Lo que se esconde detrás del 'orgulloso' desfile militar del Día de la Hispanidad en España
Este martes 12 de octubre de 2021, como cada año, España celebra el Día de la Hispanidad con un gran desfile militar en Madrid al que acudirán una gran cantidad de autoridades, desde Felipe VI, beneficiario hace algo más de un año de una de las cuentas opacas de Juan Carlos —de 100 millones de dólares—, hasta la ministra de Defensa, Margarita Robles, recientemente involucrada en la entrega de cinco millones de pesetas de los fondos reservados a la Casa del Rey en los años noventa —según la reciente publicación de los 'Papeles de Manglano', el general que fuera director de los servicios de inteligencia españoles entre los años ochenta y noventa—. Y es que la actual ministra de Defensa estuvo encargada de labores de Interior —de 1994 a 1996— con el inestimable consejo del general Galindo, condenado por torturas. Por ello, a buen seguro, ambos serán muy aplaudidos y jaleados.
La selecta selección de las élites españolas —entre las que no se encontrará Juan Carlos I, preparando su regreso a España tras su exoneración por los múltiples delitos cometidos— disfrutará de un desfile de unidades militares entre las que se encontrará la unidad de origen fascista y colonialista denominada la Legión por sus creadores —Millán Astray y Franco—, responsable de múltiples masacres, violaciones, torturas o mutilaciones —una de sus unidades se denomina 'Comandante Franco', que desfilará este año, y su origen se encuentra en la guerra entre España y Marruecos durante el primer cuarto del siglo XX—. Será esta unidad, precisamente, una de las más aplaudidas por el público asistente, que contemplará dichoso el pasar de los legionarios junto a su mascota, una cabra, mientras las banderas rojigualdas ondean en un más que presumible cielo soleado, azul y radiante.
Un día festivo para que los más pequeños disfruten de los carros de combate para los que durante años no hubo combustible y que quisieron ser vendidos por Juan Carlos I a Arabia Saudí o de los helicópteros y aviones almacenados por negligencias varias —casi 2.700 millones en helicópteros o aviones almacenados—. Aunque, por desgracia, los peques no podrán disfrutar de los blindados comprados durante la pandemia —2.100 millones de euros por 350 vehículos que serán 3.800 millones por 998 al final del programa— que acaban de ser financiados en su primera fase por el Ministerio de Industria —1.200 millones—. Pero seguro que pasan un día estupendo, pues los pequeños son felices con cualquier cosa. No hará falta ni que contemplen el submarino que ni flotaba ni se propulsaba hasta que se duplicó el coste del programa y se soltaron 4.000 millones de euros.
Además, a poco que la suerte acompañe, quizás estén los aviones A400M, que también tuvieron un sobrecoste milmillonario, pues 27 unidades costaron más de 5.000 millones de euros, aunque ahora solo se pueden asumir diez de las mencionadas veintisiete unidades compradas —el resto hay que venderlas, lo que no solo se debe al sobrecoste de este avión, sino a un sumatorio de sobrecostes insoportable, pues Defensa acumula 7.600 millones de euros en sobrecostes de los 19 programas armamentistas de los años noventa—. Pero no hablemos de dinero en un día tan señalado y bonito, pues los miles de millones de euros malgastados o dilapidados no desfilarán delante de esas entusiastas familias, sino que se amontonarán en las cuentas bancarias de la industria armamentista mientras faltan sanitarios, profesores y otros muchos trabajadores esenciales. Seamos positivos, pues, pensemos en lo bonito. De hecho, salvo que la bandera no se ice bien, un paracaidista se estampe contra una farola o un avión se estrelle trágicamente en su regreso, lo que ha sucedido los últimos años, los militares podrán concluir dichosamente el desfile y acudir, en el regreso a sus unidades, al restaurante museo franquista conocido como 'Casa Pepe', en el que muchos militares, uniformados y armados, se detienen a disfrutar de una cuidada decoración franquista —en varias ocasiones han sido denunciadas estas paradas—.
Y si los asistentes son lo suficientemente afortunados, sobre todo si son niños, nadie puede descartar que disfruten de las canciones neonazis que tanto gustan de tararear los uniformados —hasta tres vídeos fueron publicados en diciembre de 2020 en medios españoles con militares cantando canciones del grupo neonazi 'Estirpe Imperial', en una ocasión en un desfile—. Hasta puede que contemplen con alguna mirada furtiva, lo que les haría dichosos en extremo, un chat en vivo de esos en los que se desea que se fusilen a 26 millones de españoles o se lamenta la escasa aceptación internacional de un golpe de Estado. Puede que, incluso, 'M. Rajoy', María Dolores de Cospedal o su marido, Ignacio López del Hierro, involucrados en escándalos de corrupción de los que también han sido convenientemente exonerados, se encuentren entre los asistentes. Lo que ya sería de película. Máxime si acude Felipe González, bajo cuyo gobierno el Estado torturó y asesinó. La democracia plena española al completo.
Los que sí estarán —desfilando, apoyando o disfrutando— serán los militares temporales, a los que expulsan a la calle al cumplir los cuarenta y cinco años tras décadas de maltratos, humillaciones, abusos o precariedad. De la misma manera, no faltarán los altos mandos condenados por delitos, desde acosadores sexuales hasta estafadores o ladrones y, claro está, aquellos que fueron exonerados de los graves delitos o faltas cometidas por compañeros que visten el mismo uniforme y se someten a las mismas autoridades —esa Justicia militar que no existe hace décadas en Alemania o Francia—. Por contar, el desfile contará hasta con las mujeres agredidas y acosadas sexualmente, aunque para medios progresistas ya no existan desde que gobierna el PSOE, menos aún desde que España está regida por el gobierno más progresista de su historia. Ahora lo importante, al contrario de lo que sucedía cuando gobernaba el Partido Popular, no son ellas, sino las otras, las que ascienden a general o a puestos de gran relevancia para dotar de la conveniente apariencia de normalidad a la terrible situación de la mujer en los cuarteles. Porque si España es una democracia plena, la integración de la mujer en el Ejército español es plenísima.
Y es que, aunque los presentes no podrán ver a los militares demócratas que se jugaron la vida en los años setenta por una España democrática y un Ejército a su servicio; ni al cabo Santos, un militar demócrata expulsado tras una infame 'caza de brujas' por firmar un manifiesto antifranquista; ni a los varios miles de militares expulsados sin pensión por discapacidad; ni a los incontables militares expulsados por inadaptación a la vida militar tras interponer una denuncia por irregularidades o malas prácticas; ni a los heridos o fallecidos por negligencias militares, será un día para celebrar junto al Ejército español de eso que llaman democracia plena. Una democracia plena que desfilará como nunca antes, como casi siempre.
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