El resultado de estas reuniones fue la elaboración de un sistema económico para ser exportado a países que no estaban todavía bajo la esfera de influencia estadounidense y corrían el riesgo de sucumbir al 'fantasma del comunismo'. A la vez, esta estrategia permitiría a medio plazo a las empresas estadounidenses lucrarse por medio de las élites económicas locales, que someterían a la gran mayoría de la población a una situación de virtual explotación.
El sistema se inspiró en las técnicas de 'shock' psicológico para inducir a la pérdida de las capacidades críticas, desarrolladas por el Dr. Ewen Cameron durante los años cincuenta en la Universidad Mc Gill. Estas técnicas serían aplicadas en mayor o menor grado y a nivel social como paso previo a la puesta en práctica de las teorías desarrolladas en la Universidad de Chicago por Milton Friedman y los llamados 'Chicago Boys', que aborrecían el 'New Deal' y las políticas keynesianas y defendían un capitalismo salvaje llevado a sus extremos, con un libre mercado en que todo fuera privatizado, y que, por su falta de humanidad, debía previamente dejar a las sociedades en estado de privación sensorial para ser aceptado sin oposición.
Desde 1898, cuando el Imperio americano nació con la anexión de las últimas colonias españolas de Cuba y Filipinas, América Latina pasó a ser considerada el patio trasero por Estados Unidos, donde se obtenían recursos energéticos, materias primas, productos alimenticios y mano de obra barata para sus multinacionales. Pero el éxito de la revolución cubana y su buena relación con la Unión Soviética fue un duro golpe al orgullo norteamericano, y sus intereses en la región se vieron repentinamente amenazados. Esta situación hizo temblar los cimientos de la Casa Blanca, y se ultimó la preparación del sistema de 'shock' para ser instaurado en los países sudamericanos con Gobiernos indomables. La CIA se puso manos a la obra y la Universidad de Chicago empezó a becar a estudiantes latinoamericanos que en un futuro pudieran poner en práctica las ideas neoliberales en sus países de origen.
La primera víctima fue Chile bajo la presidencia de Salvador Allende. El país que había sido modelo en la región durante los años 60 por sus políticas en educación, sanidad e industria fue utilizado como experimento político de la doctrina, y fue sumido en el caos después de que la CIA sobornara a las élites económicas y el estamento militar para hacer fracasar la economía en pocos meses. El caos creado fue el pretexto para golpe de Estado del general Pinochet, que sumió en el terror a la población, adoptando la tortura y la táctica de hacer desaparecer gente para eliminar cualquier tipo de disidencia y como paso previo a la instauración de un sistema ultraliberal tutelado por las potencias anglosajonas. Argentina siguió el ejemplo tras el golpe de la Junta Militar en 1976, y ambas dictaduras se acabarían saldando con miles de muertos y desaparecidos. Quizás el episodio más negro de la historia suramericana.
Mientras todo esto ocurría en el hemisferio sur, la Suecia de Olof Palme se erigía como el símbolo de una Europa occidental donde triunfaba el Estado social y democrático de derecho, conocido como el 'Estado del bienestar', resultado de estar entre los dos bloques y conseguir así el justo equilibrio entre una economía de mercado y sistemas fiscales de redistribución de la renta con Gobiernos que intervenían en la economía y proveían bienes y servicios públicos a sus ciudadanos. Pero la llegada de Margaret Thatcher al Gobierno británico en 1979 plantaría la semilla para que una Comunidad Europea de sus ciudadanos se haya convertido lenta pero progresivamente en una Unión Europea para los empresarios, dominada por grandes multinacionales que compiten en un mundo global mientras se protege el mercado interior europeo. La caída del bloque soviético en 1989 supuso la desaparición súbita del contrapeso natural al neoliberalismo, dando lugar a la aparición de un mundo unipolar liderado por Estados Unidos.
Los 'Neocon' se frotaron las manos y el tándem Thatcher–Reagan iniciaría la expansión global y acelerada del sistema de 'shock' económico neoliberal, espoleado por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. El objetivo último es la creación de un Nuevo Orden Mundial en que todo el mundo sería gobernado por unas élites económicas que dominarían el poder político, el poder espiritual y el poder mediático, explotando al proletariado global a través de sus empresas multinacionales. Pero Rusia y China siguen siendo potencias regionales ajenas a este proceso y dotadas de un importante arsenal nuclear, lo que sin duda implica un gran peligro a la seguridad y la paz mundial en un futuro no muy lejano si se intenta llevar el proyecto 'neocon' hasta sus últimas consecuencias.
Francisco Sánchez Muñoz es abogado y analista internacional
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