Tras la prevista victoria de Barack Obama en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2008, el mundo se emocionó con el nuevo presidente estadounidense. Era el primer inquilino afroamericano de la Casa Blanca, de amplia sonrisa y mirada sincera. Gesto amable y movimientos sinuosos que denotaban harmonía y paz interior. Y un discurso apaciguador, casi profético.
Durante los ocho años de discordia sembrada alrededor del globo por su predecesor George W. Bush, a quien le tocó hacer el trabajo sucio del Imperio tras los auto-atentados del 11-S con el fin de consolidar su hegemonía mundial, sirviéndose de una nueva cruzada imperialista, nos acostumbramos a un lenguaje rudo más propio de los western de Hollywood que de un presidente americano. Expresiones como “We want him, dead or alive”, “War against terrorism” y “Mission accomplished” ya han pasado a los anales de la historia. Abraham Lincoln y George Washington debieron revolverse en sus tumbas.
La CIA tenía muy claro que había que limpiar la imagen del país. Obama era la antítesis de Bush y la persona más apropiada para tan ardua tarea. Hijo y nieto de agentes de la CIA, ya desde las primarias del partido demócrata, su “Yes, we can”, repetido hasta la saciedad como si de mantra se tratara, había seducido a más de medio mundo y había creado grandes expectativas de paz. Muchos fuimos los que pensamos que una nueva etapa podía vislumbrarse en el horizonte y que el Derecho Internacional sustituiría a la ley del más fuerte.
El discurso que pronunció Barack Obama en el Cairo en junio de 2009, donde tuvo como anfitrión al ahora defenestrado presidente egipcio Hosny Mubarak, fue una gran puesta en escena donde la maquinaria propagandística norteamericana mostraba a la Comunidad Internacional cómo el Imperio se reconciliaba con sus oprimidos.
En dicho discurso, en que citó algunos de los versículos del Sagrado Corán, Barack Obama recibió 37 aplausos del público y remarcó los cinco objetivos en los que se iba a basar su política exterior:
· Reiniciar las negociaciones de paz entre los palestinos y los israelís.
· Mejorar las relaciones árabe-estadounidenses después de la guerra de Irak.
· Conseguir la estabilidad en Irak antes de retirar las fuerzas militares.
· Retirar las fuerzas de Afganistán.
· Negociaciones con Irán respecto a su programa nuclear.
Lamentablemente, el tiempo ha demostrado que los que manifestaron escepticismo respecto a la bondad de sus palabras tenían razón y que su discurso fue solo una declaración de buenas intenciones que en ningún caso se han cumplido.
En primer lugar, y por lo que respecta al conflicto palestino-israelí, las negociaciones siguen estancadas como hace cuatro años. El pueblo palestino sigue oprimido y los medios de masas occidentales han ignorado deliberadamente toda información al respecto. Para agravar más la situación, el Gobierno de Nettanyahu se ha mostrado más intransigente que el de Ariel Sharon respecto a la cuestión del retorno a las fronteras de 1967. Por si fuera poco, el Gobierno israelí ha boicoteado constantemente el proyecto de creación de un Estado Palestino en la misma ONU. Sin duda, malas perspectivas respecto al proceso de paz.
Por lo que respecta a Afganistán, después de más de 10 años de ocupación y la muerte de decenas de miles de personas, entre ellas más de 2.000 soldados estadounidenses, la mayor parte del país sigue dominada por los talibanes y el país sigue sumido en el caos, exceptuando Kabul y las bases militares de la OTAN, plazas fuertemente defendidas por una extraña mezcla de soldados principalmente anglosajones, soldados afganos entrenados y pagados por la OTAN y mercenarios de diversa procedencia. El objetivo: tener bases cerca de Rusia y China, además de acceso a los recursos naturales de Asia Central.
Bases militares de la OTAN en Afganistán
El caso de Irak es quizás el más sangriento de todos. Después de un período de intoxicación mediática similar a la que sufren Siria e Irán en estos momentos, la opinión pública occidental creyó que Saddam Hussein poseía un gran arsenal de armas químicas a punto de ser utilizadas. Dos años más tarde se demostró que la CIA había fabricado pruebas falsas.
Desde la invasión de Irak en 2003, se cuentan por más de 1 millón de personas las muertas, entre ellos más de 5.000 soldados estadounidenses y más de 4 millones de personas desplazadas o refugiadas. El país antaño baasista y laico se haya sumido desde hace años en un conflicto interconfesional no declarado en que las milicias de Al Qaeda campan a sus anchas. Mientras tanto, mercenarios con sueldos de ejecutivo y soldados estadounidenses custodian los pozos petrolíferos y protegen al Gobierno títere de Al Maliki.
La 'Primavera Árabe' ha sido el episodio que ha desenmascarado definitivamente a Barack Obama y a la expansión neocolonialista que se oculta bajo su discurso aparentemente inofensivo. Después de casi dos años de otoño, el balance no es nada positivo en ninguno de los países donde triunfaron las “revoluciones democráticas”, que han resultado ser islamistas. Y aún queda el invierno.
El caso más hipócrita de esta primavera de discordia e intereses ocultos ha sido con diferencia el de Libia, donde a consecuencia de los "bombardeos humanitarios” de la OTAN sobre diferentes ciudades, se estima que murieron más de 100.000 civiles. Ningún medio de comunicación occidental ha informado al respecto todavía y el país sigue sumido en el caos y con sus pozos petrolíferos a buen recaudo.
Lo más preocupante al día de hoy es que la última declaración de Obama fue la amenaza de intervención militar en Siria en caso de que “el régimen sirio utilice armas químicas contra su propia población”. Esto puede recordar a las semanas previas a la invasión de Irak.
Pero más inquietantes son las declaraciones coincidentes de ambos candidatos respecto a Siria e Irán en la campaña electoral a las presidenciales estadounidenses de noviembre, como si ambos candidatos fueran conscientes que la decisión en política exterior ya está tomada. Suenan tambores de guerra para después de las elecciones; independientemente de quien sea el ganador, Siria e Irán son los dos países del 'Eje del Mal' que quedan por caer. Quizás podamos hallar las claves en un perturbador discurso que pronunció el presidente en fecha y lugar que no he podido averiguar:
A lo que Bush llamó “guerra contra el terror”, Obama lo llama “promoción de la democracia y los derechos humanos”. Obama, al igual que lo fuera Osama, es una creación de la inteligencia estadounidense al servicio del neoimperialismo anglosajón.
….Hace unos minutos acabo de leer en un reconocido medio de comunicación español que cada año se suicidan en Estados Unidos más de 6.500 excombatientes que han enloquecido en el frente. Me pregunto cuál debe ser la causa de ese trastorno mental a gran escala y me imagino que debe ser consecuencia de una situación traumática insuperable. Supongo que no hay que ser psicólogo para deducir que esta epidemia de suicidios se debe en gran parte al insoportable remordimiento de conciencia que algunos soldados tienen por los crímenes contra la humanidad que han sido obligados a cometer en Irak y Afganistán.
..Y por desgracia, se seguirán cometiendo
Nagham Salman es jefa de proyectos europeos de investigación y analista política especialista en asuntos de Medio Oriente.
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