Desde que se iniciaron las revueltas árabes y la palabra “primavera” ha ocupado ya un lugar en la historia de Oriente Próximo debemos preguntarnos;¿quién ha asignado a estas revueltas el nombre de primavera árabe? Y, ¿cuál es el objetivo de dicha denominación?
Desde el origen de los tiempos, la desestabilización de los pueblos ha sido siempre la mejor estrategia para imponer el dominio de unos sobre otros. “Divide y vencerás”,es la única norma por la que se guiaron las sucesivas potencias dominantes en Oriente Próximo desde que, a principios del siglo XX, el petróleo se consolidara como primera fuente de energía.Unanorma que además de inmoral no debiéramos olvidar que es ilegal,puesto que viola el principio de la no injerencia consagrado en la Carta de las Naciones Unidas.
Durante la guerra del Líbano de julio del 2006, que enfrentó a las milicias de Hezbolá con Israel, la entoncessecretaria de Estado de Estados Unidos, Condolezza Rice, viajó a Israel y aprovechó la ocasión para presentar el plan secreto del nuevo mapa geopolítico para Oriente Próximo, declarando en rueda de prensa en Tel Aviv que: “debemos estar seguros de que no volveremos al viejo Oriente Próximo y que este plan debe seguir adelante”.
El nuevo mapa de Oriente Próximo al que se refería la secretaria de Estado estadounidense pretende crear nuevas fronteras y nuevos países de base étnica y confesional en toda la región (ver mapas al final del artículo). Por citar varios ejemplos, Irak se dividiría en 3 países: kurdo al norte, sunita al centro y chiita al sur. Líbano se dividiría en cinco países: sunitas, chiitas, drusos, cristianos y palestinos. Siria se dividiría en tres países: alauitas en la costa, sunitas en el norte y centro, y drusos en el sur. Egipto sería partido en tres con la creación de un pequeño Estado copto alrededor de Alejandría y uno nubio al sur, mientras el golfo Pérsico se dividiría entre países chiitas y sunitas.
Si echamos un vistazo a la manera de dividir la zona y redibujar las fronteras de Oriente Próximo vemos que toda esta división refleja el gran interés de Occidente e Israel por conseguir sus objetivos estratégicos, políticos y económicos.
Este plan no pudo ver la luz en el 2006 porque, contra todo pronóstico, Hezbolá derrotó a Israel en aquella guerra. Pero el plan no fue cancelado,más bien pospuesto.
Cuando empezaron las revueltas árabes con la caída de Ben Ali en Túnez y el inicio de las protestas en otros países de la zona, Occidentevio ante síla oportunidaddoradapara retomar su plan. De ahí el gran apoyo que recibieron desde el principio las “primaveras” libia y egipcia. Al día de hoy, ambos países se encuentran en sendas situaciones más que complicadas. En Libia, un débil gobierno islamista provisional es incapaz de desarmar a unas milicias que luchan por el poder e infiltran armas y explosivos al centro de África, situación que fomenta el odio interconfesional en la región más olvidada del planeta, como demuestra el hecho de que los islamistas de Boko Haram asesinaran recientemente en Nigeria a cientos de cristianos. Mientras en Egipto se consolida el islamismo y el salafismo, proliferan los enfrentamientos entre coptos y musulmanes, el Ejército continúa reprimiendo y los jóvenes de la Plaza Tahrir lloran y cantan a la revolución secuestrada.
Por lo que respecta a Siria, el periódico The Guardian publicó recientemente que el presupuesto destinado a derrumbar el régimen de Bashar Al Assad ha superado con creces al de los otros países y ello por la importancia geopolítica que tiene Siria en Oriente Próximo,donde es un país clave. Conscientes de ello, EE.UU., Reino Unido y Francia, con la inestimable ayuda de las monarquías del golfo, fomentan el conflicto interreligioso interno para provocar la caída de Al Assad,que sería el primer gran paso para poder llevar definitivamente a la práctica el nuevo plan para la región, con el peligro de crear un conflicto generalizado que arrastraría a toda la región y que podría llegar a involucrar a países como Irán y Turquía.
Así, y para contestar la pregunta con la que se inicia este artículo, podríamos considerar sin alejarnos mucho de la realidad que la llamada “primavera árabe” es una manera de maquillar el nuevo intervencionismo geoestratégico en la región. Una nueva versión del “divide y vencerás”. Un otoño que corre el riesgo de convertirse en un largo, frío y oscuro invierno.
En el próximo artículo analizaremos el rol de Siria como país clave de toda la región.
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