La gran lección moral de América Latina a los dirigentes árabes

Nagham Salman experta en Oriente Próximo

Tradicionalmente,  la posición humanitaria de los países de América Latina respecto a los pueblos oprimidos  ha sido ejemplar en comparación con la de aquellos países que se autoproclaman defensores a ultranza de los Derechos Humanos en la esfera global.

La última agresión israelí contra Gaza ha provocado ya más de 1500 muertos, una tragedia humanitaria que debería sonrojar a los protectores del sionismo genocida.

Por otra parte, y en contraste con la pálida posición política árabe,  escondida tras una iniciativa egipcia, aparece la reacción internacional de los países de América Latina como la más contundente contra esta nueva salvaje agresión israelí.

A raíz de los acontecimientos, Bolivia no ha dudado en calificar a Israel como Estado terrorista, mientras Chile, Brasil, Ecuador, Perú y Salvador convocaron a sus embajadores en Israel para pedir explicaciones sobre las masacres cometidas en Gaza contra el pueblo palestino, algo que no han hecho ni Egipto ni Jordania.

 


 Hace décadas, Palestina era la única causa que unía a los árabes, a pesar de las diferencias entre sus gobernantes, pero este nuevo baño de sangre en Gaza no solo no ha unido a los líderes árabes, sino que algunos han incluso participado en el estrangulamiento de un pueblo enjaulado y bombardeado, como es el caso del cierre del paso de Rafah y la demolición de los túneles, que son la arteria para los habitantes de la Franja de Gaza.

La posición de los líderes árabes es débil y vergonzosa, y en contra del sentir general de sus ciudadanos, a los que no dudan en reprimir si intentan manifestarse o demandan de sus gobiernos una posición más firme.

 


En 2008, Hugo Chávez expulsó al embajador de Israel después de la agresión sionista en la Franja de Gaza, y tanto Venezuela  como Bolivia rompieron las relaciones diplomáticas con Israel en 2009. Algo que ya había hecho Cuba en 1973, después de la guerra de octubre, y que muestra la tradicional  naturaleza anti-colonial y anti-imperialista de América Latina respecto a Washington, mientras los líderes árabes son cada día más títeres en las manos del Uncle Sam.

 


 Palestina ya no es solo una zona geográfica, es un termómetro humanitario que separa entre la conciencia y la inconciencia, entre la moralidad y la inmoralidad. Y de estos sentimientos depende el futuro de la propio Ser Humano.

Árabes y latinoamericanos no compartimos  ni geografía, ni lengua, ni religión, pero sin duda compartimos los sentimientos de solidaridad y la compasión que siente cualquier ser humano bien informado ante un drama de tal magnitud. Sin embargo, no todos los gobiernos son coherentes con el sentir popular.

 


Los países de América Latina han demostrado el coraje,  la dignidad y la humanidad de la que carecen los gobernantes árabes!

Gracias, América Latina!!