Esperpento 'Marca España' I: El caso de Diana Quer
España es la indómita tierra donde el esperpento sobrevive como un endemismo, un paraíso para una especie –emparentada con la mamarrachada– que se encuentra en peligro de extinción en Europa. ¿No lo creen así? Atiendan a lo siguiente.
Manuel Sánchez Corbí, coronel de la Guardia Civil y jefe de la UCO, convocó una inusual rueda de prensa el pasado 2 de enero con motivo de la detención del presunto asesino (un fulano apodado 'El Chicle') de Diana Quer, la cual llevaba desaparecida desde agosto de 2016. Pudiera haber sido que el coronel Corbí hubiera organizado la convocatoria para informar de diversos detalles de la detención y, sobre todo, para disculparse por haber apresado al sospechoso después de un nuevo intento de secuestro y no como resultado de sus pesquisas. Pero habida cuenta de lo que largó por esa boquita de piñón con la que el Señor le ha bendecido, no sería extraño que lo que le hubiera arrojado a las luces y los focos hubiera sido el irrefrenable impulso de exhibir su uniforme henchido de medallas –al estilo norcoreano– y, por qué no, el enorme placer que debe sentir un hombre de su ralea protagonizando tan grandiosa befa. Porque esa rueda de prensa, más allá del guión, la composición, la representación y el escenario, fue una tan vulgar como bestial tomadura de pelo.
Porque, tal como he deslizado, si algo correspondía era disculparse ante los ciudadanos por no haber capturado al mencionado perengano antes de que este intentase cometer supuestamente otra fechoría. Porque lo cierto es que 'El Chicle' fue capturado después de intentar retener contra su voluntad a otra chica y solo la aparición fortuita de dos jóvenes y el arrojo de estos impidió, muy probablemente, que la zagala hubiera terminado en el mismo pozo en el que yacía Diana Quer, lastrada con ladrillos de obra. Hablando en plata, podía haber convocado a los medios para decir que no lo hicieron lo suficientemente bien y que solo el azar impidió que su impericia le costara la vida a otra muchacha. Pero no, lo que nos tenía reservado el coronel Corbí era una bronca monumental a los medios de comunicación por su falta de ética: "Yo pondría sobre la mesa un debate del que hasta se podría escribir una tesis doctoral para el periodista que quisiera doctorarse: el tratamiento de los medios en el caso de Diana Quer".
Condenado por torturas a un detenido
Pero, ¿quién, tan honesto y valiente caballero de la Corte del Sexto Felipe, convoca a los medios para defender la ética periodística? Pues nada más y nada menos que 'Sir' Corbí, hogaño brillantísimo coronel de la Benemérita, hijo y nieto de guardia civiles, jefe de una de las unidades más importantes como es la UCO y antaño un torturador. Uy, perdónenme por no trabajar la bisutería: repugnante torturador al que la ética agitada en sus labios no tintinea mucho mejor que en la boca del detenido por el caso de Diana Quer; con el que, obviamente, guarda un presunto parecido más que razonable, por aquello de gustar de retener, desnudar y apalear ciudadanos. Y ello si las versiones que circulan por los medios son ciertas, porque de lo contrario, de haber sucedido lo que el detenido afirma que aconteció, "esto es un accidente", puede que hasta esté siendo grosero con el mismo al compararle con el jefe de la UCO. Esa es la catadura moral en nuestro país.
Veamos, para salir de dudas, lo que nos contaba el diario El País en 1997, distinguido siempre por enmelar en lo posible semejantes eventos: "se dirigieron [Corbí junto a José María de las Cuevas Carretero y Antonio Lozano García] hasta un lugar no identificado de monte descampado, donde sacaron del coche a Kepa Urra y los tres agentes le desnudaron, le golpearon con un objeto no identificado y le arrastraron por el suelo". Este es nuestro gran héroe, el mismo que camina casi corvo por el peso de las condecoraciones, quien llevó, junto a dos compañeros, a un detenido a un descampado donde le molieron a palos.
Y, ¡sorpresa!, en la instrucción no solo aparece su nombre, sino que también se encuentra un tal Diego Pérez de los Cobos (finalmente exonerado). Diego, también coronel, como no podía ser de otra forma, terminó dirigiendo el operativo de la Guardia Civil que resolvió a porrazos el Referéndum del 1-0 en Catalunya para culminar la 'obra' que comenzó su hermano (Francisco, presidente del Tribunal Constitucional que tumbó el 'Estatut').
Pero Manuel Sánchez Corbí no solo es un gran torturador y un ominoso 'showman', sino que también ejerce como funesto historiador. Porque nuestra España da para eso y para mucho más, qué desgracia. Sin ir más lejos, acaba de editarse un libro suyo –no es el primero– sobre la lucha contra ETA, el cual está escrito junto a Lorenzo Silva, premio Planeta que se presta a estas lidias y a las que le reclamen a cambio de jugosas contraprestaciones, y Gonzalo Araluce, que como los dos anteriores es hijo de la Benemérita. Ensayo que ha sido presentado por personalidades tan 'prestigiosas' como Victoria Prego, sin que, claro está, nadie haya reparado (¡oh, pobres incautos!) en el profundo saber de nuestro respetado Corbí en el arte de martirizar (y eso que hasta la ONU amonestó en 2005 a España por sus correrías).
El silencio de los medios
Como no podía ser de otra forma, semejante individuo ha sido del delicado paladar de gran cantidad de medios de comunicación, los más importantes sin duda. Medios en los que poco o nada le han preguntado por sus debilidades en lo de desnudar, desollar y apalear.
Parafraseando a Don Manuel: "Yo pondría sobre la mesa un debate del que hasta se podría escribir una tesis doctoral para el guardia civil que quisiera ser coronel: la colaboración de la sociedad española en la promoción del torturador Corbí".
Ciertamente, a pesar de la indudable riqueza y diversidad de especies cuya existencia resulta un tanto grotesca en Europa, no es el viejo continente un paisaje en el que uno pueda encontrarse con semejante espécimen. No al menos en tan altas cotas. Y es que el esperpento, especie amenazada de extinción en tierras más septentrionales, ha encontrado el entorno ideal en la Península Ibérica: la 'Marca España'.
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