Esta misma semana, la agencia de noticias española Europa Press publicaba la siguiente noticia: "[El banco] Santander repartirá 840 millones en efectivo en dividendos este martes". Un breve vistazo en los buscadores ofrece un panorama similar —"Banco Santander obtiene un beneficio atribuido de 3.675 millones de euros en el primer semestre de 2021"; "Banco Santander consolida beneficios y gana 5.849 millones"…—.
Y no solo con el mencionado banco: "Endesa obtiene un beneficio neto de 832 millones en el primer semestre"; "Naturgy bate previsiones y casi duplica su beneficio en el primer trimestre, con 383 millones"; "BBVA gana 1.911 millones de euros, repartirá entre el 35% al 40% del beneficio y recomprará hasta el 10% de acciones"; "Máximo histórico en ventas, beneficio y caja para Inditex en un segundo trimestre"; "Mercadona ganó 727 millones de euros en 2020"; "La petrolera estatal saudí Aramco duplica sus beneficios en el tercer trimestre"…
Energéticas, entidades bancarias, supermercados o tecnológicas están consiguiendo resultados económicos fabulosos mientras millones de personas ni siquiera pueden ducharse con agua caliente. Un lujo en los tiempos que corren, y la distopía no ha hecho nada más que comenzar porque las grandes empresas están asaltando la banca —fuera del Primer Mundo la situación es más dantesca—.
Y es que, si las grandes empresas ganan, aun en período de crisis, los ricos lo hacen mucho más mientras la mayoría ni siquiera es capaz de comprender lo que sucede. Ni tan siquiera atisban el gran atraco que padecen, como si aún estuvieran en shock y con las manos en alto mientras les apuntan y sueltan cuanto tienen en una bolsa negra de basura. No es una película, es una triste realidad.
El negocio de la crisis
Por desgracia, las crisis son oportunidades extraordinarias para reducir personal y aumentar todavía más el margen para los beneficios. Por norma general, cuanto peor nos vaya a la mayoría, mejor les irá a ellos. Por ejemplo, cuando la mayoría de las sucursales bancarias españolas atravesaron una crisis en los últimos años, la pandemia resultó convertirse en una oportunidad única para afrontar una más que deseada 'reestructuración', esto es despidos masivos.
Así, en el último año se han pactado 14.759 despidos entre los bancos Santander, Sabadell, BBVA y CaixaBank, cuatro de las entidades bancarias españolas más importantes. Despidos que han ido acompañados de reducción de sucursales y disminución de sus prestaciones, pero la concentración bancaria es tan elevada en España, como suele ocurrir en el resto de países, que tanto da si el servicio es mejor o peor, pues no hay mucha capacidad de elección.
Las empresas son de unos pocos multimillonarios
Los despidos se traducen casi inmediatamente en beneficios porque las crisis resultan siempre oportunidades para los más acaudalados, lo que se debe en gran medida a que las grandes empresas solo son cartas en manos de unos pocos poderosos que casi todo lo controlan, por lo que nunca pierden, ni aun cuando alguna de sus cartas pierde valor. Una de las causas de este imparable beneficio se encuentra en la inexistencia, o casi rareza, de la figura del gran empresario o del empresario familiar que controla una única empresa, lo que provoca que aquellos que más dinero poseen cuenten con acciones en tal cantidad de empresas que juegan a todos los números de la lotería. Siempre les toca.
Pongamos como ejemplo a Jeff Bezos, uno de los grandes multimillonarios, con una fortuna estimada en unos 200.000 millones de dólares. Bezos no solo controla parte de Amazon, sino que también posee unas quince empresas entre las que se encuentran Blue Origin y The Washington Post. Es uno de los ocho millonarios que controlan más dinero que la mitad de la población más pobre —Bill Gates, Amancio Ortega, Warren Buffett, Carlos Slim, Mark Zuckerberg, Larry Ellison y Michael Bloomberg—.
Si contemplamos el listado de empresas que controlan estos poderosos, veremos que abarcan un amplio abanico empresarial e incluso en algunas de ellas coinciden:a Warren Buffet posee acciones en Apple, Bank of America, American Express, Coca Cola o Kraft Heinz; Bill Gates está presente en Coca Cola, Walmart, UPS o Canadian National Railway; Amancio Ortega posee Enagás o Telxius…
Junto a ellos hay 25 familias que controlan cerca de 1,1 billones de dólares de la riqueza mundial. Y tras ellos, otros tantos que controlan un capital tan elevado, pero no tanto. Y así sucesivamente hasta llegar al ciudadano corriente, el que muchas veces elogia a los grandes empresarios porque generan empleo. Seguro que lo habrán escuchado más de una vez.
Sin embargo, la realidad es que estos grandes empresarios no generan empleos, generan beneficios para los que usan la menor cantidad de empleos posibles, precisamente porque cuantos menos empleos generen y de menos calidad sean estos, mayores serán sus beneficios. Todos ellos conforman una élite que termina controlando casi todas las empresas relevantes del mundo: un gran accionista de una empresa de telecomunicaciones también lo es, a través de esta u otras, de una entidad bancaria; y esta u otras lo son de una tecnológica; y esta u otras, de una industria militar; y esta u otras, de una farmacéutica; y esta u otras, de un gran medio de comunicación… Y así, hasta el infinito. Ello permite no perder jamás: tienen todos los números de la ruleta.
Su rendimiento es mayor
Por si no fuera poco, debido a que cada vez tienen más dinero, el rendimiento de este cada vez es mayor. Un estudio realizado por el Fondo Monetario Internacional reveló que aquellos que más riqueza tienen son los que más riqueza producen: cada dólar invertido por una persona de una posición media alta en Noruega en el 2004 generó un dólar y medio una década después, mientras que aquellas personas que se sitúan en el 1% más acaudalado generaron casi dos euros y medio con cada dólar invertido. Ello se debe, según las conclusiones del estudio, a que los más ricos tienen acceso a inversiones exclusivas y gozan de mejores gestores de patrimonio.
Por ejemplo, los ultrarricos crecieron en España un 24% durante la pandemia alcanzando la cifra de 6.000, mientras que los ricos alcanzaron la cifra de 1,2 millones. Una tendencia que se repitió en el planeta, donde el número de millonarios aumentó en 5,2 millones hasta situarse en 56,1 millones. De esta forma, los más ricos del mundo han cuadriplicado su riqueza, pasando de 41,5 billones a 191,6 billones de dólares en el año 2020 —controlado así casi la mitad de la riqueza mundial, que se situó en 2020 en 418,3 billones de dólares—.
Por ello, las crisis son oportunidades
Debido a esta acumulación de capital y al entramado generado mediante sus inversiones, el grupo que conforman los más poderosos de la mayoría de países encuentran que las crisis son oportunidades en las que implementar medidas que les permitan mejorar todavía más su situación. Ello, además, es posible gracias a su comportamiento de grupo homogéneo que comparte intereses globales en la mayoría del planeta y no solo la mayoría de la riqueza, sino la mayoría del poder —sin duda conforman un grupo de poder que influye de forma decisiva en la legislación de la mayoría de países—.
Es por esta razón por la que durante este año 2021 podemos comprobar que los balances de las grandes empresas vuelven a mostrar enormes beneficios mientras los niveles de desigualdad y pobreza siguen aumentando en el planeta mientras los ricos y los ultrarricos lo son cada vez más.