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El miedo a no saber nos hace ignorantes

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Acababa el turno de preguntas y era hora de terminar.

—Resumiendo. Para solucionar los conflictos, es fundamental estar abierto a entender, y para ello uno de los principales obstáculos es el miedo a sentirse torpes, por ejemplo cuando no preguntan por temor a hacer el ridículo, a que les consideren ignorantes. Es muy importante resolver ese temor, pues la mente tiene que partir de ese estado de 'no saber' para entender cosas nuevas.

—Bien, lo dejamos aquí y nos vemos el próximo martes.

Los asistentes se pusieron de pie mientras recogían y charlaban entre ellos. Con las despedidas y el ruido de sillas aún de fondo, uno de los alumnos se acercó hasta nuestra mesa.

—Me gustaría hacerles una pregunta.

—Adelante.

—En mi caso yo no creo tener miedo a no saber o a que me vean ignorante, soy profesor en la universidad y me dedico a la investigación. Aún así, ¿cómo puede uno asegurar o descartar que tiene ese problema?

—En su caso, ¿por qué no hizo esta pregunta en el turno de preguntas?

—Pues… —su cara se enrojeció, y él mismo se dio cuenta de la respuesta—. Ahora lo he entendido, muchas gracias.

El temor a la ignorancia

La mayoría de las personas temen sentirse ignorantes, especialmente frente a los demás, pero también consigo mismos. Si en un momento dado se equivocan o actúan torpemente, suelen criticarse, se castigan con pensamientos como "que tonto soy", "eres un torpe"…, y sufren la ira asociada a estos pensamientos. Este tipo de autocrítica también obstaculiza el aprendizaje, no ayuda a entender.

El temor a sentirse torpe le apartará de situaciones en las que podría disfrutar aprendiendo, incluso en muchas ocasiones, le puede imposibilitar para entender cosas que son imprescindibles para resolver sus problemas.

Otra de las asistentes al curso nos abordó en la escalera.

—Hubiera querido intervenir para preguntar, pero es que me da terror. No me salen las palabras. Tengo miedo escénico. ¿Pero por qué razón me pasa esto?

—No se conforme con la etiqueta de “miedo escénico”. Saber el nombre del problema no lo resuelve. Ese temor, como hemos explicado, es el efecto de otros, como el miedo a parecer torpe, al ridículo, a la crítica y al menosprecio. Ahonde en esos temores.

No saber algo no es ser despreciable

Es muy gratificante para una persona poder mostrar con sencillez que no sabe algo. Para poder actuar de este modo, hay que resolver el temor a que otras personas reaccionen negativamente ante esa muestra honesta de ignorancia. Puede ocurrir que otros traten de ridiculizar o sentirse superiores al que muestra que no sabe. En ese caso hay que ser consciente de que el problema es del otro, del que ridiculiza, y enfrentar la emoción que nos produce su actitud, para no caer en el mismo error que esa persona.

Para resolver el temor a que nos menosprecien por equivocarnos, también es necesario dejar uno mismo de juzgar o ridiculizar a los demás cuando se equivocan o no saben algo.

Estar al acecho de los posibles errores de los demás es otro síntoma del temor a no saber, a sentirse torpe frente a los demás. Una mente censuradora nos aparta de los demás y cronifica el problema. Por el contrario, cuanto menos se juzga a los demás, incluido mentalmente, menor es el temor a ser juzgado.

¿Es realmente tan importante que alguien pronuncie mal una palabra, se tropiece o confunda a un escritor con un cantante, para recriminarle o reírse de él? Son ejemplos simples, pero valdría lo mismo para cualquier error ¿No es más importante tratarnos bien, y si hay que indicar a otro un error, hacerlo con afecto?

Desde el punto de vista psicológico, el ser humano no está terminado, está en evolución, por lo tanto, está aprendiendo. Reconocer que uno no sabe algo produce un estado de apertura mental, genera la curiosidad necesaria para aprender. Por supuesto, esto no implica dejar de ver la realidad, al contrario, una mente sin temor es más capaz de percibir mejor la realidad tal cual es, podrá identificar lo que está mal y actuar con firmeza si es necesario para darle solución. Con firmeza pero sin odio, con inteligencia.

Resolver el temor a no saber, al menosprecio, le tornará más inteligente, amable y comprensivo, con usted mismo y con los demás.

Psicólogo Clínico y Psicoterapeuta, escritores. María Ibáñez y Jesús Jiménez.
Twitter: @MariaIyJesusJ
Facebook: María Ibáñez y Jesús Jiménez

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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