Tanto hombres como mujeres pueden sufrir violencias y violaciones a sus derechos humanos. Sin embargo, el impacto de la violencia varía de acuerdo con el sexo de la víctima, y en muchos delitos el principal factor de riesgo para ser víctima es el solo hecho de ser mujer.
Tal es el caso de las violaciones sexuales, el acoso sexual, la trata de mujeres y niñas, el incesto, el abuso infantil o la violencia doméstica. Frecuentemente estos tipos de violencias no se notan por la complejidad de las relaciones dentro de las cuales sucede, por parte de parejas, familiares o conocidos; alguien con quien las víctimas tienen un vínculo de supuesta confianza. Pero también porque el sistema hostiga, culpabiliza y estigmatiza a las víctimas haciendo que muchas opten por la impunidad y el silencio.
Los 16 días de activismo contra la violencia basada en género agrupan a más de 3.700 organizaciones en 164 países, porque la violencia contra las mujeres es una tragedia mundial: una de cada tres mujeres en el mundo han sufrido violencia física y/o sexual, ya sea por su pareja o por terceros, alguna vez en su vida. Aún mayor (casi 40%) es el porcentaje de mujeres que son asesinadas por su pareja masculina.
La violencia contra las mujeres esta normalizada y está arraigada en el sistema: cualquier mujer que ejerza las libertades en la manera en la que haría un hombre es culpable de lo que le suceda.
En noviembre pasado, en Irlanda, durante un juicio por violación, una abogada mostró la tanga de encaje de una adolescente de 17 años como prueba de su consentimiento; su vestuario indicaba que estaba "abierta a conocer a alguien". Su cliente, de 27 años, fue absuelto.
En el mismo mes, otros tres hombres de 25, 43 y 61 años de edad fueron absueltos en Argentina del crimen contra Lucía Pérez, adolescente de 16 años que fue drogada y violada por varios hombres, fue empalada y murió de dolor. Los jueces consideraron que no hubo elementos suficientes para comprobar que la adolescente fue violada y asesinada, ya que hubo "errores en la investigación". El hecho movilizó a las mujeres (y hombres feministas) de América Latina, y hubo "paros de mujeres" en Argentina, Uruguay, Chile, Perú, Guatemala y México.
Estos "estereotipos de la violación" no sólo perpetúan la violencia estructural contra las mujeres condenando el que salgan de casa, viajen solas, beban alcohol, si no también el estereotipo y privilegio de los hombres de comportarse como animales. Los hombres deberían ser los primeros en poner un alto y marcar una diferencia con sus congéneres asesinos, abusadores, violadores; condenar la cultura de la violación que a ellos los encasilla y a las mujeres nos mata.
En años recientes campañas como #MeToo, #TimesUp, #Niunamenos, #MiPrimerAcoso, #ThisIsNotConsent han sacado a la luz la extendida cultura de la violación que existe en el mundo. Incluso a veces, hasta para las propias personas que son víctimas de la violencia basada en género. En ocasiones hasta que sobrevivientes narran sus experiencias, las víctimas entienden que también sufrieron esta violencia.
Por ello, esta campaña que va del 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las mujeres, hasta el 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos, se propone visibilizar las desigualdades estructurales entre hombres y mujeres que hacen que las mujeres sean más vulnerables a sufrir algún tipo de violencia.
Lo más importante de estos #16DíasDeActivismo es entender que es posible prevenir la violencia contra las mujeres si se identifican los factores estructurales, económicos, sociales, legales y culturales que desarrollan masculinidades tóxicas y violentas contra las mujeres, y el acceso a los medios para ejercer esas violencias; por ejemplo, el abuso del alcohol o el acceso a las armas de fuego. Los hombres que abusan del alcohol son más propensos a cometer violencia doméstica y las mujeres que sufren violencia en el hogar tienen 5 veces más probabilidades de que las asesinen cuando hay un arma de fuego en la casa.
No es suficiente con los programas que previenen educando a las posibles víctimas sobre detectar los peligros y las señales de alerta. Es necesario ampliar la conciencia social de hombres y mujeres para que erradiquemos los estereotipos de género que empujan a los hombres a la violencia y a las mujeres a ser víctimas. Necesitamos que juntos cambiemos hacia una cultura que deje de tolerar cualquier forma de machismo y que condene todos los tipos de violencia: una cultura que deje claro que no es necesario una pistola ni maltratar a otros para ser un hombre.