Y eso es lo que deben estar pensando a día de hoy los miembros del Consejo Nacional de Transición (CNT) cuando presencian el monstruo en que se ha convertido Libia tras un año del asesinato de Gaddafi. Así lo demuestran las declaraciones del Presidente del Congreso libio Mohammed al Magrif, que utilizó la semana pasada las palabras 'caos', 'negligencia', 'desorden' y 'corrupción' para referirse a la situación del país.
Hillary Clinton siendo recibida por miembros del CNT
Después de los intensos bombardeos de la OTAN, ingentes cantidades de armas fueron introducidas en el país junto a miles de mercenarios y yihadistas de Al Qaeda, en su mayoría veteranos libios de Afganistán e Irak en un primer momento. Estos tomaron rápidamente el control de los grupúsculos de rebeldes libios, compuestos por jóvenes desempleados y descontentos con su gobierno.
Libia es hoy un estado fallido donde un crisol de milicias salafistas, takfiristas, y grupúsculos de Al Qaeda campan a sus anchas aterrorizando a la población. El enfrentamiento entre facciones, los asaltos, los asesinatos selectivos, el pillaje, los secuestros y los ajustes de cuentas son el pan de cada día, y la cifra de muertos y desaparecidos sigue aumentando. Las “prisiones privadas” de las milicias siguen abarrotadas de reclusos en condiciones infrahumanas, y el terror a los grupos armados ha provocado la huida de más de un millón de personas entre desplazados internos y refugiados políticos.
La ausencia de un ejército oficial y una policía hace imposible la protección de la población y mucho menos la estabilización del país.
Entre los actos más salvajes que llevan a cabo dichas milicias está la aplicación más estricta de la 'sharia' a todos aquellos musulmanes a los que consideran apóstatas o malos musulmanes, y a los leales a Gaddafi, con cientos de ejecuciones sumarias sin previa acusación ni juicio. Estos crímenes son silenciados por los medios occidentales, cuyas sociedades creen que Libia se encuentra en plena “transición democrática”.
http://www.fp-es.org/libia-teme-a-las-milicias-yihadistas
La persecución de las minorías religiosas y la destrucción de símbolos cristianos, incluidos cementerios, y de toda manifestación islámica que se aparte de la ortodoxia integrista takfir, en especial los templos sufís, están siendo también documentadas.
Salafistas libios destruyen un cementerio cristianoIntegristas destruyen dos mausoleos en las ciudades libias de Trípoli y Zlitan
Además de los continuos crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad descritos anteriormente, no son menos frecuentes los delitos contra el patrimonio histórico y el pasado cultural de Libia. El expolio del patrimonio arqueológico libio es un negocio muy lucrativo y permite a las milicias seguir financiándose. Esta situación ya se produjo en Irak, y ahora también empieza a producirse en el norte de Siria. Es lamentable que todos los museos y emplazamientos arqueológicos hayan sido ya saqueados en Libia.
Como siempre ocurriera desde que se iniciara el colonialismo imperialista, los objetos robados pasan siempre a engrosar los patrimonios personales de acaudalados coleccionistas de arte.
Pero, sin duda, lo que debería avergonzar a la comunidad internacional son los recientes ataques a los últimos reductos leales a Gaddafi, en especial la ciudad de Bani Walid, donde la semana pasada las milicias atacaron la ciudad con fósforo blanco y gas nervioso, muriendo cientos de civiles.
Algunos analistas consideran que los ataques fueron premeditados y ordenados por el propio CNT con el fin de eliminar de raíz al gaddafismo, para así aniquilar a las nostalgias del pasado y evitar un posible ánimo de venganza en el futuro.
Estos hechos podrían ser constitutivos de genocidio, y varios países han pedido a las instituciones internacionales que inicien una investigación de lo ocurrido para llevar al Tribunal Penal Internacional a los autores. Por ahora, y como era de esperar, los medios de comunicación hegemónicos han guardado silencio sobre lo ocurrido y sobre la petición de una investigación.
Imágenes espeluznantes de cadáveres y restos humanos carcomidos por el fósforo blanco, muchos de ellos niños.
Se advierte que las imágenes pueden herir la sensibilidad de las personas
Nagham Salman es jefa de proyectos europeos de investigación y analista política especialista en asuntos de Oriente Medio.
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