Lo que revela el 'Vacunagate' en Perú
Mientras los medios occidentales cargaban con dureza durante meses contra las vacunas chinas y rusa, a las que llegaron a desprestigiar con todo tipo de desinformaciones y calificativos, hoy demostrados infundados en las revistas médicas más prestigiosas, como The Lancet, no fueron pocos los políticos que decidieron no perder el tiempo en tergiversaciones e hicieron todo lo posible por recibir las inyecciones de las vacunas chinas o rusas. Tanto si ello podía justificarse como si no, tanto si era de una forma indebida como si no. Lo que acaba de provocar un mayúsculo escándalo político en Perú, hoy de imprevisibles consecuencias.
Según las últimas publicaciones, en septiembre del año pasado, 2020, el país andino recibió las dosis de la vacuna china Sinopharm necesarias para la elaboración de un estudio clínico de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH) y de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) en el que participaron 12.000 voluntarios. Y "voluntario" se presentó al estudio el expresidente Martín Vizcarra, su mujer y su hermano, lo que al conocerse el pasado miércoles 10 de febrero supuso un auténtico terremoto político. Una indecencia agravada debido a que la participación del expresidente –y sus próximos– no solo fue voluntaria, sino que participó del estudio como voluntario 'privilegiado', ya que se aseguró de recibir la dosis de la vacuna a diferencia del resto de participantes, que podrían recibir una dosis de la vacuna o un placebo de forma aleatoria –las personas que le vacunaron desmintieron la versión de Martín Vizcarra–.
La detonación de la bomba política se ha producido a menos de dos meses de las próximas elecciones en las que será elegido un nuevo presidente –el 11 de abril– sin conocerse todavía ni la magnitud ni el impacto que tendrá, puesto que el presidente saliente Martín Vizcarra –que este viernes se enfrentará a una inhabilitación política–, su mujer y su hermano no fueron los únicos políticos, altos cargos o personalidades que aprovechando su posición privilegiada fueron vacunados antes que el resto de la población –puesto que hasta familiares de médicos participantes en el estudio fueron vacunados–.
La ministra de Salud, Pilar Mazzetti, fue la primera en dimitir el pasado viernes 12 de febrero, también vacunada antes que el resto de la población, lo que se supo con posterioridad a su dimisión, pues ésta presentó inicialmente su renuncia por la vacunación indebida del expresidente Martín Vizcarra, llegando a afirmar que sería la última en vacunarse –"el capitán es el último que abandona el barco"–. No es que fuera de las primeras en vacunarse, es que hasta su chófer fue vacunado.
Después, dimitió la ministra de Relaciones Exteriores, Elizabeth Astete, que reconoció haber sido vacunada el 22 de enero y pidió disculpas asumiendo su error. Tras ella llegaron los exviceministros de Salud Luis Suárez y Víctor Bocangel. Sin embargo, ahí no se detuvo el escándalo, ya que la cifra total de vacunados de forma indebida no ha parado de crecer desde que estallara el escándalo y no parece que vaya a dejar de hacerlo, pues en el listado publicado este lunes 15 de febrero aparecen un total de 487 vacunados –donde Martín Vizcarra figura como invitado y su mujer y su hermano como entorno cercano– y afloran múltiples personalidades como Antonio Aguinaga, galeno de Alberto Fujimori; Nicola Girasoli, nuncio apostólico; el marido de una congresista; rectores de universidades… Y ello cuando todavía no se sabe cuándo comenzará la vacunación de la ciudadanía, aunque el pasado 8 de febrero fueron inoculados los primeros trabajadores sanitarios.
Lo que revela el 'Vacunagate'
El caso, ya conocido como 'Vacunagate', revela: a nivel personal, un comportamiento indecente e insolidario, como en el caso de los políticos, religiosos y militares españoles y de otros países que también se vacunaron indebidamente; y a nivel social, debido a la magnitud de los implicados, una conducta corrompida por parte de las élites, muchos de ellos supuestos servidores públicos. Personas que tendrían que trabajar para la ciudadanía, pero que terminan aprovechándose de ella. De hecho, Perú es uno de los países más afectados del mundo por la epidemia de covid-19 con casi 44.000 muertos y más de 1,24 millones de contagiados oficiales, cifra que podría ser mucho mayor –desde marzo pasado, han fallecido más de 90.000 personas, existe una marcada y constante carencia material sanitario básico y más de 300 médicos han perecido–.
Y aunque se han producido respuestas, como la del presidente Francisco Sagasti, que afirmó estar indignado y furioso, o el Arzobispo de Lima, Carlos Castillo, que mostró tristeza e indignación por la falta de ejemplaridad del nuncio apostólico, Nicola Girasoli, lo cierto es que no parecen suficientes ni para frenar la indignación ciudadana –indignación es sin duda la palabra más repetida estos días– ni para generar un punto de inflexión que invierta la insolidaridad de las élites. Máxime si tenemos en cuenta que, aunque se han producido dimisiones y se han asumido responsabilidades, no han sido pocos los que han recurrido a excusas variopintas, falaces o surrealistas, como la ya mencionada de Martín Vizcarra, que alegó haber participado como voluntario en el ensayo clínico.
De hecho, a este respecto, Germán Málaga, el médico responsable de los ensayos de la UPCH confirmó que el propio Martín Vizcarra solicitó recibir la vacuna y que él mismo, junto a una enfermera, se la inyectó en el mismo Palacio de Gobierno: "Lo vacunamos a él y a su señora esposa" y este "sabía que no había recibido placebo". Pero lo cierto es que las 3.200 dosis adicionales, de las que 1.500 fueron entregadas a la Embajada china, terminaron convirtiéndose en una gran barra libre para las élites, en la que el nuncio apostólico fue incluido como consultor en temas éticos. Para bendecir la vacuna, claro está.
La segunda gran conclusión, más allá de la apertura de una investigación por parte de la Fiscalía contra el expresidente Martín Vizcarra por delitos contra la administración pública o aprovechamiento del cargo, o la presumible caída de un mayor número de personalidades a medida que avancen las pesquisas, la encontramos, como en el caso de España, en la excelente campaña promocional realizada a la vacuna china: si tantas personalidades se han aprovechado de su posición para vacunarse difícilmente puede ser peligrosa la vacuna china.
La última consideración que podemos extraer sobre la vacunación indebida de una parte de las élites peruanas, dejando a un lado los altos niveles de corrupción del Estado y el alto nivel de degeneración, directamente proporcional al nivel de desafección ciudadana, lo encontramos en el suministro de vacunas: las vacunas chinas y rusas están extraordinariamente bien posicionadas en América Latina, un campo de batalla esencial en la guerra de las vacunas.
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