Con el reinicio, esperado para este fin de semana, de las negociaciones entre el Gobierno venezolano y la opositora Plataforma Unitaria(PU) en México, aumentan las expectativas de una normalización económica y política en el país caribeño.
Hasta ahora, el diálogo, que ha tenido a Noruega como mediador, no ha dejado saldos importantes y ha fracaso de manera rotunda en distintas oportunidades.
Sin embargo, contamos con nuevas variables en juego que dejan prever que en esta ocasión hay más probabilidades de cerrar un acuerdo y acelerar la regularización del comercio petrolero venezolano, así como las relaciones diplomáticas del país, azotado por las diatribas internas y el bloqueo internacional.
Estas son las nuevas razones que podrían permitirlo:
1. Crisis mundial en la comercialización de materias energéticas
La principal modificación existente en torno a las condiciones para un diálogo en Venezuela es el tema geopolítico y los problemas que se han generado este año en la comercialización de petróleo y gas en el mundo.
El petróleo venezolano, que cuenta con las mayores reservas del globo, ya deja de ser prescindible para Occidente y comienza a perfilarse como una potencial fuente confiable y duradera de abastecimiento energético.
El presidente francés, Emmanuel Macron, se ha convertido en una especie de bisagra sobre el tema Venezuela. En 2019, no solo reconoció a Juan Guaidó como presidente, sino que le recibió en el Elíseo. Ahora dio la mano al presidente venezolano, Nicolás Maduro, en la COP 27 y logró sentar a las partes el 10 de noviembre en París, lo que puede considerarse un precedente a la cita en México de este fin de semana.
Con el alejamiento de Arabia Saudita de Occidente, en materia de política petrolera, Venezuela podría erigirse como un eslabón clave en la maltrecha cadena de suministros energéticos.
Por todo esto, si la presión internacional antes se basaba en derrocar al presidente Maduro hoy se concentra en procurar acuerdos para estabilizar la producción petrolera venezolana.
2. Las elecciones de medio término en EE.UU.
Si bien durante el año en curso la crisis energética ha requerido de la inclusión de Venezuela en el mercado petrolero, el pistoletazo final lo produce la elección de medio término en EE.UU. y también su resultado.
Parecía lógico que hasta tanto no se cumpliera dicho evento, la gestión del presidente Joe Biden sería muy cautelosa con el tema Venezuela debido a un previsible costo político, entendiendo que el desconocimiento a Maduro llegó a ser de consenso entre los dos partidos políticos.
Una vez acaecidas las elecciones, Washington tendrá mucha más libertad para actuar en este tema. El triunfo inesperado en el Senado del Partido Demócrata le permite al Gobierno aumentar su capacidad de maniobra.
Además, si vemos el resultado de Florida, en el que se impuso con un amplio margen el republicano Ron DeSantis, se podría interpretar que este ha dejado de ser un estado definitorio y en pugna como lo fue en comicios anteriores en los que un pequeño margen de ventaja local podría permitir llevarse la silla presidencial.
"Biden ya no tiene que hacer concesiones al electorado latino de Florida y tendrá mayor posibilidades de atender las presiones de empresas petroleras como Chevron, que estima rentable reiniciar la producción en Venezuela".
Ahora, Florida pasa ser un estado donde los republicanos tienen una solidez irrebatible, y por ende, deja de ser un espacio en disputa para los demócratas. Siempre recordando que uno de los motivos de la fuerte iniciativa de Washington contra Venezuela tiene que ver con la conquista del voto latino de Florida.
Así las cosas, ahora el partido de gobierno no tiene que hacer mayores concesiones al electorado latino de Florida y tendrá mayor posibilidades de atender las presiones de empresas petroleras como Chevron, que estima rentable reiniciar la producción en Venezuela para conseguir resultados en la estabilización del mercado petrolero.
3. El "mantra" sale de la agenda
La oposición venezolana, después de tantos golpes, desaciertos y derrotas, ha madurado su agenda y ha sacado de ella todo vestigio que recuerde aquel famoso mantra que colocaba al "cese de la usurpación" y al "gobierno de transición" como sus demandas improrrogables.
Es decir, la oposición partía de la idea que el diálogo implicaba una capitulación del Gobierno venezolano, pero hoy las cosas parecen ser diametralmente opuestas.
