La nueva alerta terrorista estadounidense, ¿una cortina de humo? (Parte 1)

Nagham Salman experta en Oriente Próximo

La Administración de Obama no cesa en su carrera hacia el descrédito más absoluto. El presidente estadounidense, que fuera paradójicamente y de forma inaudita galardonado con el Premio Nobel de la Paz al iniciar su mandato sin poder acreditar ningún mérito político, debería tomar la digna decisión de devolver el galardón una vez abandone el cargo, por respeto a la comunidad internacional y para no dañar el prestigio y la credibilidad de la institución que lo otorga.

Red de espionaje a gran escala  


Al escándalo de WikiLeaks, con Julian Assange como cabeza visible, y cuya estela fue seguida por Bradley Manning, se une ahora la filtración de documentos de la NSA calificados de alto secreto por el analista de la CIA Edward Snowden. Estos tres defensores de la libertad de información no han tenido la misma suerte que Milton William Cooper a finales de los años ochenta, ya que mientras Assange y Snowden huyen de la justicia estadounidense a día de hoy, el soldado Manning ha sido condenado a ciento cincuenta años de prisión.

En esta ocasión, el mayor problema de la Casa Blanca es que la filtración de documentos no solo ha afectado a las esferas políticas, gubernamentales y diplomáticas internacionales, sino a la ciudadanía misma, lo que ha sido considerado un grave atentado a la intimidad y la vida privada por los propios ciudadanos estadounidenses y por el resto de democracias occidentales.

Los documentos filtrados por Snowden demuestran que los programas de espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA en sus siglas en inglés) son indiscriminados y sin ningún tipo de límite, y no están destinados exclusivamente a detectar terroristas. Esta circunstancia ha hecho estallar de nuevo a la opinión pública internacional, y también a parte de la propia opinión pública estadounidense y de los países occidentales, algo esto último a lo que no está acostumbrado el Gobierno estadounidense. 


Injerencia externa y manipulación mediática

A los sucesivos escándalos de espionaje que empañan al Gobierno estadounidense se une la política sobre el terreno que viene ejecutando la superpotencia con el apoyo de sus más incondicionales aliados, en especial en Oriente Próximo y Asia Central.

Siguiendo la línea de su predecesor en el cargo George. W. Bush, Barack Obama no ha hecho más que ahondar en la política neoimperialista inaugurada tras el 11 de septiembre de 2001. Bajo una eficaz manipulación mediática que en algunas ocasiones roza la intoxicación informativa, complementada con unos discursos cargados de promesas que pretenden encandilar al mundo, el premio Nobel de la Paz y primer presidente negro de los Estados Unidos ha ocultado una pésima gestión de la política internacional por parte del Departamento de Estado estadounidense en los últimos tiempos.

Actualmente, a nadie se le escapa que vivimos en un mundo más injusto y más inseguro que cuando Bush hijo dejó el cargo. Por no ir más lejos, la situación de Palestina, Afganistán e Irak se ha degradado en los últimos años. Además, otros nuevos conflictos se han creado a raíz de la denominada 'primavera árabe'. Son paradigmáticos los casos de Libia y Siria, en que se ha utilizado precisamente a mercenarios islamistas y a milicianos de Al Qaeda para promover el caos y la destrucción.

Ante la evidencia, incluso en los paises occidentales y pese a la manipulación mediática deliberada, el ciudadano que se preocupa por estar informado y contrasta información de diversas fuentes empieza a ver claro que lo que nos vendieron por primaveras han resultado ser otoños a las puertas de un frío invierno. Y Egipto podría ser el próximo país en ser sumido en el caos con un eventual conflicto entre islamistas y laicos, con la minoría copta como rehén.

Los escándalos de espionaje, unidos a esta deplorable situación sobre la arena política internacional, han acabado con la paciencia de la comunidad internacional y han confirmado la erosión acelerada del prestigio de la Casa Blanca, cosa que por otra parte suele ser usual en el ecuador de todo segundo mandato presidencial. 

Hasta tal punto se ha elevado el descrédito, que el Pentágono ha echado de nuevo mano de la vieja estrategia del miedo irracional inducido. Después de una ingente y prolongada inversión en inteligencia durante tanto tiempo, sería una pena poner en peligro el plan para un Nuevo Oriente Próximo, que hará por fin realidad la legitimación de unos y los intereses geoeconómicos de otros en toda la región.

 Nagham Salman es analista política especialista en asuntos de Oriente Próximo y comentarista de TV.