En el pasado mes de abril, explicamos cómo la rápida reacción de Nayib Bukele ante la pandemia le situaba a la altura de los mejores gestores del mundo ante la pandemia, junto a António Costa en Portugal, Sanna Marin en Finlandia o Jacinda Ardern en Nueva Zelanda.
Las medidas de Bukele fueron rápidas, drásticas y, ante todo, priorizaron la salud sobre la economía: "Cuando usted necesite una cama de hospital para que le atendamos, y no pueda respirar, créame que lo menos que le va a importar es su cuenta de banco, lo que va a querer es que haya un ventilador mecánico".
El epicentro de la pandemia, de Asia a Europa y de Europa a América: ¿y de vuelta?
El pasado 11 de marzo, El Salvador se convirtió, sin ni siquiera contar con contagios en su propio territorio, en el primer país de América Latina en cerrar las fronteras a extranjeros y Nayib Bukele anunció un plan de choque absolutamente revolucionario, por insólito, a nivel mundial: la suspensión del pago de alquileres, créditos y gastos básicos como luz, agua, teléfono e internet, así como el establecimiento de una renta de 300 dólares americanos a cientos de miles de personas, que perdieron sus trabajos y su fuente de ingresos.
Desde entonces, el epicentro de la pandemia a nivel mundial se ha desplazado de Europa a América, y al sur de Asia, hasta registrar más de 14 millones de contagios oficiales –que serán muchos millones más– y más de 605.000 fallecidos. De tal manera que, en la actualidad, los países más afectados por número de contagios absolutos son: Estados Unidos, con casi cuatro millones de contagios; Brasil con más de dos millones; y la India con más de un millón. Pero, ¿qué pasó con El Salvador?
América Central, entre el desastre mexicano y el éxito costarricense y salvadoreño
En América Central destaca sobremanera, en sentido negativo, México, con más de 344.000 contagios y más de 39.000 muertos, lo que suponen 279 contagios y 31 fallecidos por cada 100.000 habitantes. Datos que demuestran que el país azteca parece haber perdido el control sobre la pandemia, seguramente porque abogó al comienzo de la crisis, al igual que los países comandados por ultraderechistas, por medidas más laxas para controlar el virus, lo que se ha demostrado erróneo con el paso del tiempo –un ejemplo de ello es Suecia–. De hecho, México supera en fallecidos por 100.000 habitantes a todos los países centroamericanos, y solo es superado en contagios por 100.000 habitantes por Panamá, un importante nodo geográfico.
Dejando a un lado el desastre de México –se sitúa como el cuarto país con mayor número de fallecidos por covid-19, tras Estados Unidos, Brasil y Reino Unido–, seguramente también influenciado por el naufragio norteamericano y por la irresponsabilidad presidencial –en marzo, Andrés Manuel López Obrador afirmaba que no había que perder la costumbre de abrazarse y besarse en la mejilla cuando se saludaran los mexicanos–, podemos afirmar que El Salvador tiene los mejores registros de América Central tras Costa Rica –Belice no se ha analizado, pues cuenta con 40 positivos y 2 fallecidos–.
En términos absolutos, Panamá registraba hasta el 20 de julio un total de 52.270 contagios y 1.073 fallecidos; Guatemala, 38.677 y 1.485; Honduras, 32.793 y 891; El Salvador, 11.846 y 335; Costa Rica, 11.114 y 62. Cifras que, además, quedan consolidadas por la evolución del número de infectados en estos meses, ya que, desde el 13 de abril hasta la actualidad, los positivos han aumentado en mucha mayor medida en Guatemala, Honduras, Panamá que en El Salvador y Costa Rica.
Si analizamos la evolución en este mismo período del número de fallecidos, podremos comprobar que la situación sigue siendo muy parecida. De nuevo, la evolución más negativa la encontramos en Panamá, Honduras y Guatemala, especialmente en este último; mientras que la evolución más positiva la hallamos en El Salvador y Costa Rica, siendo esta última la que ha tenido una evolución más notable.
Las bases del éxito costarricense
El éxito costarricense no se ha debido solo a la rápida reacción, pues aunque optaron por medidas drásticas en una fase temprana, no llegaron a ser tan prestos como El Salvador, ya que suspendieron las concentraciones masivas y la entrada de turistas con 41 casos, mientras que Nayib Bukele tomó la decisión sin ni siquiera contar con un contagio. La base del éxito costarricense la encontramos, sobre todo, en su sistema de salud.
Costa Rica cuenta con un mayor número de médicos y enfermeras por cada 1.000 habitantes (2,9 médicos y 3,4 enfermeras) que sus vecinos, lo que ha sido fundamental para conseguir un mayor control de la epidemia y realizar un mayor rastreo más eficaz.
El número de médicos y enfermeras costarricenses superan los existentes en Panamá, casi duplican los registros de El Salvador, y casi decuplican los de Guatemala y Honduras.
Por ello, el alto nivel de rastreos que ha realizado Costa Rica, en comparación a sus vecinos, se puede percibir con claridad en la tasa de letalidad, la cual tiene en cuenta el número de fallecidos en relación al registro de contagiados. El dato de estos últimos es mucho más alto en Costa Rica que en el resto de países analizados debido a su tejido sanitario, seguramente porque en el resto de países existe un infradiagnóstico, lo que ha podido provocar que en estos países se registre una letalidad mayor de la que se registra en el país costarricense. Así pues, en Costa Rica la letalidad se sitúa en el 0,55 % mientras que en Panamá, Honduras y El Salvador oscila entre el 2 y 3%, y en Guatemala supera el 3%.
Críticas en Panamá, Honduras y Guatemala
En Panamá, las críticas han sido reconocidas incluso por el propio presidente, Laurentino Cortizo, al afirmar que "la gestión de la comunicación ha estado mal, muy mal". Ciertamente, la situación de ese país es crítica, pues los datos parecen demostrar la existencia de un rebrote, del que se culpa –injustamente– a los más pobres, que viven hacinados y en situación de gran precariedad.
En Honduras, la situación no es mejor, ya que el Distrito Central, del que forman parte Tegucigalpa y Comayagüela, amenaza con convertirse en uno de los grandes focos latinoamericanos de la covid-19, debido, entre otros motivos, al raquítico sistema sanitario con el que cuenta. Ello se debe a que cuando se decretó el toque de queda en el país, en marzo, se produjeron protestas por la crisis alimentaria generada, lo que se debe, al igual que en Panamá, a los niveles de desigualdad y pobreza existentes.
Y en Guatemala, las críticas hacia la gestión de Alejandro Giammattei no son menores, pues cambió en varias ocasiones de opinión y relajó las medidas drásticas tomadas inicialmente. Y si había dos países que no podía ser laxos con la covid-19 teniendo en cuenta sus carencias sanitarias, esos eran y son Honduras y Guatemala.
Nayib Bukele y Carlos Alvarado Quesada, acertaron
Por tanto, aunque el sistema sanitario de Costa Rica sea tan robusto en comparación al resto de países analizados, lo cierto es que muy probablemente habría colapsado en el caso de no tomarse las medidas adecuadas en el momento adecuado. Es decir, en el caso de ser gobernado por un Donald Trump o un Jair Bolsonaro.
Y es que la gestión realizada por Carlos Alvarado Quesada y Nayib Bukele ha resultado determinante para la óptima situación de sus países, lo que no ha ocurrido en Panamá, Honduras o Guatemala.