Cuando el barril de petróleo sube a los 120 dólares nuevamente, vuelven los rumores en importantes medios estadounidenses sobre un inminente reinicio del comercio petrolero entre EE.UU. y Venezuela, después de tres años de sanciones que siguen vigentes.
Las fuentes que maneja el Washinton Post aseguran que presidente Joe Biden estaría atendiendo la solicitud de las petroleras, especialmente de Chevron (que ya opera en Venezuela), para recomenzar la producción.
Por su parte, el medio argentino La Política OnLine afirmó la semana pasada que cuatro ejecutivos de la petrolera estuvieron en Caracas ultimando detalles para el reinicio de la producción y exportación.
Entre las informaciones que circulan, se ofrecen datos según los cuales la petrolera estaría en capacidad de duplicar la producción de petróleo del país caribeño, que se ubica actualmente en torno a los 800.000 barriles diarios, una cifra bastante disminuida en relación a los niveles de producción que ha tenido históricamente Venezuela.
Ya la Oficina de Control de Activos en el Extranjero (OFAC) del Departamento del Tesoro ha extendido en ocho ocasiones la prórroga de la licencia de permanencia restringida en Venezuela tanto de Chevron como de Halliburton, Schlumberger, Baker Hughes y Weatherford, todas vinculadas al negocio petrolero. La última de estas prórrogas alcanza hasta junio de este año.
El jueves pasado, varios medios mencionaron como un hecho la supuesta 'luz verde' de Biden a Chevron, pero algunos otros se han encargado de desmentir dicha afirmación, alegando que la OFAC no ha permitido transacciones más allá de las licencias existentes.
¿Sólo son rumores o se preparan para una decisión que traerá efectos políticos importantes?
Por su parte, Bloomberg ha reflejado el alza de los bonos Pdvsa desde que se conocieron las conversaciones entre funcionarios de ambos países, ocurridas a comienzos de este mes.
Pareciera que más allá de rumores y verdades en torno al tema, varios medios han tratado de metabolizar la idea del reinicio de los negocios con la 'Venezuela de Maduro', en contraposición al reconocimiento que todavía hace Washington de la presidencia interina de Juan Guaidó, heredada de la gestión de Donald Trump.
Washington se acerca a Caracas
EE.UU. necesita rehacer sus relaciones con Venezuela y América Latina, una región de la que se ha distanciado tremendamente. Una vez decretada la medida de bloquear la compra de petróleo a Rusia, requiere buscar nuevas fuentes fiables.
Y lo fiable ahora tiene que ver más con la cercanía geográfica (en medio de volatilidad mundial y de los hipotéticos cierres de vías comerciales) y ya no tanto con el tema ideológico que imperó durante los años de la presidencia de Donald Trump en el tema sobre Venezuela, especialmente por la importancia del elector del sur de Florida, donde la migración cubana y venezolana eran claves para los eventos electorales.
Venezuela, que se convirtió en un territorio de exclusión diplomática y bloqueo financiero, especialmente desde 2019, fue visitada a comienzos de marzo no por cualquier asesor, senador o lobista, sino por una comisión dirigida por el propio representante de la Casa Blanca para asuntos de las Américas, Juan González, que se reunió con Maduro en el palacio de Miraflores.
Este cargo que ostenta el funcionario es de primer orden, porque implica que sus movimientos están de cerca determinados por el propio despacho de Biden. Su participación en la comisión demuestra el grado de apuesta que hay por parte del Gobierno de EE.UU.
Posteriormente, el 9 de marzo, el secretario de Estado, Antony Blinken, confirmó el movimiento de apertura hacia el país caribeño: "Es cierto que a nivel mundial tenemos un interés en mantener un suministro constante de energía, eso aplica también cuando se trata de Venezuela".
Luego, una andanada de críticas hacia este acercamiento se han dejado escuchar en congresistas de ambos partidos. La inexistencia posterior de informaciones puede hacer suponer que la administración de Biden está sopesando pros y contras de esta medida.
Mientras tanto, el petróleo sigue encarecido y Washington tendrá que decidir si privilegia a los votantes de Florida, que ideológicamente rechazan cualquier encuentro con Maduro, versus el malestar que generan los altos precios de la gasolina en todo el pueblo estadounidense.
Se suma la presión de varias petroleras de Estados Unidos y el mundo que tienen inversiones en Venezuela, no solo Chevron, sino también Repsol, ONGC y Maurel & Prom, que necesitan fuentes de abastecimiento en medio de una crisis que apenas se sabe cuándo comenzó, pero de la que nadie tiene certeza de cuándo termina, ni a cuánto llegaran los precios del combustible.