El expresidente de Bolivia, Evo Morales, entrevistado por el exmandatario ecuatoriano, Rafael Correa, repasó las condiciones que llevaron a su derrocamiento en 2019, tras haber ganado las elecciones que lo habilitaban para un cuarto mandato.
En este sexto episodio del programa 'Conversando con Correa: golpes de Estado', Morales aseguró que su gobierno (2006-2019) podría haber terminado como el del expresidente chileno Salvador Allende, quien sufrió un sangriento golpe militar el 11 de septiembre de 1973.
Golpe a un Gobierno exitoso
Durante la charla, Correa destacó que Morales creció en condiciones de pobreza y debió trabajar desde los 5 años. Apenas pudo terminar sus estudios. Pero su gobierno mostró indicadores económicos extraordinarios, de un crecimiento ejemplar para la región, con estabilidad, aumento de reservas y control de la inflación. Incluso logró reducir la miseria, que afectaba al 36,7 % de la población, a menos del 17 %.
A pesar de sus éxitos, y tras haber ganado su segunda reelección con el 48 % de los votos, Morales padeció la presión de sectores de la derecha y fuerzas militares y policiales, hasta forzar su renuncia.
En febrero de 2016, Morales perdió un referéndum con el que buscaba modificar la Constitución de 2009 para poder presentarse a las elecciones presidenciales de 2019. El resultado fue muy ajustado pero desfavorable: ganó el 'No' con poco más del 51,30 %, frente al 48,7 % que eligió el 'Sí'.
Sin embargo, en diciembre de 2018 la Justicia boliviana aprobó que Morales se presentara como candidato con el argumento de que el derecho a ser elegido está previsto en la Convención Americana de Derechos Humanos, y que eso está por encima de la ley boliviana que limita la reelección. Finalmente, el entonces líder del Movimiento al Socialismo (MAS-IPSP) ganó las elecciones con un apoyo de 47,08 % de los votos, contra el 36,51 % del opositor Carlos Mesa, de la alianza Comunidad Ciudadana.
"Mi error fue no haber incluido la reelección indefinida también para gobernadores y alcaldes. Si lo incluíamos ganábamos con el 60, 70 %. Las encuestas de la derecha decían que el 'Sí' iba a sacar el 23 %. Sacamos el 49 %. Ahí yo me quedé y dije, hay que preparar a otro líder. Pero también, los abogados y juristas decían: 'Eso se puede resolver con una sentencia del tribunal constitucional'. Y lo aprobaron. Ese es el grave error".
Tras la victoria en los comicios, la oposición presentó denuncias de fraude sin pruebas fehacientes que las respalden. Y la Organización de Estados Americanos (OEA) emitió un informe que hablaba de "manipulación deliberada" de los cómputos. Pero varios estudios independientes contradijeron a la OEA y negaron evidencias de irregularidades en la elección.
Peligro de muerte
En medio de un clima de tensión en las calles, con varios muertos y heridos por la represión de las fuerzas del orden, Evo Morales renunció a la presidencia el 10 de noviembre, y debió tomar asilo en México. Dos días después, la senadora opositora Jeanine Áñez se autoproclamó presidenta interina.
"El día 10 era 'Patria o muerte'. En la mañanita del día domingo vimos aviones K8 de entrenamiento sobrevolando en los lugares donde había resistencia al bloqueo de caminos. Yo llamé al comandante de la Fuerza Aérea Boliviana, no entendía: 'General, ¿qué pasó? Usted solo puede movilizar armamento militar con orden del capitán general de las Fuerzas Armadas'. Ya estaba el golpe", recordó el exjefe de Estado boliviano.
Morales relató que el mismo 10 de noviembre recibió una carta de las Fuerzas Armadas en las que se le comunicaba que ya no disponía del avión presidencial. Cerca de las dos de la tarde, recibió a un grupo de ministros y funcionarios, entre ellos la presidenta del Senado, Adriana Salvatierra, y le informaron: "'Mira, ya está el golpe'". Y alguien dijo, 'si queremos salvar el proceso de cambio, nuestra revolución, hay que salvar la vida de Evo'".
