El 22 y 23 de febrero de 2019, pocos días después de la autojuramentación como presidente interino del entonces diputado Juan Guaidó, se llevaría a cabo una especie de "Día D" en el que, según las expectativas de los organizadores internacionales, el presidente Nicolás Maduro caería de manera inevitable.
Aunque en Venezuela pocos se imaginaron que un evento tan lejano —del lado colombiano de la frontera tachirense, a casi 1.000 kilómetros de Caracas— pudiera causar alguna conmoción como la esperada, en el mundo muchos fueron entusiastas impulsores del gran evento.
La ciudad colombiana de Cúcuta serviría como centro de operaciones.
El día 22 se realizó un concierto —Venezuela Aid Live—, que fue televisado por grandes cadenas mediáticas y en el que participaron decenas de artistas internacionales de primer orden para recolectar ayuda humanitaria que se destinaría a Venezuela. Cantaron Lele Pons, Maluma y Luis Fonsi: el 'mainstraim' estaba decidido a salir de Maduro. De los viejos famosos estaban Juanes, Carlos Vives y Alejandro Sanz, entre muchos otros.
El gobierno de Venezuela había dispuesto otro concierto del lado venezolano de la frontera y denegado el acceso de la ayuda humanitaria por razones de seguridad, denunciando un plan de invasión de EE.UU. y Colombia.
Al día siguiente, el 23, algunas decenas de militares venezolanos desertaron y cruzaron la frontera para unirse a la 'gesta de Guaidó' de forma aislada y sin algún vicio de rompimiento en la cadena de mando militar. La ayuda humanitaria, reducida a tres camiones, sería quemada por los propios opositores en plena frontera, cuando intentaban ingresarla rodeada por decenas de manifestantes encapuchados.
Mientras tanto, el 'alto mando' en Cúcuta, compuesto por los presidentes Sebastián Piñera (Chile), Iván Duque (Colombia) y Abdo Benítez (Paraguay), comandaba las acciones entre pantallas y mapas a escasos metros del lugar de la "batalla", junto a Guaidó y el secretario general de la OEA, Luis Almagro.
En la tarde-noche del 23, ya no había nada que hacer. El conflicto no escaló, los artistas ya estaban en casa y, como se esperaba, Maduro seguía en Miraflores (sede presidencial). El mundo se dio cuenta que el evento no cambiaría la correlación interna de fuerzas en el territorio venezolano y más tarde comprendería que, por el contrario, terminaría siendo una mancha que dos años después permanece y sigue expandiéndose en torno a la credibilidad de Guaidó y su entorno. Además, las fuerzas armadas estarían más compactadas debido a la amenaza de su histórico adversario: el gobierno colombiano, desde donde salía la ofensiva opositora.
Las consecuencias del evento han sido un karma para la oposición a Maduro. Mientras pasaban semanas y meses posteriores, muchas cosas fueron saliendo a la luz y desvelaron la debilidad del accionar del interinato y sus aliados.
Así, se colocaría el nombre de 'Cucutazo' a la cadena de errores que cometería la oposición esos días y que les terminaría costando caro.
Consecuencias a dos años del suceso
Uno de los más golpeados por el fracaso de este evento fue, sin duda, el presidente chileno Sebastián Piñera, que se atrevió a buscar un liderazgo regional haciéndose presente en el lugar de los sucesos durante los dos días, y terminando las jornadas en medio de una situación de nerviosismo notable.
Dos años después, el gobierno chileno está repatriando por la fuerza a decenas de migrantes, que aún recuerdan los días en que Piñera hablaba de la ayuda humanitaria y prometía dar cobijo seguro a los venezolanos contra la "calamidad" existente en Venezuela. Piñera no ha recordado más el tema humanitario, aunque ahora le llega a sus puertas el problema de la migración venezolana y responde de manera pugnaz.
Podría decirse que al gobierno del presidente paraguayo no le fue tan mal, pues logró firmar con Guaidó, algunos días después del concierto en Cúcuta, una especie de condonación de su deuda con la petrolera venezolana PDVSA, otro escándalo que salió en enero de este año, debido a la forma —ilegal y secreta— en que se alcanzó el acuerdo.
El karma sigue apareciendo.
