Salvando las diferencias históricas y geográficas, muchos analistas han comparado el conflicto sirio actual con la guerra civil que asoló España entre los años 1936 y 1939. Y no hay duda de que pueden establecerse varios paralelismos.
Un contexto político y económico internacional similar: ¿Crisis provocadas?
Finales del mes de octubre de 1929: El descalabro de la bolsa en Wall Street provoca una crisis económica mundial sin precedentes que dará lugar a la Gran Depresión, que se cebará especialmente con Europa occidental. Mientras, el bolchevismo se consagra en la antigua Rusia, dando lugar a una Unión Soviética cada vez más consolidada políticamente y que puede llegar a convertirse en un modelo político, económico y social que desafíe a Occidente tras la caída del Imperio británico. Ambas circunstancias provocan a su vez el ascenso meteórico del nazismo y el fascismo en Europa a principios de los años treinta.
15 de septiembre de 2008: La quiebra de Lehman Brothers desencadena la crisis económica y financiera mundial en la que estamos inmersos, justo cuando China y otros países llevaban varios años creciendo a más del 10% anual, Rusia resurge de sus cenizas reclamando el rol internacional que no ha ejercido durante más de veinte años, e Irán se va consolidando como líder regional en Oriente Medio. La recesión económica vuelve a cebarse con Europa, y se produce la explosión de las primaveras árabes al cabo de un año y medio.
Las dos Españas y las dos Sirias, víctimas de la geoestrategia
Principios de los años 1930: España es un país esencialmente rural que no ha levantado cabeza desde las guerras carlistas y la pérdida de sus últimas colonias: Cuba y Filipinas. Sumido en una inestabilidad política endémica, la Segunda República es testimonio del nacimiento de todo tipo de agrupaciones políticas y sindicales, y de un auge del nacionalismo catalán y vasco. Mientras esto ocurre en la Península, una parte del Ejército español que guerrea en el norte de África está cada vez más seducida por los ideales falangistas de inspiración fascista.
Año 2010: Siria era junto al Líbano el único país laico de Oriente Medio, y con el pueblo mejor educado de la región, pero enemistado con Occidente por su defensa a ultranza de la causa palestina y por estar formalmente todavía en guerra con Israel, además de por su condición de aliado de Irán y del movimiento de resistencia libanés Hezbolá. A nivel interno, una población urbana mayoritariamente secular contrasta con una población rural mayoritariamente sunita donde prevalece el islamismo de los Hermanos Musulmanes, una cofradía que ha mantenido intacto el ánimo de revancha desde que fueran reprimidos por Hafeth al Assad en los años ochenta.
Instigación exterior e internacionalización
Principios de los años 1930: El comunismo podía llegar a desafiar la hegemonía mundial anglosajona y el liberalismo económico, y el fascismo era una metáfora de capitalismo nacionalista excluyente que podía hacer implosionar Europa. Ambos estaban condenados a enfrentarse, y España reunía todos los ingredientes para ser utilizada como campo de pruebas y antesala de una guerra a gran escala.
Barricada de caballos muertos en una de las batallas urbanas en la ciudad de Barcelona
Año 1936: Tras el levantamiento del general Franco, el bando sublevado sería apoyado por partidos de derechas, monárquicos, clases burguesas y clero, recibiendo ayuda exterior de Adolf Hitler y Benito Mussolini. El bando republicano, por su parte, estaría formado por una amalgama de comunistas, anarquistas, sindicalistas y nacionalistas, y recibiría la ayuda externa la Unión Soviética.
Y mientras fascismo y comunismo se enfrentaban en España, el Reino Unido, Francia y Estados Unidos ganaban tiempo y ultimaban su alianza con el sionismo internacional de cara a la financiación de una Segunda Guerra Mundial que se antojaba inevitable, y de cuyo resultado iba a depender la hegemonía sobre todo el planeta.
