¿Cómo lograron hurir otros judíos de los terribles campos de concentración? ¿Cómo lograron salvarse niños y mujeres de la tiranía nazi? Además de rememorar el horror del holocausto judío, no hay que olvidar los nombres de aquellos que se jugaron la vida para salvar a otros miles de las garras del nazismo.
El director de cine judío Steven Spierberg inmortalizó en su película 'La lista de Schindler' a la figura de Oskar Schindler, un empresario y espía alemán que salvó la vida de unos 1.200 judíos. Pero él no fue el único héroe. En esta entrada de mi blog me gustaría recordar a algunas personas que arriesgaron su vida para salvar a otros seres humanos, no solamente hebreos, sino también de otras creencias religiosas o razas perseguidas por los nazis.
Uno de estos héroes de carne y hueso es Nicolás Winton, un británico de 105 años que salvó a 669 niños judíos de la muerte en la Alemania nazi justo antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial. En 1938, cuando estaba a punto de irse de vacaciones a Suiza, recibió una llamada telefónica de su amigo Martin Blake, que trabajaba en un comité de ayuda para refugiados adultos de Checoslovaquia. "Tengo una propuesta muy interesante para ti. No te molestes en traer tus esquís", le dijo.
Una vez en Praga, Winton recibió la propuesta de trabajar temporalmente en los campos de refugiados de la zona, donde miles de personas, muchos de ellos menores, sobrevivían en condiciones infrahumanas. Sobrecogido por lo que veía, el inglés montó una oficina improvisada en su hotel y fabricó un plan para sacar del país a los niños y salvarles de una muerte casi segura.
El alud de solicitudes hizo que se viera obligado a abrir una nueva oficina y en pocos días centenares de familias acudieron a solicitarle ayuda para salvar a sus hijos. El trabajo de Winton consistía en organizar el traslado de los niños judíos a Reino Unido. Para ello tenía que lograr el permiso de las autoridades de los Países Bajos, a través de cuyo territorio se realizaba el tránsito, así como las garantías financieras sin las que las autoridades británicas no permitían la entrada en el país. En Reino Unido su madre le ayudaba a encontrar familias dispuestas a acoger a los niños.
En marzo de 1939, los primeros niños judíos empezaron a llegar a Londres, dejando atrás su trágica vida. Hasta que estalló la Segunda Guerra Mundial y Alemania invadió Polonia, Winton tuvo tiempo para rescatar a 669 niños.
Estas valientes actividades de Winton se dieron a conocer en 1988 después de que su esposa encontrara un cuaderno suyo con direcciones de familias británicas que alojaron en sus casas a los niños rescatados. El mismo Winton nunca habló de este gran gesto humano. El año pasado muchos de los niños que Winton salvó fueron al programa de televisión de la cadena BBC 'That's Life' para verlo por primera vez desde la guerra. "Quién le deba su vida a Nicolás Winton, ¿podría levantarse, por favor?", pregunta la presentadora, momento en que decenas de personas se pusieron de pie para darle las gracias.
Otra persona con una hazaña no menos sorprendente que la de Winton a sus espaldas es la de la polaca Irena Sendler, de 104 años. Esta mujer fue miembro activo del Consejo de Ayuda a los Judíos (Zegota), que visitaba a menudo el gueto de Varsovia. Aprovechando su condición de trabajadora social, logró sacar junto con sus compañeros a unos 2.500 niños que luego fueron trasladados a orfanatos polacos, familias y monasterios.
A los bebés les daban somníferos y los colocaban en pequeñas cajas con agujeros para que no se ahogaran, sacándolos luego del gueto en los vehículos en los que traían desinfectantes al campo de concentración. Algunos niños fueron sacados de ahí a través de los sótanos de las casas adyacentes al gueto. Con el mismo objetivo se utilizaban también las alcantarillas de drenaje. Otros niños fueron transportados en bolsas, cestas o cajas de cartón.
Sin embargo, su hazaña casi le costó la vida. El 20 de octubre de 1943 fue arrestada y llevada a la prisión Pawiak para ser ejecutada. Sin embargo, un grupo activistas clandestinos logró sobornar a los guardias de seguridad, si bien en los documentos oficiales figuró como ejecutada. Irena Sendler se escondió hasta el final de la guerra, y continuó ayudando a los niños judíos pese al riesgo que corría.
Otro caso destacado de altruísmo en tiempos de guerra es el del diplomático japonés Chiune Sugihara, que se desempeñó como cónsul del Imperio Japonés en Lituania durante la Segunda Guerra Mundial. Aprovechando la jerarquía de su cargo, terminó convirtiéndose en la esperanza de 6.000 refugiados que trataban de huir de la brutalidad nazi. A pesar de que no le dieron autorización para tramitar visados japoneses a los judíos, Sugihara lo hizo poniendo en riesgo su carrera y la seguridad de su familia.
En 1946 el diplomático fue despedido del servicio exterior, debido a que su noble acción fue considerada un acto de desobediencia, si bien después pasó a ser considerado un héroe nacional.
Estos tres ejemplos son testimonio de que existen hombres y mujeres que, sin esperar nada a cambio, imparten justicia en tiempos de horror y adversidad poniendo en juego su propia vida. Sin estas historias de valor y coraje, que marcaron la diferencia en una época gobernada por el odio y la supremacía racial, el número de víctimas del Holocausto, que costó la vida a entre 5,6 y 6,3 millones de personas, habría sido aún mayor.