El paradigma occidental: Petra Laszlo, la reportera que pateaba inmigrantes
Lo de la reportera húngara nos ha escandalizado a casi todos; hay quien dice, y esto es real, que solo era una patriota ayudando a la policía. Mongolos aparte, es lógico que nos horrorice ver a semejante despojo humano demostrando su barbarie.
Por una parte, resulta curioso que estas imágenes nadie las haya criticado por obscenas o morbosas, como si sucedió con la imagen del cadaver del niño. Por otro lado, no deja de sorprender que esas imágenes de Petra Laszlo pateando a migrantes desesperados no parezca recordarnos que cosas peores han sucedido, por ejemplo, en las vallas de Ceuta y Melilla, o en la frontera de México con EE.UU. Lo único es que allí no son reporteras dementes las que dan patadas.
No es más que una metáfora del trato que damos a quienes, desesperados, buscan fuera de sus lugares de origen una vida digna
Es muy hipócrita echarnos las manos a la cabeza por lo que no deja de ser una triste anécdota cuando hay miles de inmigrantes dejándose la piel, literalmente, en las concertinas de las distintas fronteras que separan los países asolados por la pobreza y las guerras y los países que se benefician de sus desgracias.
No pretendo establecer un baremo sobre qué y cuánto nos ha de indignar según qué imágenes, pero va siendo hora de incidir en el problema fundamental que causa este drama migratorio: la desigualdad que se establece entre seres humanos únicamente por el lugar de nacimiento.
Empecemos a indignarnos por nuestra xenofobia que nos hace desconfiar de culturas y razas distintas, que nos mantiene sentados abrazados a la opulencia mientras se hunden pateras llenas de seres humanos. Exigir un comercio justo, una economía que no se base en exprimir los recursos naturales de países menos desarrollados y una política exterior que se olvide de derrocar gobiernos por intereses económicos, sería un buen comienzo.
Lo de la tristemente famosa reportera no es más que una metáfora del trato que damos a quienes, desesperados, buscan fuera de sus lugares de origen una vida digna.
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