La ONU establece que todos los seres humanos deben tener acceso a una cantidad de agua suficiente y que sea segura, salubre, asequible y accesible físicamente. Sin embargo, esto no se cumple en muchos países, no solo en los que están en vías de desarrollo sino también en naciones como Estados Unidos.
En 2014 en la ciudad de Flint (Míchigan), tuvo lugar una de las mayores crisis del agua de la historia reciente estadounidense. En un intento por ahorrar costes, las autoridades decidieron cambiar la fuente de agua que se obtenía del lago Huron, por la del río Flint. Esto provocó una serie de problemas que culminaron en contaminación por plomo, creado un grave peligro para la salud pública.
Nakiya Waves, víctima de la contaminación, recuerda que los resultados de los análisis de plomo en el agua de su casa eran de 1.100 partes por mil millones, cuando lo aconsejable es que ese indicador no supere las 15 partes por mil millones. Como consecuencia, Waves perdió en dos ocasiones a los bebés que esperaba, mientras que en uno de sus hijos el plomo le provocó dificultades de desarrollo. Ahora esta familia, pese a su precaria situación económica, compra agua embotella e historias como estas se repiten por todo Flint.
"Algo totalmente perverso"
Asimismo, se desconoce con exactitud la cantidad de afectados por la contaminación del agua, aunque en un principio, las autoridades contabilizaron entre 6.000 y 12.000 el número de niños contaminados con plomo. También se registraron varias muertes por legionela y neumonía derivadas de la contaminación del líquido vital.
Jennifer Kurland, portavoz del Partido Verde de Míchigan, citando varios estudios, asegura que las autoridades en todos los niveles acordaron cambiar el origen del suministro del agua sabiendo que no era apta para el consumo humano solo para ahorrar costes. Pese a las pruebas y evidencias nadie ha sido encarcelado, y en junio de este año el fiscal general de Míchigan decidió retirar todos los cargos contra los procesados.
"Aun no vivimos en un sistema en el que tratamos al Gobierno como un agente para mejorar la vida de las personas. Todavía seguimos en este marco neoliberal en el que nuestro Gobierno le debe decir a las grandes empresas que debemos gastar el menor dinero posible en ayudar a la gente, por eso tenemos esta crisis del agua, porque el Gobierno federal se empeñó en ahorrar dinero y no en servir a la gente. Lo que me parece algo totalmente perverso", lamenta por su parte Rick Sadle, profesor de la Universidad de Míchigan.