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El laberinto para pacificar a México

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El laberinto para pacificar a México

Tras doce años de violencia creciente, el próximo Gobierno del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, enfrenta el desafío de cumplir con la promesa de reducir la violencia. Su camino para lograrlo no será fácil.

Enrique Peña Nieto, actual presidente de México, dejará como legado una estela de sangre. El año 2017 fue el más sangriento en los últimos veinte años, con más de 26.500 muertes violentas, unas 80 al día. El 2018 no pinta mejor: mayo de este año marcó un récord histórico con 2.890 homicidios dolosos.

En campaña, López Obrador no delineó una estrategia clara para enfrentar esta situación. Aseguró que hará comisiones de la verdad para casos de desaparecidos y asesinados, además de ofrecer una ambigua "amnistía", que al momento ha sido definida de distintas formas por distintos portavoces del próximo gobernante. Lo que sí han reiterado es que esta amnistía no será para quienes han cometido crímenes violentos, por lo que no queda claro su impacto directo en la violencia actual.

Operando ya como presidente en funciones –si bien no asume el cargo hasta el 1 de diciembre de este año– Obrador ha puesto a su equipo a orquestar una serie de foros de pacificación. "El compromiso de entregar el programa de la consulta que se va a realizar para conseguir la paz en el país, escuchando a todos los interesados en este importante asunto", dijo AMLO.

"Participarán familiares de víctimas, defensores de derechos humanos, productores de marihuana y amapola, los especialistas en esta materia, religiosos y académicos, todos los que tienen algo que aportan para enfrentar el grave problema de la inseguridad y de la violencia", precisó.

También se espera la presencia de autoridades en los eventos, ya sea en la figura de gobernadores y presidentes municipales, o de personal de Defensa Nacional y Marina.

Los foros empezarán esta semana en Ciudad Juárez y buscan ser un espacio para la reconciliación nacional y para construir alternativas a la estrategia que existe hoy, a todas luces fallida. Ante el escenario de creciente violencia y la falta de logros de las autoridades, cualquier estrategia diferente suena atractiva, con tal de que se encuentren resultados. La paz es indispensable para la gobernabilidad y, en gran medida, de esta estrategia dependerá el éxito o el fracaso del nuevo Gobierno.

Serán sedes de los foros las entidades con mayor violencia, sin embargo, Tamaulipas, con dos de las ciudades más violentas del mundo, ha quedado fuera de la ruta de los Foros Escucha para la pacificación.

Alfonso Durazo, quién será secretario de Seguridad Pública en el próximo Gobierno, ha asegurado que el eje será "combatir la corrupción", el mantra de López Obrador. Pero fuera de buenas intenciones, no está claro cómo se elimina la trama de corruptelas entre fuerzas del orden, poderes locales, criminales y hasta empresarios. Si bien el dar voz a las víctimas es fundamental y un tema pendiente, no es suficiente para construir una estrategia de seguridad y pasar de las propuestas a las políticas públicas.

Magda Coss, periodista, escritora y fundadora de la asociación civil 24-0 México.
Magda Coss, periodista, escritora y fundadora de la asociación civil 24-0 México.
"Suena duro esperar aún tres años más de 90 homicidios diarios, pero es clara la dificultad de revertir una situación que por momentos fue negligentemente ignorada o atendida de manera reactiva, para el impacto mediático, sin un compromiso real de reducir los homicidios."

Durazo también dijo que el diálogo será crucial, pero es evasivo para aclarar si ese diálogo incluye sentarse con los cárteles de la droga para buscar acuerdos.

En los próximos meses se definirá cuál será la forma de enfrentar la violencia en México, sin embargo, el próximo secretario de Seguridad Pública ya advirtió que los resultados no se verán hasta dentro de tres años.

Suena duro esperar aún tres años más de 90 homicidios diarios, pero es clara la dificultad de revertir una situación que por momentos fue negligentemente ignorada o atendida de manera reactiva para el impacto mediático, sin un compromiso real de reducir los homicidios.

Felipe Calderón heredó de Vicente Fox, en 2006, una situación inmanejable: zonas enteras del país estaban bajo el control del narcotráfico y la corrupción había permeado a las fuerzas locales de seguridad. Sacó al Ejército a las calles, sin que hubiera ningún marco institucional para ello. Muchas de las víctimas eran solo daños colaterales. Sus éxitos –descabezamiento de cárteles y decomisos– en realidad gatillaron la ola de violencia. Los grupos se empezaron a pulverizar, combatir entre sí para controlar las plazas y ejercer violencia extrema.

Hubo entonces también una intención de reconciliar al país con la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad de Javier Sicilia, con el diálogo en Chapultepec, pero los acuerdos en los que se escuchó a las víctimas quedaron empantanados en la creación de una Ley de Víctimas que no les dio respuestas, ni detuvo la violencia.

En el sexenio que concluye, el problema es aún más grave, ya que los grupos criminales han expandido sus actividades al secuestro, la trata, robo de autopartes, robo de combustible, entre más de veinte delitos. Esto hace que la estrategia directa de combate a las drogas, incluyendo su eventual legalización, no bastará para detener la violencia.

Los derechos no se negocian y no se ponen a consulta. Es bueno escuchar a las personas, pero hoy México necesita una estrategia clara, definida y urgente para evitar más víctimas, no solo atender a quienes ya perdieron a alguien. Es el derecho de los y las ciudadanas poder vivir en paz. Y no hay espacio para la ingenuidad, ni para las falsas esperanzas, ni para la improvisación; de otro modo la violencia, que ya está enquistada y normalizada, continuará.

Así, los foros de pacificación son importantes para reconocer el grado de violencia que en gran medida se ha normalizado, darle a las víctimas un lugar y una voz que el gobierno actual nunca quiso darles; así como ayudar a sensibilizar a la sociedad y conocer lo que se enfrenta en las zonas más afectadas. En todo caso, el impacto será a largo plazo.

Veremos rápidamente, una vez que tome el poder López Obrador, si se empieza a construir un estado de ánimo diferente, una confianza mayor en las instituciones y, sobre todo, una reducción en la crisis de sangre que ahora mismo baña a México. Gran parte de la ilusión que hay sobre este Gobierno descansa en eso.

@magdacoss

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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