El impulso que tomó en enero la administración del presidente de Ecuador, Daniel Noboa, para enfrentar las bandas delincuenciales y cuyo clímax se situó en la firma de un decreto de estado de excepción por conmoción interna y la utilización de las Fuerzas Armadas, se ha venido debilitando las últimas semanas.
En aquel momento, la reacción del Estado fue respaldada por casi todo el estamento político (incluyendo variados adversarios políticos de Noboa), lo que generó cohesión nacional para confrontar el grave momento en el que se encontraba el país, eclipsado por una situación inédita en la que las bandas armadas tomaron canales de TV, encendieron las calles con asesinatos y coches bombas y se registró la fuga de líderes delincuenciales. Todo se sumaba al magnicidio, en agosto pasado, del candidato Fernando Villavicencio.
Con el estado de excepción y la movilización militar, se registró una respuesta firme del Gobierno de Noboa pero, con los recientes acontecimientos que se experimentan, el impulso ha venido cediendo ante la complejidad y persistencia del problema. Pasados tres meses, la situación vuelve a llegar a un punto de ebullición.
El 24 de marzo asesinaron a la alcaldesa de San Vicente (Manabí), Brigitte García, la burgomaestre más joven del país. El 27 del mismo mes, volvió a suceder un motín en la cárcel regional de Guayaquil, la misma desde donde se fugó en enero alias 'Fito', el más célebre de los líderes de bandas. Este último acontecimiento mina la certeza de que la fuerza armada, que se ha erigido en el actor central del conflicto desde la firma del estado de excepción, realmente sea un actor eficaz para resolver la situación de las cárceles y del país en general.
El viernes pasado, se encontraron los cadáveres de cinco turistas que fueron secuestrados y asesinados en Manabí. El mismo día se produjo la masacre de cinco ciudadanos, entre ellos un militar.
Al día siguiente, el sábado 30 de marzo, se registró otro incidente violento que dejó al menos ocho muertos.
El pueblo ecuatoriano, crispado por el descontrol en materia de seguridad, también se resiente del panorama económico que exige ahora mayores tributos.
Todo ello se sumó al escándalo ocurrido en España, en donde, según medios españoles, el presidente habría incurrido en algunos excesos en fiestas nocturnas y despilfarro de recursos durante su visita a la nación europea, lo que fue desmentido por la Cancillería.
Dicho escándalo, cierto o no, acrecienta el malestar sobre la situación económica, especialmente cuando esta semana el Impuesto al Valor Agregado (IVA) fue aumentado del 12 % al 15 %, una decisión que había sido descartada durante la campaña presidencial de Noboa. El pueblo ecuatoriano, crispado por el descontrol en materia de seguridad, también se resiente del panorama económico que exige ahora mayores tributos.
Es decir, Ecuador sufre los últimos días una cadena de acontecimientos que se van acumulando y van generando turbulencia en un país acostumbrado a las destituciones presidenciales.
Una corta presidencia llena de convulsiones
Cuando Noboa ganó las elecciones y asumió la jefatura en noviembre, por año y medio, conocía bien a lo que se enfrentaba.
El debate durante la campaña electoral giró básicamente sobre el tema de la crisis de seguridad y su mayor oferta fue poder revertir la situación.
Pero para entonces, el país ya vivía una situación de descontrol general, que lamentablemente, según los últimos eventos, no ha variado lo suficiente.
En medio de una situación caótica, Noboa ha decidido convocar a un referéndum y a una consulta popular para tratar el tema de la inseguridad.
Ante la crispación general que se vive debido al incremento del poder de las bandas, el presidente Noboa ha tratado de preservar su legitimidad, fundamentalmente teniendo en cuenta que en apenas diez meses tendrá que someterse a nuevas elecciones presidenciales. Quizá por ello, en medio de una situación caótica, ha decidido convocar a un referéndum y a una consulta popular para tratar, sobre todo, el tema de la inseguridad.
Con ello, Noboa busca nuevo oxígeno electoral, necesario para blindar su gestión los próximos meses y poder así asegurar su reelección en febrero próximo.
Pero el camino que ha tomado tampoco es fácil. Ya el expresidente Guillermo Lasso intentó en febrero de 2023 algo similar, llamando a un referendo que perdió de manera rotunda, lo que terminó de debilitar su administración, que a los pocos meses tuvo que sufrir una muerte cruzada que conllevó a un adelanto electoral, lo que a su vez provocó la emergencia inesperada de Noboa como elegido para culminar el período de Lasso (2021-2025).
Noboa, entonces, se juega mucho en dicha consulta del 21 de abril y cuyo resultado generará una visual de lo que le espera en los próximos meses, es decir, si su gestión se fortalece a pesar de que siguen ocurriendo hechos de tamaña magnitud o si, por el contrario, recibe un castigo político por su escaso cumplimiento de la oferta electoral, lo que puede llevar a tambalear su gobierno y, probablemente, a tener que entregar la presidencia para el próximo período (2025-2029).
Las calles de Ecuador siguen luciendo incontrolables a pesar de la movilización militar, y ahora se le suma la acentuación de la crisis económica. Todo esto cuando faltan pocas semanas para saber el resultado de la consulta y el referéndum que definirá el futuro próximo del país.