La cultura occidental liderada por los Estados Unidos se basa en la imagen y en los "modelos a seguir", lo cual no es malo, pero a veces se olvida un factor fundamental, y ese factor es la imperfección humana.
Yo del golf no entiendo nada, pero me afeito todos los días. Utilizo las afeitadoras que promociona por televisión Tiger Woods, el pobre golfista que hace poco cayó en desgracia. Sí, desgracia, porque es una desgracia que aparte de tu esposa, todo el mundo se entere de tus infidelidades.
No estoy de acuerdo con la crucifixión a la que han arrastrado al pobre de Tiger ni al escándalo puritano al que sido sometido, más parecido al juicio de las brujas de Salem. La sociedad estadounidense se está olvidando de que el pobre deportista también es humano, y como tal, completamente imperfecto.
Entiendo que la fama no perdona, pero aquello no justifica que sea patente de corso para destruir el pedestal que nosotros mismos construimos para nuestros ídolos. Tengo entendido que Tiger Woods ha sido el mejor golfista de la época y quizá de la historia, pero mí nadie me ha dicho que también haya firmado un juramento de castidad o de buenas costumbres. Si sus seguidores esperaban eso de él, pues simplemente se equivocaron porque para eso la sociedad ya ha creado sus santos y divinidades, y me parece absurdo querer endosar esas cualidades perfectas a alguien que se destaca en un deporte, y peor aún que exija a gritos a las empresas patrocinadoras que le retiren su apoyo.
Puede ser porque soy latino o porque soy completamente terrenal e imperfecto, que para mí los deslices de Tiger son normales, enmendables y corregibles. Totalmente perdonables y olvidables. Vamos! Sólo recordemos que hace poco más de 10 años el mismo presidente de esa gran nación confesaba un desliz amoroso y pedía disculpas en público.
En ese sentido los latinos somos más prácticos y hasta quizá sea cierta esa fama que nos endilgan de ser más calientes y pasionales, porque fuimos razonables y toda la comunidad hispana se hizo de la vista gorda perdonándole su affaire al famoso padre Alberto, diácono de Miami. Porque bien o mal, Maradona sigue siendo el referente futbolístico de la región y el mismo ídolo de siempre en Argentina.
Es curiosa esa doble moral americana, donde es un pecado execrable que el pobre Tiger haya jugado con su palo de golf en lecho ajeno, pero que no se diga nada y más bien sea ya una costumbre que sus propios jóvenes vayan a morir en nombre de la guerra en otro continente. Los problemas de alcoba son sólo eso, y en teoría deberían ser un problema de dos - o máximo de tres-, pero no de un país entero, porque parece que no se han dado cuenta de que por cinco minutos de circo están destruyendo una vida consagrada al deporte.
Lo que haga Tiger Woods dentro del campo de golf debería ser noticia, pero lo que haga fuera de el no es nuestro asunto, y si permitimos que la prensa lo siga atacando por eso, nos convertimos en cómplices de su voyeurismo.
Por mi parte voy a seguir afeitándome con las mismas máquinas y de paso hasta me han dado ganas de aprender a jugar golf.