Rosa Cáceres, de 52 años, se ha crucificado este martes frente a la Embajada de Brasil en Asunción, Paraguay, informa 'El Nuevo Herald'. La mujer se unía así a los tres hombres que protestaban clavados a un madero desde hace una semana para reclamar el pago de forma retroactiva de los beneficios contemplados por el compromiso social que Itaipú, una compañía hidroeléctrica administrada por Brasil y Paraguay, asumió en 1973.
"Siento con mucho dolor, pero no por los clavos, sino por estar en un país tan hermoso como Paraguay y tener que pasar por esto para pedir por nuestros derechos", confesó Cáceres, la esposa y madre de dos exempleados de la empresa. Al mismo tiempo, Angelina Carballo, una exempleada de la misma entidad de 72 años, ha declarado que será "la próxima en crucificarse" si los trabajadores no reciben una respuesta.
Los exempleados afirman que les correspondían beneficios por alimentación, antigüedad laboral y productividad que solo recibieron los obreros brasileños.