Con el lanzamiento de la campaña preelectoral de María Corina Machado, aparece en Venezuela el 'populismo de derecha', similar al de otros países de la región, como los casos del exmandatario brasileño, Jair Bolsonaro; el excandidato presidencial de Chile, José Antonio Kast; y el alcalde de Lima, Rafael López Aliaga.
Las derechas en la región no son las mismas que las liberales de comienzos de siglo. Ahora no guardan tantas composturas ni se apegan tanto a las doctrinas del liberalismo político y las reglas democráticas universales, sino que hacen gala de su incorrección política y sus métodos más antidemocráticos. Algo que ya en 2002, antes del auge del populismo de derecha, Machado abiertamente practicaba.
Ese año firmó públicamente el "decreto Carmona" tras el golpe de Estado contra Hugo Chávez, que impuso el breve gobierno de facto de Pedro Carmona Estanga. Ese texto, disolvió todos los poderes públicos e instauró una dictadura de derecha que fue rechazada por la mayoría de gobiernos del mundo y duró apenas 48 horas.
Luego, en 2005, levantó vuelo cuando fue recibida en la Casa Blanca por el propio presidente George W. Bush. En ese momento era percibida como la gran promesa de Washington para conquistar Venezuela.
Machado firmó públicamente el "decreto Carmona", por medio del cual, se impuso el gobierno de facto de Pedro Carmona Estanga, en el que se disolvían todos los poderes públicos, instaurándose una dictadura de derecha que fue rechazada por la mayoría de gobiernos del mundo.
En febrero de este año, varias encuestadoras la colocaron entre los primeros lugares de preferencia de la oposición y aunque su desempeño electoral no ha sido del todo exitoso, tiene algunos puntos a favor para participar en las primarias de la oposición, previstas para octubre. De ganarlas, podría dar el paso a las presidenciales de 2024 como candidata de la alianza opositora.
Pescar en río revuelto
María Corina, como es conocida en la opinión pública venezolana, tiene un hándicap para hacer política en el país caribeño: proviene de las familias más ricas (Machado-Zuloaga), que forjaron su riqueza en la Colonia.
La antipatía popular contra estas familias les ha impedido llegar democráticamente a la presidencia. A diferencia de Colombia, donde las oligarquías están habituadas a ocupar los altos cargos políticos, las oligarquías venezolanas habían preferido mantenerse al margen en este campo. Pero los tiempos han cambiado.
La prolongada coyuntura económica en Venezuela –exacerbada por las duras sanciones de EE.UU.– eleva el descrédito hacia la política. Por ello, la precandidata trata de perfilarse como una suerte 'outsider', utilizando discursivamente la anti-política.
Pero aunque Machado ahora intente venderse como una figura al margen del poder constituido, hace al menos veinte años que viene siendo un actor político muy apuntalado por el poder mediático e internacional y no es ajena a esa esfera.
Sin embargo, uno de sus puntos a favor es que en los últimos años se ha mantenido apartada de la toma de decisiones de la oposición y fuera de su cúpula política, lo que significa un plus cuando ésta sufre una crisis de legitimidad brutal. Es decir, para ganar las primarias, Machado puede aglutinar el rechazo contra las instituciones de la oposición (partidos y coaliciones) que han decepcionado al ciudadano opositor, errando una y otra vez.
La precandidata trata de perfilarse como una 'outsider', utilizando discursivamente la anti-política. Pero Machado, hace al menos veinte años que viene siendo un actor político muy apuntalado por el poder mediático e internacional.
La principal matriz que podría impulsar a la candidata es la posibilidad de el votante, no solo el de clase media sino también el popular, prefiera votar por alguien que adversa tozudamente al poder establecido, sin importar tanto, por ahora, su procedencia oligárquica. Sin embargo, esto es solo una teoría que habrá que esperar que se compruebe en la espesura social venezolana.
