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El terrible proceso del mexicano Roberto Macías en España por revelar la corrupción

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El terrible proceso del mexicano Roberto Macías en España por revelar la corrupción

La vida de Roberto Macías, denunciante de corrupción mexicano en España, quedó hace mucho atrapada en El Proceso. Roberto tuvo la osadía de filtrar documentación a los medios de comunicación en la cual se podía demostrar cómo el sindicato UGT (Unión General de Trabajadores) había cometido gravísimas irregularidades en Andalucía. A día de hoy, se puede certificar que más de 40 millones de euros fueron defraudados y, por lo que se desprende de la fianza impuesta por el juzgado –200 millones de euros–, todo hace indicar que todavía quedan muchos millones de euros corruptos que desvelar. Desde aquellas filtraciones, la vida del denunciante mexicano en España se convirtió en la de un personaje kafkiano. 

Tras unos días de filtraciones escandalosas a finales de 2013, el sindicato, en lugar de avergonzarse y ponerse en manos de las autoridades judiciales y policiales para purgar sus millonarios pecados y expulsar a sus numerosos corruptos, comenzó una cacería, tan infame como habitual, para dar con la revelación de sus "secretos". Había que destapar al 'topo' y UGT invirtió gran cantidad de dinero a esta tarea –empresas informáticas, notarios, peritajes…–, aunque es de suponer que los afiliados no deben sentirse muy satisfechos del uso de sus cuotas. 

Ello provocó que, una noche, la casa de Roberto y su familia –mujer y dos hijos– fuera asaltada por agentes policiales en busca de los "secretos" de la millonaria red corrupta de UGT. Pero como antes comentábamos, la vida de Roberto Macías se convirtió en kafkiana y al día siguiente, agentes de otro cuerpo policial, la UCO, Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, le solicitaba colaboración para destapar la corrupción de UGT. Esta es España: un día te investigan por revelar "secretos" y al día siguiente te piden que colabores revelando esos mismos "secretos" por los que te investigan

Esta contradictoria y delirante situación, que padecen muchos denunciantes y alertadores de corrupción en España y Europa, ha intentado ser subsanada con la publicación en noviembre pasado –2019– de la nueva Directiva de Protección a los Alertadores y Denunciantes de Corrupción. Pero una cuestión es la teoría y otra muy diferente es la práctica y el gran problema de Europa es ese, que sobre el papel es maravillosa y sobre la piel es lacerante, insolidaria, injusta y cruel. Que se lo digan a Roberto Macías, que se enfrenta a cuatro años y medio de prisión y 60.000 euros de multa por un delito de "revelación de secretos". Hablamos de secretos muy sucios, corruptos y millonarios. 

España, una particularidad europea 

Pero es que, además, España es una particularidad europea. Inicialmente, tras la II Guerra Mundial, los nuevos amos de más de medio planeta, Estados Unidos y sus empresas, decidieron que sería mejor una dictadura cruel, como la que Franco implantó en España, que una democracia que en un momento dado pudiera derivar en un régimen socialista o comunista. Aquella máxima –"Sí, es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta" de Franklin D. Roosevelt sobre Somoza, dictador nicaragüense– se ha mantenido siempre: mejor un dictador que un país que pudiera pensar en los intereses de la mayoría dificultando con ello los movimientos militares, políticos y económicos de los Estados Unidos. Por ello, tras Franco llegó Juan Carlos I, su heredero, y tras este, su hijo, Felipe VI. España, en esencial, más allá de lo formal, poco ha cambiado desde que en 1939, los militares sublevados ganaran la guerra con el apoyo de fascistas y nazis. 

Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España
Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España
En el juicio a Roberto Macías, celebrado el pasado viernes 6 de marzo, se produjo uno de los espectáculos más bochornosos cuando el Fiscal del caso y el abogado de la acusación, del sindicato UGT, colaboraban, cuchicheaban, acordaban y reían juntos

Esta particularidad, asentada en una marcada ausencia de independencia e imparcialidad del poder jurídico, puede percibirse sin gran dificultad en los tribunales españoles. Lo que ha motivado, por ejemplo, episodios escandalosos como las elevadas condenas a los políticos catalanes independentistas –en algunos caso con penas superiores a las impuestas por el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, que condenó, recordemos, atroces crímenes de guerra–; la prisión a unos jóvenes de Alsasua por una pelea en un bar –llevan más de tres años–; o la rectificación en el Tribunal Supremo en cuanto al impuesto a las hipotecas en noviembre de 2018. También en el caso de Roberto Macías. 

Porque en el juicio a Roberto Macías, celebrado el pasado viernes 6 de marzo, se produjo uno de los espectáculos más bochornosos cuando el Fiscal del caso y el abogado de la acusación, del sindicato UGT, colaboraban, cuchicheaban, acordaban y reían juntos. 

El Fiscal, que deberían haber velado en todo momento por la implementación de la nueva Directiva Europea de Protección a los Alertadores y Denunciantes de Corrupción, fue inmisericorde con Roberto Macías, al que hostigó y acorraló en múltiples ocasiones. No es que quisiera proteger al alertador mexicano, es que pretendía cazarlo. En juego, recuerdo, cuatro años y medio de prisión por revelar "secretos" de más de 40 millones de euros. 

Pero ¿por qué? ¿Por qué el Fiscal estaba más preocupado de encarcelar a Roberto Macías que de exonerarlo en virtud a la incuestionable contribución realizada por este a la sociedad al revelar corrupción por decenas de millones de euros? 

En este caso, la particularidad española, se traduce en que el jefe del Fiscal y el del abogado de la acusación, de UGT, son básicamente el mismo. Por lo que no es de extrañar la complicidad, las sonrisas y el apoyo mutuo prestado durante la celebración del juicio, incluso aunque ello fuera de forma pública y obscena. 

El Fiscal en España no es independiente, sino que está jerarquizado, y, por tanto, depende directamente del Estado mediante la Fiscalía General, la cual, para mayor escarnio, está dirigida en la actualidad por Dolores Delgado, quien hasta hace solo unas semanas era ministra de Pedro Sánchez en el Gobierno del PSOE (Partido Socialista Obrero Español). El jefe último de los fiscales es el presidente del Gobierno español.

Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España
Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España
El vínculo entre el PSOE y UGT en España es incuestionable. Nadie osaría ponerlo en duda. De hecho la corrupción de UGT en Andalucía está íntimamente entroncada a la corrupción del PSOE en esta región español. Ambos fueron corruptos y cómplices

Pero es que el jefe último del sindicato UGT también es, en este caso, la misma persona, Pedro Sánchez, pues el sindicato UGT no solo depende en gran medida de las subvenciones del Estado, las cuales pueden ser cortadas de raíz, sino que, además, es el brazo sindical del PSOE. El vínculo entre el PSOE y UGT en España es incuestionable. Nadie osaría ponerlo en duda. De hecho la corrupción de UGT en Andalucía está íntimamente entroncada a la corrupción del PSOE en esta región español. Ambos fueron corruptos y cómplices. 

A pesar de lo escandaloso de la situación, se desprenden dos elementos de preocupación que van mucho más allá del calvario kafkiano que está sufriendo Roberto Macías. 

En primer lugar, las directivas europeas son sorteadas con demasiada facilidad por los estados, lo que las convierte en papel mojado. En segundo lugar, España, con el gobierno más progresista en ochenta años, dirigido por Pedro Sánchez, no tiene la menor intención de proteger y reparar a los denunciantes de corrupción: pretende seguir persiguiéndoles y castigándoles con dureza. De lo contrario, la actual secretaria del sindicato en Andalucía, Carmen Castilla, habría retirado la denuncia, avergonzada por la naturaleza inquisitorial de la misma, en lugar de ratificarla y sostenerla en el tribunal con una altivez impropia de una persona honesta en las circunstancias en las que acontecía el penoso y revelador capítulo de Kafka. Porque, tristemente, El Proceso, en este caso, no parece que vaya a quedar incompleto.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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