El sábado 13 de enero, se dieron las elecciones para el liderazgo de la provincia de Taiwán. El ganador fue Lai Ching-te del Partido Progresista Democrático (PPD), del ala más radical del partido que promueve la separación de China. De esta manera, se rompió la costumbre de alternancia cada ocho años y el PPD se quedará en el poder por doce años.
La prensa occidental ha presentado el resultado como un "golpe a Beijing" y una demostración de la voluntad de la población taiwanesa por ser un país independiente. Lo cierto es que por mucho que insistan los separatistas, Taiwán no puede funcionar sin la parte continental de China y está más cerca de la reunificación de lo que se dice en Occidente.
Para empezar, los resultados de la elección lo demuestran. Las preferencias electorales estaban divididas en tres. Primero, por el PPD. Segundo, por el histórico Kuomintang (KMT) cuyo candidato fue Hou Yu-ih. Tercero, por el nuevo Partido Popular de Taiwán (PPT) cuyo candidato fue Ko Wen-je, el anterior alcalde de Taipéi.
Mientras Lai promueve la independencia, Hou y Ko abogan por una mejor relación con Beijing. Incluso, dentro del KMT, hay sectores que promueven una reunificación negociada. Durante la campaña, el KMT y el PPT estuvieron en negociaciones para formar una alianza que no se dio.
Al final, Lai se llevó el 40 % de los votos. Hou, el 33,5 % y Ko el 26,5 %. De haberse concretado la alianza, el sábado hubiesen ganado las elecciones. Si se hubiese dado una segunda vuelta, el PPD no seguiría en el poder.
Taiwán no puede funcionar sin la parte continental de China y está más cerca de la reunificación de lo que se dice en Occidente.
Esto demuestra que cerca de un 60 % del electorado, no solo no quiere más del PPD, que ha tenido un gobierno ineficiente plagado de escándalos de corrupción, sino que entiende que parte de su bienestar pasa por tener mejores relaciones con la parte continental de China.
En cuanto a los resultados legislativos aún es difícil saber cuál será la tendencia en los siguientes cuatro años. El KMT sacó 52 asientos; el PPD, 51; el PPT, 8; y 2 más son independientes. Nadie alcanzó los 57 escaños para controlar el legislativo y todo dependerá de las decisiones que tomen el PPT y los dos independientes.
Lo que quieren los taiwaneses: el 'statu quo'
Desde 1994, el Election Study Center de la Universidad Nacional de Chengchi (Taipéi), realiza un estudio de opinión anual acerca de la reunificación y la independencia. Las encuestas son fotografías del momento, mientras que los estudios longitudinales dan una idea más completa de las tendencias de opinión.
En las 19 ediciones del estudio se ha mantenido el mismo patrón. Los dos grupos minoritarios han sido los que desean independencia o reunificación inmediata; mientras que los dos grupos más importantes han sido los que quieren "'statu quo' y luego decidir" y los que quieren "'statu quo' indefinidamente".
A ellos se les suma, por un lado, los que quieren "'statu quo' hacia reunificación", que tuvo su pico a mediados de los años 90 y luego decayó por debajo del 10 %. Por otro lado, están los que quieren "'statu quo' hacia independencia", que tuvo su pico a inicios de esta década, pero que ya inició la tendencia a la baja.
Los dos grupos minoritarios han sido los que desean independencia o reunificación inmediata.
En total, casi el 88 % de la población quiere alguna forma de 'statu quo', y de estos, el 61 % quiere un "statu quo indefinido" o postergar su decisión para un futuro, también, indefinido.
¿Qué significa el 'statu quo'?
Para entender qué significa el 'statu quo' es necesario conocer un poco la realidad de la relación entre los dos lados del Estrecho de Taiwán.
En cuanto a lo económico, alrededor del 38 % de las exportaciones tienen como destino la parte continental de China, incluyendo Hong Kong. A pesar de los intentos del PPD de "diversificar" sus compradores, siguen dependiendo de la parte continental de China.
En 2021, el volumen comercial entre ambos lados fue de 328.340 millones de dólares. En cuanto a inversiones taiwanesas en la parte continental de China, al finalizar el 2021, llegaron a un valor total de 71.340 millones de dólares.
Sin embargo, lo más importante y lo que menos se reporta es la interconexión entre personas.
No se sabe con exactitud cuántos taiwaneses viven en la parte continental de China, pero se estima que hay entre dos a tres millones; es decir, alrededor del 10 % de la población de la isla.
Es difícil saberlo porque tienen derecho a solicitar el "documento de compatriota taiwanés", que equivale al documento de identidad de cualquier chino nacido en el continente.
