Por Carlos Suasnavas
Hay muchas imágenes con las que todo el mundo identifica la época del Renacimiento, obras famosas que se han convertido en verdaderos iconos de la época. Para la mayoría de estas obras los artistas utilizaron como modelos a gente anónima, personas que poseían alguna característica que quería el autor y punto. No se sabe mucho más de ellas. Podemos poner como ejemplo la pintura de Miguel Ángel en la bóveda de la Capilla Sixtina, La creación de Adán, o su inquietante y enigmático David. No se sabe quiénes posaron de modelos para esas obras. Incluso la famosa Mona Lisa de Leonardo da Vinci, que ahora se especula sería un retrato de Lisa Gheradini, presenta más dudas que certezas sobre la verdadera identidad de la modelo. Aquí hay que notar que a pesar de los cientos de teorías y consideraciones académicas, la fascinación que ejerce la Mona Lisa tiene más que ver con la enigmática personalidad de Leonardo, que con cualquier persona retratada.
Bueno, algo muy distinto sucede con la obra de Sandro Botticelli porque en ella está plenamente identificada la modelo. Aquí vale una pequeña digreción. El verdadero nombre de Botticelli era Alessandro di Mariano di Vanni Filipepi. Botticelli significa "barrilito" y es un apodo que adquirió porque a su hermano mayor lo llamaban Botte (barril) debido a su contextura física.Volviendo al tema, Botticelli nació y fue formado en Florencia bajo la influencia de grandes maestros, y al igual que Leonardo Da Vinci, también fue patrocinado por los Médici, la más poderosa familia florentina de la época. Su historia de éxito y posterior descenso, no nos dice mucho sobre los acontecimientos históricos que moldearon su época; pero aún así, Botticelli nos dejó con algunas de las imágenes más memorables del arte occidental, entre las que sobresale su más famosa obra El Nacimiento de Venus.
"El nacimiento de Venus"
Es aquí a donde quería llegar. ¿Quién es la mujer del famoso cuadro de Botticelli?Pues es ni más ni menos que Simonetta Vespucci, a quien muchos llamaron la mujer bella de la época. En eso coincidían nobles y plebeyos, navegantes y visitantes, propios y extraños.
Simonetta Vespucci
Fue una mujer que iluminó con su bello rostro la Florencia del siglo XV. Su nombre de soltera era Simonetta Cattaneo, hija de un noble genovés. Se casó muy joven a la edad de dieciséis años con un vecino de Botticelli llamado Marco Vespucci. El joven, que estaba muy enamorado de la bella, fue aceptado de buena gana por el padre de Simonetta debido a que su familia estaba bien conectada en Florencia, en especial con los Médici.
Todos los nobles de la ciudad estaban obsesionados con Simonetta. Los hermanos Giuliano y Lorenzo de Médici también sucumbieron a sus encantos y quedaron prendados de su belleza. Pública y descaradamente rivalizaron en más de una ocasión y le manifestaron su admiración (léase ganas), pero acabaron recibiendo sólo el rechazo y desdén de la bella y ajena rubia. El poeta Ángelo Poliziano reflejó la pasión prohibida de ambos hermanos en su obra "La Giostra". Y hasta el mismísimo Lorenzo de Médici, alias "El Magnífico", llegó a describirla así en sus, por cierto, muy machistas memorias: "Su cutis era extremadamente claro, pero no pálido; rosado, pero no rojo. Su porte era serio, sin ser severo; dulce y placentero, sin asomo de coquetería o vulgaridad. Sus ojos vivos, no manifestaban arrogancia ni soberbia. Su cuerpo era finamente proporcionado, y entre las demás mujeres aparecía de superior dignidad. Paseando, bailando o en cualquier otro ejercicio, se movía con elegancia y propiedad. Sólo hablaba cuando era conveniente y dando opinión tan acertada, que no se podía añadir o quitar a lo que iba diciendo. Su comprensión era superior a la que pide su sexo, pero sin aparentar darse cuenta de ello y sin caer en el error, tan común entre las mujeres, que cuando sobrepasan el nivel se hacen insoportables". Simonetta fue descubierta como modelo por Sandro Botticelli a través de los Vespucci. Por parte del pintor fue amor a primera vista porque desde aquel primer día en que la vio, la convirtió en su musa, y por supuesto que también lo fue para los destacados pintores que pasaron por Florencia.
En la Giostra (un torneo de justas) de 1475, Giuliano de Médici entró a las listas cargando una bandera en la cual se veía pintada a Simonetta (por Botticelli, obvio) posando como Palas Atenea con yelmo, y con una leyenda en francés que decía: «La Sans Pareille», es decir «La Incomparable». Giuliano ganó el torneo y la bella Simonetta fue nombrada «Reina de la Belleza» de aquel encuentro. A partir de entonces la fama de Simonetta como la mujer más bella de Florencia recorrió por toda Europa, y con sobra de merecimientos es nombrada hasta la fecha por muchos historiadores, como la mujer más hermosa del Renacimiento.
Lastimosamente y como suele ocurrir en este tipo de historias, la bella Simonetta murió muy joven, la noche del 26 de abril de 1476 a la edad de 23 años. Se presume que había contraído tuberculosis. Botticelli nunca pudo superarlo y quedó el resto de su vida obsesionado con ella.
Alessandro Botticelli, autorretrato
Venus y Marte
En su famoso cuadro "Venus y Marte" no hace falta ser muy observador para darse cuenta de que quienes representan a los dioses del Olimpo, son Simonetta junto al mismo Botticelli (fíjense en el autorretrato superior). Esta era la única forma, el único sitio donde el artista podía verla como su pareja.
Sin lugar a dudas el famoso pintor fue el hombre que más la amó, aunque a su manera, respetuosamente y en silencio. En 1485 terminó su cuadro El nacimiento de Venus como homenaje póstumo a Simonetta, nueve años después de su muerte y, aunque él nunca lo aceptó, hay que estar ciego para no darse cuenta que ella es la mujer que está retratada en casi toda su obra.Todas las mujeres de sus cuadros guardan un exacto parecido a Simonetta, aparte de los retratos póstumos que pintó de ella.
Tan grande fue el amor de Botticcelli hacia su musa, que nunca contrajo matrimonio y personalmente pidió que después de muerto fuese enterrado a los pies del sepulcro de Simonetta en la Iglesia de Ognissanti (Todos los Santos) —la iglesia de los Vespucci— en Florencia. Tras su muerte en 1510 le fue cumplido su deseo, y allí mismo, a sus pies, fueron depositados sus restos 34 años después de que muriese el amor de su vida. Botticelli sin saberlo, nos estaba legando otra maravillosa lección de amor.
Sitio donde está enterrado Botticelli en la Capilla de los Vespucci
Se sabe que Botticelli realizó más de 150 obras, pero muchas de ellas fueron destruidas por la Iglesia Católica acusadas de paganas y profanas. “El Nacimiento de Venus” (primera imagen de este post) es una de las pocas pinturas paganas de Botticelli que no fueron destruidas por la Iglesia Católica. Otra fuente da cuenta que Lorenzo de Médici protegió el cuadro de la ira de la Iglesia para dejar a su hermano un recuerdo de su amada. Continuamente se ha señalado que tanto Botticelli como Da Vinci fueron Maestres del Priorato de Sión.
Algo muy curioso es que los retratos que pintó de sus mecenas, no tienen esa belleza, esa mística ni el espíritu de sus otras composiciones. Queda claro que los retrataba por obligación, aparte que debió haberlos detestado infinitamente por dentro, al ver cuánto cortejaban a su amada.