Su liderazgo también le permite filtrarse en el sector femenino del electorado popular, especialmente cuando la política tiende a medirse entre egos machistas y testosterona. Hacia ese sector trata de tender puentes.
Todo esto lo ha intentado antes, pero hasta ahora no le ha ido bien.
A pesar de que Machado fue elegida como diputada por el municipio Baruta en 2010, en las primarias opositoras de 2012, al enfrentarse a las mismas corrientes actuales de la oposición, logró apenas el 3 % de la votación, mientras que Henrique Capriles, actual contendiente aclamado por su partido Primero Justicia (PJ), logró en ese entonces el 64 %. Pero, como decimos, mucha agua ha pasado bajo el puente.
Quizá la principal fortaleza de Machado para competir en las primarias es la inhabilitación de Capriles y de Juan Guaidó, así como la ausencia de Leopoldo López. Bajo este cuadro, la lideresa sería candidata unitaria del statu quo económico al que pertenecen estos personajes y eso podría garantizarle una plataforma mediática y financiera inigualable.
Aunque lo que le ha dado mayor impulso las últimas semanas, y que ha sorprendido a varios analistas, ha sido la información que ha divulgado su comando de campaña a comienzos de marzo (confirmada por el oficialismo), de que su candidatura no estaría inhabilitada por los poderes públicos.
Desde 2015, se daba por descontado que Machado se encontraba inhabilitada para participar en eventos políticos, pero según su comando, dicha invalidación, tenía un año de vigencia y ya habría caducado.
Un "problema" de la oposición
Diosdado Cabello, vicepresidente del partido de Gobierno (Partido Socialista Unido de Venezuela) declaró el pasado 9 de marzo que la organización de Capriles, PJ, es quien está pidiendo "la inhabilitación de Machado". "María Corina es un problema de la oposición, ustedes verán qué hacen con ella, no nos pongan a nosotros a tomar esa decisión", sostuvo el dirigente del chavismo.
A partir de allí, la líder opositora tendría cancha abierta para medirse, a diferencia de varios de sus competidores naturales, que difícilmente lograrán la habilitación debido al estancamiento de las negociaciones en México.
De mantenerse este cuadro, necesitará ganarle en las internas a los otros candidatos que aparecen arriba en las encuestas: Manuel Rosales, gobernador de Zulia e hipotéticamente candidato de las principales maquinarias; y Benjamín Rausseo, un 'outsider', humorista, conocido como el 'Conde del Guácharo', ambos igualmente habilitados.
Una oferta clara: privatizar Pdvsa
Hoy María Corina basa su discurso en una narrativa que es calificada de radical en varios de sus propuestas centrales como: privatizar las empresas públicas como Petróleos de Venezuela (PDVSA), debilitar al Estado a su mínima expresión y perseguir "comunistas", "chavistas", "terroristas".
Privatizar PDVSA, la petrolera estatal que aporta un porcentaje altísimo de los ingresos del Estado, como punto privilegiado en su programa de gestión, revela que Machado no esconderá sus propósitos neoliberales, sino que por el contrario, hará de los puntos neurálgicos de su pensamiento –resumidos en el "capitalismo popular"–, el trampolín de su campaña. Incluso otros candidatos opositores, como Henrique Capriles, han criticado la pretensión de llevar a cabo esta idea, que deja al Estado venezolano sin proyecciones a futuro.
Es posible imaginar que una propuesta así puede ser antipática para los sectores subalternos, decisivos en el ambiente electoral venezolano. Sin embargo, Machado prefiere mostrar sus cartas, aunque sean incorrectas, y ofrecer una salida que podría tener adeptos en medio de los escándalos de corrupción recientemente denunciados en la estatal.
Así, María Corina intenta, con toda la sinceridad populista, reagrupar el malestar por la política y posicionarse como la alternativa al chavismo en 2024. ¿Lo logrará?
Primero tendrá que ganar en las primarias opositoras de este octubre.