Preocupaciones prehistóricas

En términos simples: mi cerebro está reseco como pasa.

Ignoro si se trata de un episodio pasajero o me llegó la hora. Sólo sé que escucho arbustos secos tipo postal de desierto deslizándose en mi cabeza, dando vueltas sin cesar y carentes de razón y sentido. No hay película del oeste que no cuente con sus arenas inanimadas sobre las que flota una vegetación seca y muerta, que se mueve en cámara lenta sin fin o propósito alguno. Súmele usted unas aves de rapiña en busca de presa… y un cielo con todas las gamas lisérgicas imaginables del color. Tome todo eso y lo tendrá: el  caleidoscopio mental en que se ha convertido el cerebro de quien esto escribe. “Mucho frío, mucha nieve”, dirá usted. Quién sabe.

Lo concreto es que en condiciones así, es difícil redactar lo que sea. Incluidas las notas de un simple blog. Perdón. Si me merezco el paredón, sea. Hay un concepto muy lindo para definir todo esto: “sequía creativa”. Siguiendo el juego, estoy más seco que lengua de dromedario de Baréin con resaca de Año Nuevo. 

Soy humano, al fin y al cabo.

Mentir no cuesta mucho, en todo caso. Y eso se sabe. No hay misterio: podría perfectamente sacar un as de la manga y escribir de cualquier cosa. Lo que sea. Después, fácil: llenarlo todo de citas (copiadas y pegadas de Internet, era que no), atiborrar los párrafos de links (mientras más rebuscados mejor) y, finalmente, poner unas 200 o 300 fotos y videos para corroborar “nuestra” hipótesis –que de “nuestra” no tiene nada, como se advierte fácilmente-. Método infalible, permite “fabricar” textos casi con la misma rapidez con que se hacen salchichas. Podría despacharme así unas dos o tres notas semanales. Pero, ¿sería esto honesto? ¿Y valioso?

Cuando empecé con este blog a comienzos de 2010 la presentación decía que mostraría escritos “sobre la maravillosa experiencia de conocer Moscú y Rusia”, los que tratarían de ser “amenos e interesantes.”. Tal propósito no ha cambiado. El que sí se ve en problemas es el autor: cansado, prematuramente envejecido y con sus primeras canas, constata una preocupante carencia de nuevas ideas. “Sequía creativa”… ¡Sí, cómo no! Muerte neuronal masiva y falla generalizada en la conducción sináptica. De ahí para arriba. Difícil que el diagnóstico sea mejor.     

Soy humano, al fin y al cabo. Y, como todos, a veces me canso.

A partir de ahora, no escribo más, porque no sé de qué más escribir. Se me acabaron los temas. Me he bloqueado por completo. Ya ni los dedos de las manos  responden. Mejor me voy bajo tierra. Ya he molestado mucho en este mundo. Pronto cumplo 36 años. Si esta es la primera mitad de la vida, no quiero ni imaginarme cómo será la segunda. ¡Trágame tierra! ¡Señor: llévame a tu Santo Reino!     

¿Me habrá llegado la crisis del “adulto joven” y no me resigno al paso de los años? ¿Estaré experimentando los primeros brotes de demencia senil? ¿Se deberá a que no juego fútbol ni bailo salsa, como chocolate blanco y tengo pie plano? ¿Qué me sucede? ¿En qué me estoy convirtiendo? ¿Es sólo un episodio pasajero de poca creatividad o, definitivamente, me llegó la hora? ¿Perderá algo la humanidad con esto? ¿Hay vida en Neptuno? ¿Se legalizará el canibalismo en el mundo? ¿Quién descubrió “realmente” América: Colón o Vespucio? ¿Qué es mejor: cacahuate o maní; remolacha o betarraga? ¿Fue Mark Zuckerberg un cosmonauta? ¿Se enfriará alguna vez el planeta o quedará “caliente” para siempre? ¿Si George W. Bush tiene un hijo hombre… será humano? ¿Admitirá algún día la Santa Sede que no sólo de mentira, encubrimiento, lucro y dinero mal habido vive el hombre? ¿Quién es usted? ¿Quién soy yo? ¿Quiénes somos todos? ¿Existe vida más allá de la vida? ¿Sobreviviremos si es que hay una guerra y explotan todas las bombas atómicas del mundo… al mismo tiempo?

Interesantísimas preguntas. Todas de compleja y acuciante urgencia. Pero como ahora experimento una crisis del tipo “bloqueo del escritor”, tengo el cerebro seco como lengua de dromedario de Baréin con resaca de Año Nuevo, no sé de qué más escribir y a veces me canso porque también soy humano… dejaremos las respuestas para otro día y daremos paso al motivo real de esta columna: mostrar algunas imágenes del “MUSEO DE LA ERA DEL HIELO” de Moscú, ubicado en el Centro Panruso de Exposiciones (VDNJ), al cual asistió el autor de estas líneas algunos meses antes de sentir que se le habían acabado las ideas.

Todo lo anterior… ha sido broma (o “шутка“, en ruso).

Saludos.

¿Continuará…?

Sépalo en el próximo

(y “apasionante”)

episodio de esta serie.

PD: Más fotos de este museo “salvaje” en la página de Facebook de este blog.