, Moscú aumenta el suministro de gas natural a Turquía. Además, Gazprom ya ha firmado un acuerdo con sus homólogos turcos para la construcción de la tubería de gas en alta mar, que también se llevará a cabo bajo el Mar Negro, pero en las costas de Turquía.
Este acuerdo marca una nueva etapa en las relaciones entre Rusia y Turquía. Ankara se convierte en el socio principal de Moscú en la dirección del sur.
Rusia dictará su propio reglamento a Occidente
Sin lugar a dudas, Rusia se aleja de Europa y encara hacia el Este. Esta es la continuación directa de una nueva estrategia de transferencia de tránsito de petróleo y gas hacia China y ahora Turquía.
Occidente no quiere aceptar a Rusia como un socio con derechos iguales, con su propio punto de vista. Por eso el país, con tales poderes, recursos y capacidades, tiene el derecho a establecer relaciones sobre la base de reglas convenientes para Rusia y dictar las condiciones a Occidente en áreas ventajosas.
Turquía es un importante mercado para los recursos rusos, y el segundo consumidor de gas después de Alemania. Ambos países, además de recursos disponen de un amplio margen para la cooperación, incluso en el ámbito de la exploración espacial y la energía nuclear.
Muchos expertos destacan si continúa desarrollándose la cooperación entre Rusia y Turquía, los países tienen todas las posibilidades para establecer una zona de libre comercio entre ambos.
Mientras que Europa pierde mucho siguiendo los términos de EE.UU. Pese a sus promesas de abastecer con gas a Europa hasta 2020, lo podrá hacer en cantidades miserables que sólo serán una gota en el océano para los consumidores europeos.
Según destacan expertos, es imposible reemplazar el gas ruso y Rusia seguirá desempeñando un papel muy importante en el mercado europeo del gas.