Opinión
Señores Kerry y Lavrov; ¿Sabremos algún día quién provocó el ataque químico en Siria?
Rusia y EE.UU. han llegado hoy a un acuerdo sobre el plan de entrega de los arsenales químicos sirios bajo control internacional. Una gran noticia en el sentido de que la vía militar y el anunciado bombardeo parecen descartarse por el momento y se apuesta por una resolución pacífica del conflicto.
Sin embargo, hasta que no pasen unos días e incluso unas semanas, no sabremos si existe una voluntad sincera o si se trata de una huida hacia delante o una forma ganar tiempo para una o para ambas partes. Solo el Sr. Kerry y el Sr. Lavrov y sus asesores saben qué se ha negociado realmente en privado, y no cabe duda de que la investigación sobre el ataque químico del día 21 de agosto ha estado encima de la mesa de negociaciones.
Lo más lamentable es que mientras las dos grandes potencias negocian en base a sus propios intereses, el pueblo sirio sigue desangrándose y sufriendo a diario las atrocidades de una guerra que dura ya casi tres años y cuyo fin no acaba de vislumbrarse. Esta guerra mundial en territorio sirio parece no tener final y alarga la agonía de los sirios sin que una Conferencia Internacional de Paz sea aceptada por el Departamento de Estado norteamericano, secuestrado por la voluntad de Arabia Saudita, Qatar, Turquía e Israel, quienes quieren la destrucción absoluta del gobierno de Bashar Al Assad para evitar que Irán acabe consagrándose como un líder regional.
El lunes la ONU debe pronunciarse sobre el ataque químico que el 21 de agosto sesgó la vida de cientos de personas. Después de casi un mes de cruces de acusaciones y de un circo mediático en que varios videos espeluznantes e imágenes auténticas y falsas han circulado por internet y han sido utilizadas por cientos de medios de comunicación de forma deshonesta e interesada en muchas ocasiones, confiemos en que ambas potencias no hayan pactado también el tipo de resolución que debe dictarse, y que no se posponga sine die el esclarecimiento de unos hechos dramáticos que han aterrorizado al mundo. Zanjar el tema y enterrarlo, como ha ocurrido en tantas ocasiones en la historia del mercadeo geoestratégico, sería no solo un insulto a la inteligencia, sino también un claro secuestro de la más alta institución internacional.
Esperemos que las Naciones Unidas, que es la institución multilateral internacional que vela por la aplicación del Derecho Internacional en pro de la paz y la justicia en todo el mundo, no sea manipulada ni presionada en esta ocasión. Confiemos en que haya llevado a cabo una investigación rigurosa y pormenorizada en base a las pruebas proporcionadas por todas las partes, porque la Comunidad Internacional tiene el derecho y la obligación de saber quién ideó el ataque, quién lo perpetró, qué agente tóxico fue utilizado y cómo fue utilizado. Pero sobre todo, quiénes fueron las víctimas.
Si algún día conseguimos identificar a los autores de este atroz crimen, éstos deben ser puestos a disposición de la Corte Penal Internacional y deben ser juzgados por crímenes de guerra, crímenes contra la Humanidad y crímenes contra el patrimonio histórico, cultural y espiritual de la humanidad y de un territorio que fue modelo de convivencia intersectaría y interétnica durante siglos.
Pero no solo los autores materiales del ataque deben responder ante el alto tribunal internacional. También los inductores o autores intelectuales. Porque no hay duda de que hay un cerebro retorcido detrás de un crimen aparentemente premeditado y demoníaco, que hace perder la fe en el ser humano y en el futuro mismo de la humanidad.
Sin embargo, hasta que no pasen unos días e incluso unas semanas, no sabremos si existe una voluntad sincera o si se trata de una huida hacia delante o una forma ganar tiempo para una o para ambas partes. Solo el Sr. Kerry y el Sr. Lavrov y sus asesores saben qué se ha negociado realmente en privado, y no cabe duda de que la investigación sobre el ataque químico del día 21 de agosto ha estado encima de la mesa de negociaciones.
Lo más lamentable es que mientras las dos grandes potencias negocian en base a sus propios intereses, el pueblo sirio sigue desangrándose y sufriendo a diario las atrocidades de una guerra que dura ya casi tres años y cuyo fin no acaba de vislumbrarse. Esta guerra mundial en territorio sirio parece no tener final y alarga la agonía de los sirios sin que una Conferencia Internacional de Paz sea aceptada por el Departamento de Estado norteamericano, secuestrado por la voluntad de Arabia Saudita, Qatar, Turquía e Israel, quienes quieren la destrucción absoluta del gobierno de Bashar Al Assad para evitar que Irán acabe consagrándose como un líder regional.
El lunes la ONU debe pronunciarse sobre el ataque químico que el 21 de agosto sesgó la vida de cientos de personas. Después de casi un mes de cruces de acusaciones y de un circo mediático en que varios videos espeluznantes e imágenes auténticas y falsas han circulado por internet y han sido utilizadas por cientos de medios de comunicación de forma deshonesta e interesada en muchas ocasiones, confiemos en que ambas potencias no hayan pactado también el tipo de resolución que debe dictarse, y que no se posponga sine die el esclarecimiento de unos hechos dramáticos que han aterrorizado al mundo. Zanjar el tema y enterrarlo, como ha ocurrido en tantas ocasiones en la historia del mercadeo geoestratégico, sería no solo un insulto a la inteligencia, sino también un claro secuestro de la más alta institución internacional.
Esperemos que las Naciones Unidas, que es la institución multilateral internacional que vela por la aplicación del Derecho Internacional en pro de la paz y la justicia en todo el mundo, no sea manipulada ni presionada en esta ocasión. Confiemos en que haya llevado a cabo una investigación rigurosa y pormenorizada en base a las pruebas proporcionadas por todas las partes, porque la Comunidad Internacional tiene el derecho y la obligación de saber quién ideó el ataque, quién lo perpetró, qué agente tóxico fue utilizado y cómo fue utilizado. Pero sobre todo, quiénes fueron las víctimas.
Si algún día conseguimos identificar a los autores de este atroz crimen, éstos deben ser puestos a disposición de la Corte Penal Internacional y deben ser juzgados por crímenes de guerra, crímenes contra la Humanidad y crímenes contra el patrimonio histórico, cultural y espiritual de la humanidad y de un territorio que fue modelo de convivencia intersectaría y interétnica durante siglos.
Pero no solo los autores materiales del ataque deben responder ante el alto tribunal internacional. También los inductores o autores intelectuales. Porque no hay duda de que hay un cerebro retorcido detrás de un crimen aparentemente premeditado y demoníaco, que hace perder la fe en el ser humano y en el futuro mismo de la humanidad.
Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.
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