EE.UU. enciende la mecha en los Balcanes: El Ejército Kosovar
Kosovo, declarada unilateralmente independiente de Serbia en 2008 tras una breve y sangrienta guerra apoyada por la OTAN entre 1998 y 1999, ha aprobado con el apoyo de Estados Unidos la creación de un ejército y un ministerio de Defensa propios. Con esta resolución aumentarán los efectivos militares de 2.500 hasta 8.000 (5.000 profesionales y 3.000 reservistas) convirtiendo en profesionales a unas fuerzas armadas hasta ahora dedicadas a la protección civil y entrenadas por los norteamericanos.
Esta creación o ampliación ha sido recibida con parabienes por Estados Unidos y críticas por el resto del mundo, desde la Unión Europea hasta la ONU o la OTAN. Incluso la determinación ha generado polémica en el joven país balcánico, pues al norte del país viven unos 100.000 serbios, algo más del 5% del total de la población (1,8 millones).
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— RT en Español (@ActualidadRT) 15 de diciembre de 2018
Por otra parte, esta decisión, obviamente, constituye un nuevo movimiento en el tablero geopolítico mundial junto a la imposición por parte de Kosovo de controles aduaneros a los productos serbios el pasado mes de noviembre. Situaciones, ambas, que aumentan considerablemente la tensión en la región.
El complejo escenario y los movimientos de la Unión Europea
A pesar del control que EE.UU. y la OTAN ejercen sobre su política exterior, o precisamente por él, los esfuerzos europeos durante los últimos años se han centrado en solventar las diferencias entre Serbia y Kosovo para incorporar a ambas a la Unión. En general, lo que busca la UE, con el beneplácito de la OTAN y EE.UU., es anexar la mayor cantidad de territorios en el menor tiempo posible para evitar que estos puedan ser influenciados por Rusia y/o China.
En esta decidida y ambiciosa política se podría enmarcar el intento de incorporación de Ucrania, que tanta fatalidad ha proporcionado, y también una serie de actuaciones en los Balcanes para intentar una pacificación que se antoja considerablemente ardua. Desde la que nos ocupa, la pretendida adhesión de Kosovo y Serbia previo pacto entre ambas, hasta el acuerdo alcanzado este verano entre Macedonia y Grecia para el cambio de nombre de la primera, aunque este no fuera ratificado por la ciudadanía en el referéndum celebrado el pasado 30 de septiembre.
A diferencia del pacto entre griegos y macedonios, la disputa entre Serbia y Kosovo no parece encontrar solución, pues el diálogo entre ambos países para que la primera reconociera a la segunda previo pacto de unos nuevos límites fronterizos no fructificó. Entre otras cuestiones por la existencia de un diabólico trazado fronterizo que ha situado a unos 55.000 albaneses en el valle de Presevo (Serbia) y a unos 75.000 serbios al norte del río Ibar, que divide Mitrovica (Kosovo).
Por si fuera poco, la existencia de problemas políticos regionales relacionados con cuestiones demográficas no es excepcional en los Balcanes, pues en Macedonia, por ejemplo, el 25% de la población es de origen albanés y pretende mejorar los vínculos con Albania y en Bosnia-Herzegovina, la República de Srpska, gobernada por Milorad Dodik, está insinuando una secesión para incorporarse posteriormente a Serbia.
A este enmarañado escenario se añade la existencia de países en la Unión Europea que no reconocen a Kosovo y bloquean su entrada en la UE y en la OTAN (España, Grecia, Chipre, Eslovaquia y Rumania).
La OTAN y Estados Unidos
Estados Unidos ha mantenido, como ha sucedido desde el comienzo del gobierno de Donald Trump en otras partes del mundo y otras áreas políticas, un perfil muy agresivo en la región. De hecho, el presidente norteamericano lejos de mostrar preocupación por la creación del Ejército kosovar, se ha ofrecido como mediador entre las partes en conflicto para lograr un "acuerdo histórico". Acuerdo que pretenden los kosovares, pero del que recelan los serbios, pues han llegado a denunciar la violación de la Resolución 1.244 del Consejo de Seguridad de la ONU, la cual establece que la seguridad de Kosovo será cometido de la KFOR (Kosovo Force), una fuerza internacional liderada por la OTAN en la que ha participado muy activamente España.
De difícil encaje podría considerarse el reciente viaje a Belgrado de Steve Bannon, antiguo asesor de Trump, con el fin de conseguir mediante una organización, El Movimiento, la unión de la ultraderecha europea para dinamitar Europa. Viaje que se puede explicar como el de un radical caído en desgracia, pero que no deja de mostrar las tensiones existentes en los últimos años entre Europa y Estados Unidos. Tensiones que se han visto reflejadas en asuntos de tal importancia como la contribución a la OTAN, la creación de un Ejército europeo, el acuerdo nuclear con Irán y, en el caso que nos ocupa, la implementación de un Ejército kosovar. Incluso, habrá quien piense que los Estados Unidos se pudieran interesar, si la situación lo demandara, en la creación de un frente de ultraderecha (asociado a Polonia y Hungría) y que el viaje de Steve Bannon no es solo el propio de un lunático.
En cualquier caso, más allá de los ánimos de unión y libertad que han brotado en Europa en los últimos años o el posible interés en dinamitarla, los enemigos a batir son China y Rusia. Por ello, Estados Unidos pretende detener la influencia rusa en la región y la repentina incursión económica china en toda Europa. Para lo cual ha realizado diferentes movimientos como la creación del Ejército kosovar, el conflicto ucraniano, la guerra en Siria, la remodelación de una base norteamericana en Albania y la apertura de nuevas bases en Grecia y el mar Egeo.
China y Rusia
Occidente, por medio de sus diarios más influyentes, acusa directamente a Rusia de intervenir en la región para intentar sabotear el acuerdo entre Macedonia y Grecia o la adhesión de la República de Montenegro a la OTAN, pero lo cierto es que el primer ministro serbio, Aleksandar Vucic, afirmó que "Putin", "amigo de Serbia", "respeta nuestro camino hacia la Unión Europea". Incorporación que debe completarse en 2025 siempre que se solucione la problemática con Kosovo y ambos países se reconozcan.
Al respecto, cabe reseñar que ni Rusia ni China poseen una unión supranacional que ambicione territorios ni una organización militar que pretenda de bases castrenses, sino que ambos países, como cualquier otro en el mundo, poseen intereses económicos, geopolíticos y estratégicos en Europa y Asia (tanto en los Balcanes como en Grecia, el este y el oeste de Europa u Oriente Medio).
De hecho, China ha financiado un corredor comercial entre el este de Europa y Grecia con el fin de reactivar el tramo europeo de la 'Ruta de la Seda'. Este corredor contaría con una línea ferroviaria de alta velocidad (Belgrado-Budapest) y un tramo marítimo (China-Atenas), siendo Serbia, aliada tradicional de Rusia con excelentes relaciones con China, y Hungría, repentinamente abierta al este (Rusia y China), los países más beneficiados por el acuerdo junto a Grecia.
Por desgracia, y como suele ser habitual, los lícitos movimientos económicos de países rivales son contrarrestados por los Estados Unidos con acciones militares, en este caso la creación de un Ejército nuevo y la remodelación y el aumento de las bases militares en la región. Política bélica que en los últimos años comienza a incomodar a casi todo el mundo, incluso a la fiel Europa, sobre todo, porque un ejército nuevo en un avispero como son los Balcanes no parece ser una idea excesivamente brillante.
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