Operación militar especial: la estrategia rusa
El discurso que el presidente ruso Vladímir Putin dio en febrero de 2007, en la Conferencia de Seguridad de Múnich marcó un hito en la historia moderna. Muchos consideran esa famosa intervención como un momento de inflexión en las relaciones entre Rusia y Occidente. Aquel día, Putin expresó su postura sobre los puntos clave de la política mundial, criticó duramente el modelo del mundo unipolar, la política exterior de EE.UU., el uso injustificado de la fuerza contra otros países y la expansión de la OTAN hacia la frontera rusa.
Los acontecimientos posteriores en Georgia; el golpe de Estado en Ucrania, financiado por Occidente; y el deseo de arrastrar a ambos países a la Alianza Atlántica a toda costa llevaron a nuevos conflictos y a una profunda crisis en la seguridad global. Los múltiples intentos de Moscú de negociar las reglas del juego fueron en vano.
"Estados Unidos llevaba muchos años prestando a Ucrania ayuda militar de carácter letal y no letal por una suma de entre 100 y 300 millones de dólares anuales", recordó el exoficial del Cuerpo de Marines estadounidense, Scott Ritter. Otros expertos consideran que hasta antes de 2014, el objetivo de Washington era establecer una base militar en Crimea y convertir a Ucrania en un "contrapeso político-militar para Rusia", por lo que junto con la OTAN comenzó a entrenar y armar a los militares ucranianos.
"EE.UU. llegó demasiado lejos"
Para finales de 2021, Kiev concentró en las fronteras de la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk a 150.000 militares muy bien preparados y armados. Los datos de inteligencia indicaban que ese despliegue no tenía fines defensivos, sino que se trataba de planes para un ataque a gran escala en Donbass y Crimea. "Los estadounidenses llegaron demasiado lejos. No descarto que Ucrania estuviese dispuesta a desarrollar armas de destrucción masiva en un futuro", valora Andréi Sushentsov, del Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú.
Ante esa situación, Rusia lanzó el 24 de febrero una operación militar especial en todo el territorio ucraniano, atacando objetivos de importancia estratégica como polígonos militares, fábricas, depósitos de armamento, aeródromos y centros logísticos. Una 'operación militar especial' significa que los combates se llevan a cabo con restricciones significativas como la exclusión de las instalaciones civiles de los ataques.
El experto militar Yuri Knútov aclara que el operativo de Moscú se diferencia de la táctica empleada por EE.UU. en Irak u otros países. "La aviación de EE.UU. hizo 4.000 salidas en Irak, lo que provocó que el país quedará reducido a escombros y solo después de eso se recurrió a las tropas terrestres. Nosotros [Rusia] no nos comportamos así. También tenemos la posibilidad de utilizar los bombarderos Tu-22 o Tu-95 para acabar con las principales ciudades, pero todo lo que hacemos no está dirigido contra los civiles", dijo Knútov.
Una "guerra subsidiaria"
Washington, la OTAN, la Unión Europea, el Reino Unido y otros países, condenaron el operativo militar ruso, impusieron una serie de sanciones contra Moscú y prometieron ayudar a Kiev durante "todo el tiempo que sea necesario" para asegurar la derrota de Rusia. "Estamos en guerra contra todo un bloque de países en el territorio de Ucrania que usa el Ejército ucraniano como un ejército colonial o 'proxy'; y, por tanto, acabamos metidos en una gran guerra contra todo el bloque", asegura el analista militar Vladislav Shuryguin.
Pese a los intensos combates, desde los primeros días de la operación militar especial, Moscú se mostró dispuesto a sentarse a la mesa de negociaciones. Las delegaciones rusa y ucraniana celebraron reuniones al respecto en Bielorrusia y Turquía, pero sin éxito. "Cuando las negociaciones en Estambul empezaron a dar sus frutos, Biden no perdió tiempo en reunir a los líderes de la UE. Y no hablaron de iniciativas de paz, sino de los métodos para aumentar los suministros de armas a Ucrania. Hicieron todos los esfuerzos posibles para sabotear el proceso de negociación. Para Occidente, Ucrania no tiene la menor importancia", lamenta Baris Adibelli, profesor de la Universidad Kutahya Dumlupinar de Turquía.
Por su parte, el exagente de inteligencia estadounidense John Chris Kiriakou sostiene que el conflicto en territorio ucraniano es una "guerra subsidiaria" de EE.UU. contra Rusia. Además, manifiesta que Washington "necesita estar en guerra", porque de lo contrario su "economía entraría en recesión". "Cuando vemos esas enormes sumas que se envían a Ucrania: 40.000 millones de dólares, 13.000 millones de dólares. No estamos firmándole un cheque a Kiev y regalándole ese dinero. Casi nada de ese dinero llegará en efectivo a Ucrania, sino a las empresas de defensa estadounidenses", criticó.