Las pistolas de Trump apuntan hacia Irán
Donald Trump comunicó en Twitter las nuevas sanciones contra Irán haciendo referencia a 'Juego de Tronos', como si estuviera troleando a unos amigos o todo esto se tratara de una broma universitaria. Pero el troleo de Trump consiste en unas durísimas sanciones que pretenden someter Irán o colapsarlo para siempre, aunque ello descabalgue de nuevo a los cuatro jinetes del Apocalipsis. Un brutal cabalgar imperialista que arrasará, nuevamente, una región sobre la que hace mucho que nadie contempla florecer la estabilidad.
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 2 de noviembre de 2018
Era cuestión de tiempo, por otra parte, que una vez estabilizada clínicamente la metástasis de Oriente Próximo con la cercana victoria de Siria, aunque fuera de forma veleidosa, un nuevo enemigo fuera señalado por la insaciable industria bélica norteamericana, sobre cuya caravana de empresarios no se pone el sol.
Porque tras la caída de Afganistán e Irak y la guerra de Siria, que han causado tantos millones de muertos, heridos, desplazados y hambrientos como beneficios económicos y geopolíticos a los norteamericanos, solo quedaba Irán. Por lo que debilitar, someter e incluso batallar con los iraníes sería la culminación de un plan que, más allá de devastar Oriente Próximo, convertiría a Estados Unidos y sus aliados (Turquía, Arabia Saudí e Israel) en los grandes dominadores de la región. Un territorio en el que, en caso de caída iraní, solo la maltrecha Siria subsistiría libre del lazo norteamericano.
Retórica bélica: amigo o enemigo
Las sanciones son de una dureza extrema por cuanto buscan la asfixia total del régimen iraní: exclusión del comercio internacional y el sistema bancario mundial (el Banco Central y cincuenta entidades bancarias con sus filiales), limitación de las exportaciones e importaciones de gas y petróleo, así como a los astilleros, la aerolínea representativa iraní y el transporte. Dureza endulzada, como suele ser habitual cuando de Occidente se trata, con gestos de humanidad tan fútiles como exonerar de las sanciones los alimentos, medicamentos, dispositivos médicos y productos agrícolas. Sobre todo, porque nadie puede explicar con algo de sensatez cómo van a conseguir los iraníes acceder a estos elementos claves para su subsistencia si la asfixia económicamente será casi total.
Porque el ahorcamiento completo de Irán quedará, no obstante, en suspenso durante seis meses para comprobar si la soga a medio apretar sobre el cuello persa somete su voluntad, pues países tan importantes como China, India, Turquía, Italia, Grecia, Japón, Taiwán y Corea del Sur podrán seguir comerciando con los iraníes durante el mencionado periodo de tiempo, momento en el que el bloqueo económico será total y la soga, ya sí, pretenderá el óbito.
Geopolítica o terrorismo
Las sanciones son consecuencia directa, según Estados Unidos, de la persistencia iraní en la proliferación de armas nucleares y en la no menos obcecación de convertirse en "el mayor Estado patrocinador del terrorismo [del mundo]". Sin embargo, el asunto no parece tan claro cuando los tradicionales países europeos se revuelven incómodos en sus confortables butacas en las que, desde hace tiempo, contemplan el padecer más allá de su cercado como si de una película del oeste se tratara.
Tal es la discrepancia que, por primera vez en décadas, los líderes más representativos de Europa alzaron la voz en los últimos meses y protestaron contra lo que consideran un nuevo abuso norteamericano. Un abuso que, como los producidos durante las últimas décadas, tendrá consecuencias directas y severas sobre el anciano continente: migraciones, repunte de la extrema derecha, debilitamiento de su economía, deterioro de su credibilidad e identidad, etc. Por todo ello, por la enorme importancia que lo ocurrido en Asia y África tiene para los europeos, llegaron incluso a deslizar que había sido un error dejar en manos norteamericanas la política exterior durante décadas. O lo que es lo mismo: reconocieron que Europa es un protectorado norteamericano y plantearon la necesidad de conseguir una independencia real del Tío Sam. Especialmente, mientras este siga bajo los influjos del histrionismo presidencial.
