Del sueño de una Unión por el Mediterráneo a una Unión Europea en peligro de extinción
Es por ello que no es casualidad que el Partenariado Euro-Mediterráneo, conocido como Proceso de Barcelona, naciera en la Conferencia que se celebró en la Ciudad condal en 1995 tras el impulso dado al Proceso de Paz de Oriente Medio por la Conferencia de Madrid de 1991, los Acuerdos de Oslo y la nueva realidad geopolítica de la Europa del Este.
La asociación representaría la culminación de una serie de iniciativas anteriores en materia de relaciones exteriores de las Comunidades Europeas con el Mediterráneo. Hasta ese momento, la Unión Europea había intentado encontrar, sin éxito, el formato adecuado para englobar en un todo las relaciones con los países árabes e Israel. El resultado fue una iniciativa única y muy ambiciosa que sentaría las bases para una nueva relación a escala regional.
El Proceso de Barcelona se fundaba en la idea de asociación y los principios fundacionales de la política euro-mediterránea eran, como reza la Declaración de Barcelona de 1995, "hacer de la cuenca mediterránea un ámbito de diálogo, intercambio y cooperación que garantice la paz, la estabilidad y la prosperidad, para lo que se precisa consolidar la democracia y el respeto de los derechos humanos, lograr un desarrollo económico y social sostenible y equilibrado, luchar contra la pobreza y fomentar una mayor comprensión entre las diferentes culturas".
Sin embargo, las buenas intenciones y las grandes expectativas del proceso se verían truncadas por dos de los mayores dramas humanos del cambio de milenio: las guerras de los Balcanes y la segunda intifada palestina. En 2001 se iniciaría la guerra contra el terror y en julio de 2006, la guerra del Líbano.
A principios de 2008, cuando negros nubarrones se ceñían sobre Europa y los augurios de una crisis económica y financiera acaparaban ya los noticieros, el entonces flamante presidente francés, Nicolás Sarkozy, decidió dinamizar el proceso euro-mediterráneo y apropiarse de él.
La Unión por el Mediterráneo surge en la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno euro-mediterráneos celebrada en París en julio de 2008, en la que el anfitrión y propulsor, Nicolás Sarkozy, en un ataque de protagonismo, narcisismo, populismo y tacones altos, y con el objetivo de poder llegar a ser algún día "presidente del Mediterráneo", se fotografió y abrazó efusivamente con, entre otros, Bashar al Assad, Hosny Mubarak y Ben Alí.
La cumbre fijó las grandes orientaciones de la iniciativa, asumiendo todo el acervo del Proceso de Barcelona. Estas grandes líneas fueron posteriormente concretadas en la Conferencia de Ministros de Asuntos Exteriores celebrada en Marsella en noviembre de 2008, en la cual se acordó la ubicación del Secretariado permanente de la Unión por el Mediterráneo en la ciudad de Barcelona, .El Palacio Real de Pedralbes sería el escogido como sede del nuevo organismo internacional.
Las principales novedades que aporta la Unión por el Mediterráneo consisten en la ampliación del número de países miembros y en el establecimiento de una nueva arquitectura institucional. El Proceso de Barcelona contaba con 39 miembros: los 27 Estados de la Unión Europea y los Socios del Sur; es decir, la Autoridad Nacional Palestina, Argelia, Croacia, Egipto, Israel, Jordania, Líbano, Marruecos, Mauritania, Siria, Túnez y Turquía. En la Unión por el Mediterráneo se incorporarían cuatro Estados más: Bosnia y Herzegovina, Montenegro, Croacia y Mónaco, que pasan a formar parte de los Estados de la Ribera Sur y elevan el número de socios a 43.
Por otra parte, a los principios fundacionales del Proceso de Barcelona se añadirían, como un nuevo gran objetivo, seis proyectos concretos de integración regional, que son: descontaminación del Mediterráneo, autopistas del mar y terrestres, protección civil, energías alternativas y Plan Solar Mediterráneo, enseñanza Superior, Investigación y Universidad Euro-mediterránea e Iniciativa de Desarrollo Empresarial (PYMES).
Tras casi cuatro años de existencia, la UpM -siglas de la Unión por el Mediterráneo, ha tenido cuatro presidentes y no ha siquiera iniciado alguno de los proyectos citados anteriormente. Según algunos expertos, el proyecto ya había nacido muerto por falta de voluntad política desde Bruselas.
Pero sin duda, ha sido la flagrante violación de los principios fundacionales de la organización, en lo que los servicios de propaganda de la CIA bautizaron como 'Primavera Árabe', la circunstancia que ha privado de toda credibilidad y legitimidad a un proyecto tan ambicioso. Durante este último año y medio, y en especial en los casos de Libia y Siria, se ha hecho evidente que los principios que hacen referencia a la promoción de la paz y la estabilidad en el Mediterráneo y cooperación para el desarrollo económicos se han convertido en promoción de la guerra y la inestabilidad y cooperación al subdesarrollo económico.
Quizás sea más rentable desestabilizar la región para poder vender armas y poder después expoliar los recursos naturales y la fuerza de trabajo tras un periodo de caos y destrucción. Un ejemplo más de doble moral e hipocresía en la Política Internacional.
Mientras tanto, las banderas de la sede en Palacio de Pedralbes en Barcelona han sido suprimidas por falta de recursos y la propia Unión Europea está luchando por su propia supervivencia.
NaghamSalman es jefa de proyectos europeos de investigación y analista política especialista en asuntos de Medio Oriente.
Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.
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