En el marco de la primera gira internacional de Donald Trump como presidente de EE.UU., se firmó un acuerdo armamentístico de 350.000 millones de dólares con Arabia Saudita. Pero los medios de comunicación estadounidenses han omitido una pieza clave del contexto: a quién se matará con esas armas. Además no han hecho referencia alguna sobre Yemen, donde la hambruna y la guerra que llevan a cabo los sauditas desde hace dos años han acabado con la vida de unos 10.000 civiles.
La prensa se ha centrado únicamente en los beneficios económicos, en las acciones de las empresas militares involucradas, que han crecido gracias a ese contrato, y en los puestos de empleo que ayudarán a mantener o generar en la nación norteamericana. Hablan únicamente de estas cifras, pero no de las vidas humanas que se están perdiendo en Yemen, ya que al parecer eso no cotiza en bolsa, lamenta Max Keiser.
'Para generar empleo hay que desatar guerras'
"Este concepto de alimentar la máquina de guerra y de masacrar a los niños yemeníes vendiendo armas a los sauditas es pura hipocresía, porque después lloran por cosas como las del atentado de Mánchester. No ven la conexión entre ambas cosas porque tienen disonancia cognitiva. Son incapaces de ver que vender armas a terroristas que después masacran niños en Yemen tenga algo que ver con la matanza de niños en Mánchester", agregó.
En las noticias sobre este acuerdo armamentístico, los principales medios de comunicación citan a representantes de Lockheed Martin, Raytheon, General Electric y de la sociedad de capital de riesgo Blackstone, pero no encontraron tiempo para entrevistar a un experto en derechos humanos, a un trabajador humanitario o una víctima de los bombardeos sauditas en Yemen.
Mientras que Stacy Herbert señala que los progresistas deberían celebrar el papel que cumple la venta de armas en la ayuda a los trabajadores estadounidenses. "Si seguimos centrándonos en los empleos o el precio de las acciones, esto se convierte en un incentivo. Es decir, se plantea que, con el objetivo de conservar los puestos de trabajo es necesario seguir creando guerras y conflictos en el mundo. Tensión que genera conflicto, que genera trabajo", dijo.
La frustración de los banqueros con el bitcóin
Por otro lado, en cuanto a la revalorización de la moneda virtual bitcóin, que ya vale el doble que el oro, invitados del programa sostienen que el crecimiento de la criptomoneda se debería a que "no hay interferencias por parte de los bancos mundiales o centrales". El metal precioso "está controlado, gestionado y manipulado" por los banqueros, afirma Craig Hemke, analista del precio del oro en TFMetalsReport.com.
"Creo que los inversores del oro están enfadados y rechazan el bitcóin por frustración. Han tenido la sartén por el mango durante unos cuatro años gracias a los bancos. Los bancos han tomado medidas drásticas sobre los precios. Cuentan con algoritmos para la negociación de alta frecuencia que han asegurado los precios y, en ese tiempo, el oro y la plata apenas se han movido, mientras que el bitcóin se ha triplicado en los últimos siete meses", opinó el experto.
¿Una cooperación entre instituciones financieras y la criptomoneda?
Para Keiser no obstante, la comunidad de la moneda virtual debería plantearse respaldar parte de sus ganancias en oro y plata. El bitcóin tiene un problema potencial, y es que se trata de una divisa electrónica y, si Internet falla, puede haber complicaciones, pese a que hay un gran volumen sin conexión que no se vería afectado. En tanto los inversores del oro, por lo menos, deberían hablar de la criptomoneda, porque está en plena expansión y pronto podría valer mil millones de dólares, insta.
"Ambos mercados tienen en común un suministro limitado o finito, reservas de valor, y se puede hacer negocios con medios de intercambio. No entiendo por qué ambas comunidades no se comunican, para mí no tiene ningún sentido", sostiene el conductor del programa.