Esta pequeña sublevación no ha pasado desapercibida para los norteamericanos, pero lejos de avenirse a la razón y al diálogo, han optado también por los azotes sobre los serviles europeos. De hecho, las amenazas han sido tan directas como severas y públicas, casi humillantes por lo que de demolición de la soberanía conllevan.
El secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, aseveró señalando directamente a Europa que las sanciones se aplicarán también "a los que realicen transacciones que sean objeto de las sanciones establecidas por el Tesoro" y, por si la advertencia no hubiera sido percibida nítidamente, añadió que cualquier quebranto de las sanciones recibiría una penalización seria: "Les prometo que hacer negocios en secreto con Irán será más dañino que no tener relaciones".
Un nuevo acierto geopolítico, un nuevo error planetario
Esta nueva agresión al derecho internacional constituye un nuevo acierto geopolítico norteamericano que, como ya hemos deslizado, pretende la conquista mundial mediante la guerra, el hambre o la muerte. O todo junto. Pero este perverso movimiento, como ya es tradición, también constituye un nuevo error planetario.
Irán, sería arduo obviarlo, constituye uno de los regímenes con mayores vulneraciones de los derechos humanos. Algunas de ellas absolutamente desalmadas, anacrónicas y macabras. Un país en el que se ejecutan anualmente a cientos de personas (casi mil en 2015, según la ONU) y basa su arquitectura en la represión y el autoritarismo. Irán, pues, es un país que requiere de múltiples y urgentes reformas. Pero la cuestión no radica en los derechos humanos, sigan el garbanzo y no el trasiego de los vasos que lo ocultan. El negocio hay que buscarlo en la geopolítica: petróleo, reparto de poder, neocolonialismo, industria armamentista, capitalismo. Ejemplos de esta salvaje política norteamericana no faltan, ya hemos relatado algunos.
Porque si de derechos humanos se tratara, ¿qué sucede con Turquía, Israel o Arabia Saudí? No, la cuestión real no es el terrorismo que esgrime Mike Pompeo, entre otras cuestiones, porque el terrorismo depende en gran medida del punto de vista con el que se analice. Y es que a día de hoy resulta innegable que la guerra, ya sea bélica o económica, no puede ser ni jamás ha sido fármaco para la violación de los derechos humanos.
¿Y si triunfa Estados Unidos?
Las sanciones, o más bien el sedoso bloqueo económico, dañarán de forma tan severa la economía iraní que generará pobreza, hambre e inestabilidad. De hecho, las autoridades norteamericanas ya se han jactado de ello, pues han advertido que las sanciones impuestas en los últimos meses han reducido en más de un millón de barriles diarios las exportaciones de petróleo, lo que ha supuesto una pérdida de ingresos de 2.500 millones de dólares. Daño que, de continuar, puede hacer tambalearse a Irán hasta caer derrocada. Pero ¿qué pasaría después?
Mientras Estados Unidos aporrea irresponsablemente los tambores de guerra contra Irán, son muchos, entre ellos los europeos, los que sospechan a dónde nos conduce este interminable batallar. Y la respuesta, atendiendo lo ocurrido en el pasado (Libia, Irak, Afganistán o Siria) no resulta nada reconfortante, sobre todo, cuando todavía desprende calor el cadáver del Estado Islámico. Irán, de vencer el Capitalismo, el Imperio o el Bien, se convertirá en un estado fallido mucho más pobre, enfermo y hambriento e infinitamente más alejado de la democracia y el desarrollo de lo que está a día de hoy.
Abandonar la cruel geopolítica imperialista
Conseguir que Irán se convierta en un país mejor, un lugar en el que se respeten los derechos humanos y florezca el desarrollo, la educación, la sanidad o la cultura no se consigue con guerras y neocolonialismo, sino con planes de desarrollo regional. Con acuerdos. Europa, anciana y casi desahuciada, lo ha comprendido, aunque haya sido a costa de unas consecuencias que han ocasionado una crisis tan severa que amenaza con su propio colapso. El Tío Sam, de momento, sigue agitando las pistolas, ahora también en Twitter.
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