La oposición parece tener mayor conciencia que, primero, ya no tiene la fuerza que le generaban sus aliados internacionales. Básicamente, una vez apartado Donald Trump de la presidencia, ha quedado sin padrinos de peso.
Entonces, ahora tienen demandas mucho más pragmáticas. Han cambiado una agenda maximalista por una minimalista que incluye condiciones básicas para poder operar de manera electoral sin tantas desventajas, sobre todo después que su política abstencionista le ha dejado sin peso político institucional y desde que muchos de sus líderes han sido inhabilitados y sus partidos intervenidos por poderes públicos.
Todo esto hace mucho más factible su disposición para llegar a acuerdos mínimos en comparación a sus exigencias originales.
4. Problemas de liquidez en el Gobierno
En esta ocasión el diálogo podría avanzar también porque, independientemente que haya habido cierta mejoría económica en Venezuela, la producción petrolera es aún muy baja, la industria estatal petrolera (PDVSA) no pudo cumplir sus propios objetivos en cuanto al aumento de la producción y el Estado aún sufre una importante debilidad en materia financiera que le impide ofrecer sueldos medianamente dignos (siguen siendo los más bajos de toda la región) y cumplir su papel de garante de derechos.
"Chevron podría recibir la aprobación para retomar sus operaciones en Venezuela. Un ofrecimiento de esta magnitud resulta apetitoso para el Gobierno venezolano, que necesita una poderosa señal para entrar de lleno en la normalización económica y en el restablecimiento de las relaciones diplomáticas".
Por ende, el Gobierno debe buscar financiamiento fresco y a la vez una inversión internacional que le apalanque su producción petrolera.
Todo eso le ofrece la mesa de diálogo.
5. Fin del bloqueo sobre la mesa
Si bien Washington había dado algunas muestras tímidas de querer enmendar sus políticas contra Venezuela (había excluido de la lista de sancionados a algún funcionario de alto rango, trocado prisioneros con el Gobierno venezolano y permitido la comercialización de petróleo –aún con muchas limitaciones– a algunas empresas europeas como Eni y Repsol), el inicio de las negociaciones es especialmente esperado por la luz verde que podría otorgarle el Departamento de Tesoro a la empresa Chevron para que retome con fuerzas sus operaciones en Venezuela, lo que significaría el comienzo del desmontaje de la arquitectura de sanciones que pesan sobre Venezuela.
Un ofrecimiento de esta magnitud por parte del Gobierno de EE.UU. resulta apetitoso para el Gobierno venezolano, que necesita una poderosa señal para entrar de lleno en la normalización económica y en el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con el mundo occidental.
6. La llegada de Petro a la presidencia colombiana
El Gobierno colombiano, quien fuera el más belicoso actor contra el Gobierno venezolano, ha cambiado de signo político. Apenas posicionado, el presidente Gustavo Petro ha producido un viraje radical en las relaciones, convirtiéndose en un pivote para el reconocimiento internacional del presidente Maduro.
Petro, en los pocos meses de su mandato, ha dado un vuelco a las relaciones diplomáticas: ha devuelto la empresa Monómeros al Estado venezolano, ha visitado Caracas, y junto al presidente Macron y al presidente argentino Alberto Fernández, ha logrado sentar a las partes en París.
7. Se acercan las presidenciales
Ya las presidenciales, pautadas constitucionalmente para 2024, no parecen tan lejanas. Especialmente cuando el Gobierno ha dejado abierta la posibilidad de un adelanto comicial.
Entonces, por un lado el Gobierno requiere dinero fresco y proyecciones positivas para poder adentrarse en una campaña electoral produciendo expectativas de mejoría real, lo que se le dificulta con la actual falta de liquidez.
Por el otro, la oposición lo que está demandando ya no son ideas quiméricas e ilusorias, sino condiciones mínimas para participar en la contienda electoral.
Al parecer, ahora ambos bandos requieren un acuerdo y el país, cansado de la diatriba y la crisis, le pide a sus políticos la responsabilidad suficiente para que lo logren prontamente.
Por todo ello, hay mayores condiciones para la negociación y resulta con mayor probabilidad que este encuentro en México no termine como los anteriores.