Al presidente colombiano Duque tampoco le afectó tanto, ya que tiene una larga lista de escándalos propios. El tema Venezuela sigue siendo un anatema y una oportunidad para enunciar discursos radicales que ya el resto de la región no repite. Sin embargo, perdió credibilidad ante sus aliados del norte.
Pero para Guaidó este evento sí fue especialmente calamitoso.
Guaidó: el comienzo del fin
Derrotado el intento insurreccional de Guaidó de esos días, lo peor en relación al 'Venezuela Aid Live' aún no se había divulgado.
Fueron saliendo a la luz pública diferentes situaciones ocurridas durante el evento que debilitaron la imagen de Guaidó y la oposición en Venezuela y el mundo.
Primero porque las altas expectativas de cambio inmediato de gobierno no llevaban ninguna forma concreta de establecerse. El hecho fue más un simulacro mediático que un acontecimiento político, un engaño al mundo dominado por el trumpismo que esperaba con ansias un desenlace.
Pero además, a las horas explotó otro escándalo debido a la intoxicación por parte del diputado opositor Freddy Superlano y su primo, Carlos Salinas, quienes celebraban en Cúcuta con prostitutas que aparentemente les drogaron y robaron, mientras ocurrían los eventos políticos. Ambos estuvieron muy graves y el segundo falleció.
Los afectados eran organizadores del evento y miembros del partido Voluntad Popular, encabezado por Guaidó, por lo que comenzaron a circular informaciones sobre el mal manejo de los recursos recabados para supuesta la "ayuda humanitaria", que estarían siendo usados en fiestas y otros menesteres.
Casi un mes después, específicamente el 10 de marzo, el escándalo tomó un matiz más político cuando el New York Times presentó una investigación que concluía que la ayuda humanitaria no había sido quemada por el gobierno, como repitieron diferentes dirigentes políticos y medios, sino causada por los propios seguidores de Guaidó que lanzaron bombas molotov, una de las cuales hizo impacto en los camiones.
No solo se caía el argumento de peso que justificaba el fracaso de su acción: "el dictador quemaba la comida de sus hambrientos ciudadanos", sino que se desveló que los dirigentes, incluidos los presidentes mencionados, estaban mintiendo y responsabilizando a Maduro de manera fraudulenta, según dictaminaba el medio estadounidense.
Pocas semanas después, se supo que los contingentes militares que habían desertado del ejército venezolano se encontraban en Cúcuta abandonados y siendo desalojados de hoteles previstos para su hospedaje. Algunos de ellos terminaron presos en EE.UU. debido a su ilegalidad. Otros fueron detenidos en la operación Gedeón, donde intentaron penetrar armados a Venezuela.
Era evidente que el llamado de Guaidó a las fuerzas armadas para que se incorporaran a un ejército paralelo no tenía sustento y no podía mantenerse. En adelante, fracasarían todos los intentos de subversión militar que trató de ejecutar la oposición, como por ejemplo el del 30 de abril en las inmediaciones de la base área La Carlota, en Caracas.
Los casos de corrupción en torno a los recursos recaudados seguían apareciendo e impregnando a los funcionarios designados por Guaidó para administrar la ayuda humanitaria, entre ellos Rossanna Barrera y Kevin Rojas, cuyos actos dolosos fueron divulgados por medios opositores. La mujer, del entorno de Guaidó, le acusó a él como responsable del mal manejo de los fondos.
El peor escándalo estaría por conocerse en septiembre de 2019, cuando se divulgaron fotos de Guaidó con líderes armados paramilitares y narcotraficantes de Los Rastrojos. Según se supo, fue esta banda la que trasladó al político de Venezuela a Colombia el día del evento. En esos momentos, la oposición radical y el gobierno de EE.UU. trataban de acusar a Maduro de narcotraficante, así que esta foto invirtió el señalamiento hacia el pretendido "interino".
Estos sucesos fueron parte de una cascada de escándalos que han debilitado a la oposición venezolana, y que le bajó los ánimos de intervención a impulsores como Piñera, que hoy se encuentra sobrellevando una profunda crisis interna en su país.
En definitiva, después del llamado 'Cucutazo', desapareció de la gramática opositora el asunto de la "crisis humanitaria" que no sería más nunca mencionada; la oposición se dividió aún más y Guaidó perdió legitimidad ante sus propios seguidores.
Así, el establecimiento mundial, político y cultural creó un karma que solo es recordado como un peso por la oposición venezolana. De resto, nadie recordara este 'Día D'.