Banderas de los dos contendientes: el bando sublevado y el bando republicano
Año 2010: Siria es el centro de la geoestrategia mundial y el último eslabón de la cadena de revoluciones provocadas que han venido a bautizarse como "primaveras árabes". La caída del Gobierno sirio es imprescindible para seccionar el eje chiita en la región y provocar la caída de Irán a medio plazo. Ello permitirá a la OTAN dominar definitivamente la región, con un pie en el Cáucaso y otro en Asia Central, además de sus ingentes recursos naturales. Por otra parte, Israel dejará de tener enemigos, y Arabia Saudita y Catar tendrán vía libre para expandir su ideología religiosa fundamentalista en la región, mientras Turquía tendrá acceso a nuevos mercados y liderará el comercio en la zona, además de serle adjudicado el proyecto de un nuevo gaseoducto a Europa. Un nuevo Oriente Medio nacerá, dando paso a un nuevo Orden Mundial que acabe consagrando un mundo unipolar dominado por un 'Último Imperio' de corte anglosionista, acabando definitivamente con las ansias de Rusia y China de tener un papel más decisivo en la política mundial.
El estallido de la guerra siria vino precedido de un gran trabajo conjunto de las inteligencias sauditas y occidentales. Durante el conflicto, el Ejército sirio ha recibido ayuda en inteligencia, logística y armamento de sus aliados tradicionales (Rusia, Irán y Hezbolá), mientras que los rebeldes han recibido financiación, armamento, logística e inteligencia, además de adiestramiento en Turquía y Jordania por parte de sus patronos. Pero en Siria el intervencionismo ha ido mucho más allá, ya que decenas de miles de yihadistas internacionales han sido reclutados, adiestrados y armados antes de ser introducidos en territorio sirio, en una macrooperación coordinada entre las potencias occidentales, Arabia Saudita, Catar y Turquía. Esta táctica está destinada a provocar el odio interétnico e intersectario que precipite la caída del Gobierno de Bashar al Assad, en un país que ha sido modelo de convivencia durante los últimos siglos. Sin embargo, parece que se ha conseguido el efecto contrario, ya que a día de hoy incluso los rebeldes se enfrentan a las milicias de Al Qaeda que siembran el terror en el norte del país, hasta el punto de que el conflicto ha pasado de ser calificado como guerra civil a ser considerado una guerra del Ejército sirio contra el terrorismo internacional, paradójicamente apoyado por las potencias occidentales.
Catástrofes humanitarias y parálisis internacional
La Guerra Civil Española se saldó con casi 700.000 muertos entre militares y civiles en el periodo de tres años y cientos de miles de exiliados, mientras que en Siria el número se acerca ya a los 200.000 muertos y más de cinco millones de refugiados y desplazados, sin que se vislumbre una salida a esta situación. En ambos conflictos, la comunidad internacional y las instituciones internacionales se han caracterizado por su absoluta ineficacia, al estar secuestradas por los intereses de las potencias con intereses en la región. La Guerra Civil Española y la siria pueden ser calificadas como dos guerras mundiales localizadas en un solo país.
El 'Guernica', pintura de Pablo Picasso que simboliza el horror de la Guerra Civil Española, y de cualquier otra guerra
¿Guerras contra las crisis, o crisis para las guerras?
La guerra ha sido un negocio desde la antigüedad. Una forma de perpetuar el poder y la hegemonía de unos pueblos sobre otros por medio de la violencia, y la creación de una crisis económica es una forma más sutil de desencadenar un conflicto bélico. Entre ellas, las guerras fratricidas
instigadas desde el exterior, con base a la máxima “divide y vencerás”, son la expresión máxima del egoísmo y la codicia humana. Y tanto en el caso español como en el sirio se da dicha circunstancia.
¿Antesalas de guerras mundiales?
La Guerra Civil Española fue el prólogo de la Segunda Guerra Mundial, que se saldaría con más de 60 millones de muertos y la utilización del arma nuclear para precipitar su final. Roguemos porque el conflicto sirio no sea la antesala de una Tercera Guerra Mundial, en la que muy probablemente se utilizaría el arma nuclear desde su inicio, circunstancia esta que sin duda sería definitiva para la especie humana.
Francisco Sánchez Muñoz es abogado y analista internacional
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