Entre tiktokers e indígenas: ¿conseguirá el correísmo volver al poder en Ecuador?
Las primeras vueltas presidenciales, en los lugares donde se aplican, generan ejercicios políticos que dejan en segundo plano la 'utilidad del voto', debido a que están seguidas de un acto de mayor importancia como es la segunda vuelta, donde finalmente el electorado debe comportarse de manera más 'sensata'.
Así, estas primeras vueltas muchas veces invitan a develar identidades y preferencias no solo electorales, sino también políticas en sentido amplio, que a la larga pueden tener más peso. La gente 'sale del closet' y abandona las grandes casas políticas, cómo acaba de ocurrir en Ecuador. En las segundas vueltas, sin embargo, suele suceder lo contrario. Las minorías buscan volver a ser mayoría. La utilidad del voto significa la capacidad política de imponerse y ejercer poder.
Sin obviar la importancia del primer voto en las presidenciales, especialmente visto como tendencia social, en el corto plazo lo central es la coyuntura que se presenta para la segunda vuelta, que en Ecuador se disputará el próximo el 11 de abril.
Las matemáticas no fallan. El correísmo requiere una campaña que permita la suma de un contingente importante de votantes que prefirieron otra opción hace pocos días.
Independientemente del resultado del segundo puesto, el candidato del correísmo Andrés Arauz (32,7%) deberá buscar ese casi 48 % de electores que no le votaron ni a él ni a Guillermo Lasso, el candidato derechista y banquero líder de las élites ecuatorianas irremediablemente anticorreístas, quien el 7 de febrero sacó cerca del 20 %.
Hay que recordar que en la primera vuelta de 2017, cuando el correísmo iba unido en torno al actual presidente Lenín Moreno, Guillermo Lasso sacó el 28 % de los votos, y en el balotaje llegó a 48 %, rozando por 2,5 % la candidatura del correísmo. Es decir, tuvo capacidad de sumar un amplio contingente de votantes.
Arauz requiere sumar cerca de 20 puntos para garantizar su victoria: ¿de dónde puede sacarlos?
¿Dónde están los votos?
En la primera vuelta de las presidenciales ecuatorianas del 7 de febrero emergieron en el plano electoral dos identidades que han transfigurado el mapa político este 2021: la indígena (20%) en torno a Yaku Pérez, de Pachakutik, que siempre había tenido mucho poder de movilización pero resultados electorales disminuidos; y los jóvenes urbanos en torno a la candidatura de Xavier Hervas, de Izquierda Democrática (16%), el candidato que se hizo famoso por su campaña en Tik Tok.
Pero la campaña no se trata solo de centrarse en los candidatos, más si no sabemos aún quién será el oponente de Arauz. Pensemos más asertivamente en los sectores nombrados, que se han convertido en minorías de peso electoral que parecen conducirse en franco crecimiento y sin los cuales la candidatura de Arauz estaría en claro riesgo electoral.
El evento del 11 de abril, y sobre todo la campaña previa, van a permitir ver si el correísmo tiene la capacidad de hablarle a ambos públicos y convencerles de otorgarle sus votos.
El resultado de la primera vuelta es insuficiente para cualquiera de los candidatos en una segunda vuelta. Entonces, es el momento de poner toda la carne en el asador.
No bastan los votos de la primera vuelta
El correísmo deberá doblar las coyunturas para aceptar errores y poder convencer a los que votaron por la fórmula correísta en 2013 y 2017, pero que el 7 de febrero de 2021 no lo hicieron, a que vuelvan a hacerlo. Esto incluye, en buena medida, abrir los canales con el movimiento indígena y los sectores populares de la sierra, que han votado al controversial Yaku Peréz. ¿cómo el correísmo puede generarles nuevamente confianza?
Conseguir el apoyo indígena de base puede ser más fácil para el candidato Andrés Arauz, en relación al resto de electorado. Aunque habría que analizar muy bien el contexto del surgimiento del sector electoral que apoyó a Xavier Hervas y preguntarse hasta qué punto este sector no pertenece a una clase emergente que se benefició de los años de Correa en el gobierno y pudo ascender socialmente. Es decir, hasta qué punto los votantes de Hervas son en cierta forma "hijos del correísmo", en el sentido de que sus padres apoyaron o apoyan al correísmo. La única garantía política de comunicarse con este sector es escuchándole y comprometiéndose con sus demandas.
El campo de lo popular estará en juego si Yaku Perez pasa a segunda vuelta. Si no, Arauz tiene el margen de maniobra para convocar un frente antineoliberal que vaya más allá de los factores internos al correísmo.
Arauz va a tener que ceder ante demandas legítimas que las bases vienen exigiendo al correísmo. Sobre todo, este debe comprobar que sabe rectificar y renovarse ante un sector crítico, reserva moral de América Latina como es el movimiento indígena ecuatoriano, pero también ante la juventud tan politizada como abstencionista. La prepotencia es el peor consejero de la dirigencia política en momentos como este. Ya no se trata de repetir eslóganes como "hemos cometido errores", "nadie es perfecto" o algún otro golpe de pecho. La política es mucho más que eso. Se trata de ceder en demandas preexistentes que por alguna razón, que ya no importa tanto, fueron ignoradas. La gente clave en este momento es la que no se inscribe en el 'correísmo duro'.
Para retomar el voto joven y urbano de Hervas, Arauz deberá comprender que ser joven no es garantía de comunicación con este sector y debe vetar cualquier discurso petrificante que reivindique 'viejos tiempos'. Evitar centrarse en una especie de 'restauración del correísmo'. Si el correísmo no logra conectar con este sector, sufre la amenaza de ir envejeciendo.
Rescatar ambos sectores implica movimientos audaces, políticos, del cual dependerá el futuro del correísmo y no solo en estas presidenciales, sino también en los siguientes acontecimientos.
Entonces no se trata solo de pensar en un 'voto útil' contra las 'elites económicas', sino de reconvertir al correísmo como el oponente políticamente efectivo contra el avance neoliberal que acecha a los sectores populares del Ecuador que se levantaron en 2019 contra el actual presidente Lenín Moreno.
Se desvanece el pacto anticorrea
El intento de acuerdo entre los candidatos que tuvieron un empate técnico en el segundo lugar, el empresario Guillermo Lasso y el indígena Yaku Perez, quienes debatieron de manera pública el 12 de febrero, fue abortado de manera presurosa por ambos líderes a las pocas horas del encuentro televisado.
El fracaso puede terminar debilitando sus aún hipotéticas candidaturas para una segunda vuelta. Ambos líderes han demostrado no poder llegar a acuerdos que impliquen una oposición firme contra el correísmo. Es decir, si bien el correísmo no pudo conseguir una mayoría sólida, los otros actores en juego tampoco pueden facturar una alianza, con lo cual la primera mayoría (el correísmo) incrementa la ventaja simbólica de más de 12 puntos sobre cualquiera de las otras opciones que no pueden hacer un frente común.
¿Puede hablarse de voto útil entre la mayoría progre del país?
¿Puede el correísmo ser nuevamente una casa grande?
Esto lo veremos las próximas semanas.
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