La Primera Guerra Mundial, una de las conflagraciones más terribles y mortíferas de todos los tiempos, tuvo aspectos difíciles de entender, como por ejemplo declarar vencedores a países que a duras penas resistieron en su territorio (Francia). Dirimir como perdedores a quienes habían llevado la iniciativa bélica (Alemania) o se habían centrado en defenderse (Rusia). O bien la entrada de países ajenos a los problemas planteados en Europa que se sumaron a la guerra especulando con ver a qué bando apoyaban (EE.UU.). Las maniobras políticas se multiplicaron en un conflicto en el que perecieron millones de soldados, a veces defendiendo legítimamente su posición, otras veces atacando por motivos espurios.
Los Acuerdos Secretos de Sykes-Picot (1916) iban a regalar a París porciones considerables de terreno en Oriente Medio, en lo que hoy es Siria y norte de Irak, aun cuando Francia ni tan siquiera había luchado en esa zona. Así mismo, Londres amplió cuantitativamente su territorio dejando que los árabes fueran carne de cañón contra Turquía para luego excluirlos de su derecho a la victoria. Ambos -Francia e Inglaterra, ayudados por EE.UU.- contribuyeron poderosamente a crear el desorden que reina hoy en esa zona del mundo, aunque sería aventurado eximir totalmente a los aliados Alemania y Turquía, las cuales contemplaron incluso impulsar una guerra santa 'anticolonial' en Egipto y la India: era la idea del arqueólogo y espía Walter von Oppenheim.
La Declaración de Balfour (1917) y su 'zona de control internacional' en los alrededores de Jerusalén pusieron las bases de la creación de Israel, habiendo considerado los declarantes que tanto el Imperio otomano como los imperios centrales habían sido débiles en ese propósito, a pesar de las numerosas concesiones que ambos habían hecho a los gerifaltes del sionismo durante décadas. Con Balfour, la llamada Comisión Sionista para Palestina pactaba abiertamente con los británicos.
Siempre se ha argumentado que, en Palestina, "no había nada" y que, por tanto, era lícito crear un nuevo Estado exclusivamente judío. Sin embargo, otomanos y germanos habían desarrollado la zona y construido infraestructuras de gran importancia: por ejemplo, el ferrocarril del Hiyaz, que unía Damasco con Medina, y que fue destruido por los hombres del rebelde Lawrence de Arabia y el rey hachemí Faisal I, bajo las órdenes británicas.
A Turquía se le multiplicaron los frentes, y en unos venció y en otros cedió. Su imperio extenso sobre el Mediterráneo oriental y el mar Rojo desapareció -más en los despachos que en el terreno- pero el país siguió existiendo, pese a que el 'plan' pasaba por desmembrarlo y repartirlo, algo parecido a lo que se pretendió con Rusia. Algunas batallas, como la de Galípoli, costaron la vida a cientos de miles de soldados de ambos bandos, entre ellos, australianos y neozelandeses, enviados a morir, otra vez, por mandato británico.
Brest-Litovsk y Versalles
En Europa, el uso de gases mortíferos marcó la contienda, por el uso extensivo y sistemático de este tipo de armas, defendidas con pompa por Fritz Haber, premio nobel de química. Aún hoy existen tierras altamente contaminadas. En medio de nubes tóxicas, crecientemente mortíferas (cloro, fosgeno y mostaza), los soldados franceses, apoyados por británicos y, más tarde, por norteamericanos, registraban pírricos avances, pero lograban su objetivo de minar a los imperios centrales en el frente occidental. Alemania fue la única en haber logrado conquistar terreno durante la guerra, sobre todo en su frente oriental, en parte por el uso de armas químicas frente al Ejército ruso (en los mapas de Geacron se puede ver la evolución del Imperio germánico entre 1914 y 1918 http://geacron.com/home-es/?lang=es&sid=GeaCron448415).
Pero las batallas solían ser inconclusas. Encallaban frecuentemente durante meses, circunstancia que fue aprovechada por una diplomacia astuta y amoral que generó victoriosos y perdedores en los despachos.
La muy polémica paz de Brest-Litovsk (1918), firmada por los bolcheviques a instancias de Alemania, tuvo un enorme impacto para la convulsionada Rusia. Pese a que, aparentemente, había estado integrada en la coalición que a la postre resultaría ganadora, Rusia debía acabar cediendo hasta el 75% de su área industrial -incluidas las llamadas 'regiones de Ucrania'- y perdiendo grandes recursos demográficos, económicos y financieros que servirían para indemnizar a Alemania y Austria. Trotski y otros lo justificaron afirmando que se "ganaba tiempo" para que la revolución llegara a Alemania...
Lo paradójico, es que, tan solo unos meses después, con el Tratado de Versalles (1919), los imperios centrales también perdían los territorios que Brest-Litovsk les otorgaba, en los cuales se crearon nuevos Estados, como Polonia. Se declaró, finalmente, a Alemania responsable de toda la guerra y, entre el pueblo alemán, primó un sentimiento de traición y humillación, sobre todo para aquellos que habían batido el cobre en la batalla. El país perdía territorios en Prusia y se sumía en una colosal crisis económica, cayendo millones de personas en la hambruna y la indigencia, al ser obligados colectivamente a pagar una deuda de guerra a los declarados vencedores -con intereses hasta el año 1988 y la expropiación por parte de Francia del aparato industrial y minero de la región del Ruhr. El 'éxito' de Brest-Litovsk apenas había durado un año.
A escasos meses del centenario de la Primera Guerra Mundial (1914-2014) cabe todavía preguntarse por sus repercusiones en la actualidad.