Con él, tienen exactamente los mismos derechos y pueden moverse con total libertad. Se estima que muchos de ellos son estudiantes y empresarios. Los primeros vienen a estudiar con la proyección de graduarse y encontrar un empleo en el continente; mientras que los segundos, viven entre ambos lados del estrecho.
El único dato preciso es de los que se han registrado como residentes en la parte continental de China y han dejado Taiwán definitivamente. Según el censo de 2020, son 158.000 personas. En el censo anterior, en 2010, solo eran 12.000. El número se ha multiplicado exponencialmente en 10 años y la tendencia es a que continúe creciendo.
Este aumento exponencial sucede porque, desde hace unos años, en Taiwán se da la fuga de cerebros más grande del mundo. Miles de adultos jóvenes y de mediana edad se van a buscar un futuro mejor por las condiciones laborales cada vez peores.
En 2021, el gobierno regional de la isla prohibió el anuncio de trabajos en empresas en el continente, así como de subsidiarias chinas de empresas taiwanesas o extranjeras.
La mayoría viene a la parte continental de China donde los salarios pueden crecer el doble o triple. Del mismo modo, existen programas de empresas privadas y gobiernos locales para atraerlos. Si deciden asentarse en el continente, además, reciben apoyo del gobierno para los gastos de instalación.
Tal es la fuga que, en 2021, el gobierno regional de la isla prohibió el anuncio de trabajos en empresas en el continente, así como de subsidiarias chinas de empresas taiwanesas o extranjeras. Las penalidades eran mucho mayores si anunciaban trabajos en la industria de semiconductores.
A mediados de los años 90, el separatismo taiwanés inició un proceso de "des-sinificar" (o "des-chinificar") a los habitantes de la isla alterando el currículo escolar. Desligaron la historia de China y le enseñaron a toda una generación que ellos eran diferentes. Por ello, la mayoría de los jóvenes se identifica como taiwanés y no como chino.
Los taiwaneses pueden decir hacia un lado que no son chinos, pero al mismo tiempo, gozar de las ventajas del continente y las políticas especiales orientadas a su integración a China.
Sin embargo, no se preocuparon por sus condiciones materiales y han terminado empujándolos hacia el continente.
El 'statu quo' se sostiene en dos pilares. El primero, una desconfianza hacia Beijing que tiene raíces históricas. El segundo, la conveniencia. Los taiwaneses pueden decir hacia un lado que no son chinos, pero al mismo tiempo, gozar de las ventajas del continente y las políticas especiales orientadas a su integración a China.
Es en esta interacción que muchos descubren que lo que les dijeron sobre el continente es mentira; mientras que los más jóvenes se dan cuenta de que su identidad taiwanesa no es excluyente de la identidad china.
La imagen de Occidente
En Occidente se promueve una imagen de los "malvados comunistas" que no permiten que una pequeña isla viva "en libertad". Nada más lejos de la realidad.
Taiwán es el último rezago de la guerra civil que nunca terminó. Es una herida abierta de un periodo muy doloroso para los chinos. Cuando en Beijing hablan de "reunificación pacífica" es porque lo último que quieren es que chinos se vuelvan a matar entre ellos.
La interconexión entre ambos lados del estrecho está rompiendo las barreras. La migración masiva hacia el continente tendrá efectos en la siguiente generación. Tal vez, hoy en día, los taiwaneses se sientan extranjeros en su propio país, pero sus hijos, nacidos y/o criados en la parte continental de China, no lo serán.
Recurrir a las armas es el último recurso, pero el proceso lento de reunificación que se ha iniciado hace décadas y que se ha acelerado con la reciente migración, está siendo siempre amenazado por los separatistas de la mano con EE.UU.
La línea roja es el referéndum de independencia. Cuando se les pregunta a los líderes del PPD si lo harían, siempre responden que no es necesario porque son un país soberano. Saben que no es cierto. Sin la economía del continente no pueden sobrevivir y sus habitantes se están yendo en masa.
Además, cabe recordar, que su nombre oficial sigue siendo República de China y son sólo reconocidos por 12 países en el mundo, siendo la mayoría naciones insulares de muy poca población.
No lo harán, pero sí buscarán jugar con los límites para provocar que Beijing deje de lado el plan de reunificación pacífica y decida tomar la isla por la fuerza.
Este es un escenario que ya hemos visto antes en muchas partes del mundo, pero la paciencia es una cualidad inherente a la cultura china y su economía es mucho más importante que la del mismo EE.UU.
El tiempo y las condiciones materiales están a favor de la reunificación. En el proceso, viviremos en constante tensión por una potencial guerra en el Pacífico.