Sarkozy tras el 6-M; ¿Elíseo o tribunales?

Nagham Salman experta en Oriente Próximo

Mañana se celebran las presidenciales en una Francia en crisis que ha perdido parte de su grandeur en estos últimos tiempos, hasta el punto que éstos comicios han sido considerados como la elección del cónsul de una de las provincias del Gran Imperio Estadounidense.

Dentro de unas horas se conocerá al inquilino del Palacio del Elíseo de los próximos cinco años. Si se cumplen los pronósticos de todas las encuestas electorales recientes, François Hollande sería el nuevo presidente de la República Francesa.

Como era de esperar, y lamentablemente para los intereses de Nicolás Sarkozy, recientemente ha irrumpido en la campaña electoral uno de sus escándalos más sonados, del que ya se hicieron eco Le Monde y el Financial Times hace unos meses. No es más que la supuesta financiación ilegal para las presidenciales del 2007, cuando presumiblemente recibió 50 millones de euros del que fuera su gran aliado, Muammar al Qaddafi, el cual plantó su jaima delante del Elíseo poco después en una visita oficial a Francia.

Los documentos oficiales sacados a la luz por la web mediapart.fr parecen haber sido suministrados por personas pertenecientes a los antiguos servicios de inteligencia libios y prueban también que Sarkozy podría haber recibido otra importante suma de dinero del conocido traficante de armas Ziad Takiddine a cambio de los favores del presidente.

Hace casi un año y medio, cuando la OTAN bombardeó Libia y armó a un ejército de rebeldes y mercenarios bajo la comandancia de Francia, Gaddafi debió pensar aquello de “con amigos así, no hacen falta enemigos” o “es de malnacidos no ser agradecido”. Y quizás no le faltaba razón al hombre que sería asesinado meses después dejando Libia sumida en el caos más absoluto.

Un caos que se está extendiendo a lo largo de África, donde la ingente cantidad de armas facilitadas por la OTAN se han filtrado hacia el sur y son ahora objeto del tráfico de grupos islamistas que instigan a la desestabilización de países como Chad, Mali, Costa de Marfil e incluso Nigeria, en una zona de influencia tradicionalmente francesa. Esto demuestra que la intervención en Libia, además de inmoral e ilegal, puede acabar perjudicando a los intereses de Francia en la región.

Este intervencionismo en los asuntos internos de países soberanos ha alcanzado su máxima expresión en el caso del conflicto sirio, en el que la alianza antinatura de Sarkozy, asesorado por Bernard Henry Levy y Alain Juppé, con las facciones religiosas lideradas por Qatar y Arabia Saudí no ha pasado desapercibida para gran parte del electorado. La ciudadanía francesa, orgullosa de la tradicional promoción histórica de los Derechos Humanos de su país, no debería permitir la deriva neocolonialista en que ha embarcado Sarkozy a Francia, como gran abanderada de un nuevo macroplan geoestratégico occidental, que se resiste a la transición natural desde el mundo unipolar actual hacia uno multipolar.

El 6 de Mayo del 2012 puede pasar a los anales de la historia por ser la tumba política del señor Sarkozy y la 'primavera árabe' puede cobrarse su primera víctima política occidental.
Pero las consecuencias de su posible último mandato pueden ir mucho más allá de la política, porque Nicolás Sarkozy se enfrenta a graves acusaciones y muy probablemente tenga que demostrar su inocencia delante de los tribunales franceses… y quizá algún día también delante del Tribunal Penal Internacional por algunas actuaciones que no han salido todavía a la luz…

Vaya contratando buenos abogados, señor Sarkozy.

Nagham Salman es jefa de proyectos europeos de investigación y analista política especialista en asuntos de Medio Oriente.
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