¿Será Irán la deseada guerra de Donald Trump?
Estados Unidos continúa cerrando el cerco sobre Irán en una estrategia que pretende la sumisión persa o la guerra. El último movimiento se ha producido tras los bombardeos hutíes con drones sobre dos refinerías —Abqaiq y Khurais— de la petrolera estatal saudí Aramco el pasado 14 de septiembre. El ataque fue reivindicado por los rebeldes hutíes, los cuales están respaldados por Irán.
La ofensiva hutí
Los hutíes utilizaron en el ataque múltiple y coordinado un total de 18 drones cargados de explosivos y 7 misiles con los que lograron alcanzar 19 objetivos. Entre ellos, las torres de separación de crudo y gas y los contenedores de drenaje de agua, sin los cuales el complejo no puede funcionar.
Las consecuencias han sido devastadoras. Por un lado, provocó la reducción de la producción diaria de petróleo en 5,7 millones de barriles, lo que puede suponer una pérdida de petróleo que podría llegar a los 100 millones de barriles —unos 60 millones de dólares—, pues hasta finales de este mes de septiembre el servicio no quedará restablecido.
Por otro lado, esta reducción en la producción ocasionó que el pasado lunes 16 de septiembre aconteciera la mayor subida del precio del petróleo en treinta años, más de un 10 %: el 13 de septiembre el barril cotizaba a 60,21 dólares y el 16 de septiembre lo hacía a 67,95 dólares (aunque a fecha 18 de septiembre el precio ya había bajado a 63,54 dólares).
Con todo, el mayor daño sufrido por los sauditas en esta ofensiva es más anímico que económico, como cuando un boxeador cae a la lona, pues los elevados gastos en seguridad de Arabia Saudí no pudieron evitar un ataque relativamente económico —los drones lo son—, lo que provoca que los sauditas se sientan vulnerables por primera vez en mucho tiempo. Nadie puede asegurar que no pueda volver a suceder. Sobre todo, porque cuando los hutíes anunciaron que no lanzarían más misiles ni drones contra Arabia Saudí con la intención de que este gesto supusiera un camino hacia la paz, la respuesta saudita no ha podido ser más demoledora. Según fuentes hutíes, el martes 24 la coalición árabe liderada por los sauditas asesinaba a 13 miembros de una familia en un nuevo ataque. Los hutíes ya anunciaron que responderían cualquier ataque de la coalición árabe que lidera Arabia Saudí.
Escalada de tensión
El episodio solo supone un paso más en la escalada de tensión en la zona provocada por la ruptura unilateral de Donald Trump del tratado nuclear con Irán la primavera de 2018. Ruptura que se produjo en contra de la posición europea, hasta el punto de que Emmanuel Macron y Angela Merkel llegaron a afirmar entonces que había sido un error confiar los asuntos exteriores a EE.UU. y que deberían replantearse tanto la política exterior como la creación de un ejército europeo y la profundización en la política de defensa común. Después llegaron los conflictos con los petroleros, en mayo y junio de 2018 y 2019, y finalmente este bombardeo sobre las refinerías de petróleo sauditas.
La posición norteamericana tras el ataque hutí se adentra todavía más en la irresponsabilidad al anunciar el pasado 18 de septiembre el envío de tropas a la región. Irresponsabilidad que comparte con Europa por su inacción. Irán, Oriente Medio y el mundo no necesitan otra guerra, necesitan diálogo, necesitan cerrar un nuevo acuerdo nuclear y terminar con las sanciones a Irán, aunque es muy posible que las necesidades del mundo tengan poco que ver con las necesidades del presidente de los EE.UU., a las puertas de la reelección. Una guerra que convierta a Donald Trump en comandante de sus tropas podría suponer un golpe electoral definitivo y lo que no se consigue en Venezuela quizás se encuentre en Irán.
Petróleo vs Muertos
De fondo, como el decorado de una macabra obra de teatro, como un tétrico hilo musical, Yemen. Un conflicto que ya está catalogado como la mayor catástrofe humanitaria del planeta. Según ACLED (Proyecto de Localización y Datos de Conflictos Armados), en Yemen han fallecido al menos 91.600 personas, de las que 11.700 serían civiles. De las víctimas civiles, más de 8.000 serían responsabilidad de la coalición liderada por Arabia Saudí.
Por tanto, la mayoría de las víctimas civiles fueron debidas a los bombardeos y ataques sauditas con armas norteamericanas y europeas. Que mercados, hospitales, colegios e incluso autobuses escolares fueran bombardeados por los sauditas no provocaron ningún tipo de contradicción en Occidente: Estados Unidos no amenazó con enviar tropas a la región ni España dejó de vender bombas y munición a los sauditas. Destruir Yemen no es para tanto.
Sin embargo, el petróleo son palabras mayores. El hambre, el drama, el sufrimiento, la sangre o la muerte en Yemen, Irak o Afganistán no cotizan en bolsa, si acaso en el balance contable de las petroleras que expolian los países; en el de las empresas armamentistas que se lucran vendiendo las armas; en el de las textiles que explotan a los supervivientes; o en el de las farmacéuticas que mejoran sus beneficios con la ayuda humanitaria o los opiáceos. Porque una cosa es despedazar periodistas o aniquilar niños en un brutal ataque y otra muy diferente bombardear una refinería.
El contraataque iraní
La línea de contraataque iraní, obviamente, pasa por cortar o dificultar el suministro de petróleo todo lo posible, sabedor de la gran importancia mundial que todavía sigue teniendo el 'oro negro' en la economía mundial. Es la única posibilidad que tiene para alzar la voz y protestar desde que las presiones internacionales norteamericanas están hundiendo su economía.
Llegados a este punto habría que preguntarse si la posición actual de Irán, mostrada como hostilidad por los grandes medios occidentales, es voluntaria o no:
¿Se comportaría así Irán en el caso de no haberse levantado EE.UU. del tratado nuclear y haber impuesto sanciones internacionales?
¿Son la posición y las presiones norteamericanas las que están llevando a la desesperación a Irán, que comenzó operando contra petroleros y ahora ha terminado atacando, aunque sea por medio de sus aliados hutíes, las refinerías sauditas?
¿Es esta justamente la posición en la que EE.UU. quiere a Irán para poder endurecer sus postulados y, si la situación resulta favorable, generar el enésimo conflicto bélico?
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