"Eso me hizo pensar como una hora. Serían las tres, las cuatro de la tarde. 'No, hay que salir urgente', pensé. Cuando llegamos al aeropuerto de Chimoré, estaba rodeado de militares fuertemente armados. No querían que salgamos. Los alcaldes, dirigentes, rompieron eso y pudimos salir".
Previamente, tanto el jefe de las Fuerzas Armadas como el comandante general de la Policía de Bolivia habían sugerido al mandatario que dimitiera para buscar la estabilización de la nación. La decisión fue anunciada horas después.
"En ese momento no me di cuenta. Si no renunciaba, hubiera pasado como con Salvador Allende", analizó Morales.
Por su parte, Correa comentó que "la derecha boliviana piensa que cuando ellos ganan hay democracia, pero cuando pierden es fraude".
El dirigente del MAS consideró que finalmente se ha "ganado una batalla", y agradeció por ello a los gobiernos de los países que colaboraron para mantenerlo con vida, como Argentina, México, el presidente venezolano Nicolás Maduro, y los exmandatarios de España Luis Rodríguez Zapatero, de Colombia, Ernesto Samper, y el propio Correa.
Correa acotó que, contrariamente, las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional boliviana le "dieron la espalda" a Evo Morales, y eso determinó el resultado del golpe de Estado, que muchas veces es "cívico-militar", como en este caso.
El rol de la OEA y Áñez
Los expresidentes comentaron la importancia de organismos internacionales regionales "que garanticen la democracia" como la Unasur, y no la OEA "al mando de (Luis) Almagro", cuyo informe sobre las elecciones fue "si no fraudulento, al menos errado absolutamente", consideró Correa.
Morales remarcó que, en 2017, EE.UU. ya había pedido que no se presentara a un cuarto mandato. Y dijo que, desde su fundacón, el MAS IPSP siempre estuvo "en la mira del imperio". A pesar de ello, y retomando las supuestas denuncias de fraude, remarcó que en algunas localidades rurales de Bolivia, la fuerza política socialista superó el 90 % de los votos, y en Orinoca, su pueblo natal, 99,58 %. "¿Eso es fraude para la OEA?", se preguntó.
Los expresidentes de Bolivia y Ecuador analizaron el proceso que culminó con la legisladora opositora Áñez encabezando un gobierno de facto. "Fue un desastre a nivel de ejercicio gubernamental, administrativo y además criminal, ya que provocó varias masacres", sostuvo Correa.
Los casos más graves, por la magnitud del uso de la violencia y el número de víctimas, ocurrieron durante los primeros días de la presidencia de facto de Áñez en las ciudades de Sacaba y Senkata, en donde se cometieron masacres al amparo de un decreto que eximía de responsabilidades a policías y militares.
El líder boliviano rememoró que, el 3 de enero de 2020, al inaugurar el año judicial en Sucre, Jeanine Áñez dijo: "Los salvajes no volverán. Las ordas masistas no volverán". Y agregó que en esa gestión, se paralizaron industrias que se habían construido en la administración socialista, y que le permitieron a Bolivia incluso exportar con valor agregado.
Sin embargo, el MAS volvió a ser gobierno en las siguientes elecciones democráticas de 2020, que proclamaron presidente a Luis Arce, exministro de Economía de Evo Morales. "En mi libro ('Volveremos y seremos millones'), escrito desde Argentina, yo dije que íbamos a ganar con más del 50 %", destacó el dirigente indígena.
Y añadió: "Si no fuera por ese voto, yo no volvía".
Tanto Morales como Correa coincidieron en que el apoyo de las grandes potencias a estos procesos antidemocráticos, que posibilitaron una serie de golpes de Estado en la región de América Latina, tienen que ver con el interés por los recursos naturales, que en el caso de Bolivia pueden destacarse los hidrocarburos, el litio y otros minerales. Sin embargo, la inestabilidad democrática es un problema que alcanza también a países sin tantos recursos recursos naturales, como Guatemala y Honduras.
"El imperio está en decadencia. Y por eso acude a la violencia. Ahora, en esta guerra híbrida, el imperio está detrás del agua dulce", consideró Evo Morales. "El imperio del mal llega a su final", concluyó.
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