Son muchos los que hablan de los riesgos que supone el calentamiento global, pero no todos los perciben como una amenaza real y tangible. Sin embargo, para miles de habitantes de archipiélagos como Vanuatu, Kiribati o las Maldivas, las consecuencias de este proceso ya se dejan sentir. Año tras año, tienen que vivir con la idea de que pronto sus países se hundirán por completo.
Así, el nivel del mar en el Pacífico occidental está aumentando unas cuatro veces más rápido que el promedio mundial, contaminando las aguas subterráneas, envenenando las tierras cultivables y tragándose islotes que habían sido habitables.
Debido al calentamiento de los océanos, los ciclones tropicales y otros desastres naturales se están produciendo en la región con una intensidad inédita.
Los Gobiernos de los países amenazados culpan de la actual situación a la emisión irresponsable de gases de efecto invernadero de los grandes países y urgen a tomar medidas para frenar el calentamiento global. Al mismo tiempo, tienen que pensar en la futura evacuación de sus habitantes e incluso en comprar terrenos a los países vecinos.
Y las personas que huyen de sus países natales, condenados a hundirse, hacen pensar en el nacimiento de una nueva categoría de refugiados: refugiados climáticos.
La última generación de Kiribati
Kiribati, situado en el océano Pacífico, es uno de los primeros países que pueden desaparecer debido a la subida de las aguas.
La mayor parte del archipiélago se eleva tan solo dos o tres metros sobre el nivel del mar, y el agua alrededor de los 32 atolones de Kiribati está subiendo 1,2 centímetros por año —unas cuatro veces más rápido que el promedio mundial— debido al flujo de las corrientes oceánicas. Algunos expertos opinan que para el año 2100 el país habrá desaparecido bajo las aguas. Y es un pronóstico optimista: algunos residentes creen incluso que el mar 'se tragará' sus hogares dentro de 20 o 30 años.
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Ante esta amenaza, el Gobierno ya ha comprado 6.000 hectáreas de tierras en Fiyi, a 2.200 kilómetros al sur de Kiribati.
"Si no se hace nada, Kiribati se hundirá en el océano. Para 2030 empezaremos a desaparecer. Nuestra existencia terminará en etapas. Primero, las capas de agua dulce serán destruidas. Los árboles del pan, el taro... el agua salada los matará", afirmó en 2013 el presidente de Kiribati, Anote Tong, en declaraciones al semanario 'Businessweek'.
"Así que vamos a tener que evacuar las islas. Vamos a defender las islas cuanto podamos, pero no podemos protegerlas contra las tormentas. Tenemos un clima muy moderado aquí, pero si eso cambia, no sobreviviremos. Nosotros no hubiéramos sobrevivido al huracán Sandy. Hubiera terminado con nosotros", agregó.
En opinión de Tong, los países con altos niveles de emisión de gases de efecto invernadero son los que tienen la culpa de la actual situación de su país. "Yo entiendo las realidades de este mundo. Las personas se preocupan por lo que les afecta. No se preocupan por las cosas que no sienten. Pero mi ira no va a hacer que EE.UU. y China dejen de quemar carbón", lamentó el presidente.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU ha declarado que Kiribati está entre las seis naciones de las islas del Pacífico más vulnerables al calentamiento global. Se trata de comunidades que se enfrentan a una seria amenaza de inundación permanente causada por la subida del nivel del mar.
Más del 60% de la población actual de Kiribati, mayoritariamente menor de 30 años, puede ser la última generación que viva en el país.
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Las Maldivas, un paraíso que se hunde en el Índico
La pequeña nación isleña de Maldivas vive en uno de los lugares más hermosos del mundo y cada año atrae a miles de turistas. Es además el país que se encuentra a menor altitud del mundo: 1,5 metros de promedio y una altura máxima de 2,3 metros.
Las perspectivas más pesimistas de la elevación del nivel del mar indican que unos 317.000 isleños tendrán que abandonar para siempre su hogar antes del fin de este siglo, dejando una cultura de unos 2.000 años de antigüedad bajo el agua.
Ya en 2009, los científicos reunidos en el Congreso Internacional sobre Cambio Climático en Copenhague llegaron a la conclusión de que el deshielo de las regiones árticas provocaría una subida del nivel del mar de hasta un metro de altura en este siglo.
Ante esta amenaza, el entonces presidente del país insular, Mohamen Nasheed, propuso ahorrar dos millones de dólares procedentes del turismo cada año para poder comprar un nuevo hogar a sus ciudadanos en caso de una eventual evacuación.
Como fruto de las preocupaciones del Gobierno por el cambio climático y la probable desaparición del país, así como de la firme apuesta por el turismo, nació la idea de la construcción de nuevas islas artificiales.
El proyecto, encargado a una empresa holandesa, salvaría a la población en el más que probable caso de la subida del nivel del mar, y además funcionaría como un gran complejo turístico de lujo, que incluiría el primer campo de golf flotante del mundo.
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Vanuatu, devastado por desastres naturales
Por si pareciera poca la amenaza constante de la desaparición bajo el agua, los pequeños países insulares sufren frecuentes desastres naturales.
Así, el pasado mes de marzo fue uno de los más catastróficos en la historia de Vanuatu, un país insular del Pacífico considerado por las Naciones Unidas el más vulnerable ante los desastres naturales.
El ciclón Pam, catalogado como "uno de los peores en la historia del Pacífico", arrasó Vanuatu, causando numerosas víctimas y dañando por lo menos un 90% de los edificios de Port Vila, capital del país.
Según las estimaciones de las Naciones Unidas, el ciclón, con vientos de categoría 5 (hasta 270 kilómetros por hora), causó 24 muertos y dejó sin hogar a 3.300 personas.
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El presidente del país, Baldwin Lonsdale, pidió ayuda a la comunidad internacional para "reconstruir todo" en Vanuatu y agregó que "las necesidades humanitarias son inmediatas".
Este domingo, el Ministerio de Emergencias ruso completó la operación de ayuda al pueblo de Vanuatu afectado por el ciclón tropical. Dos aviones IL-76 entregaron al archipiélago del Pacífico más de 60 toneladas de alimentos y otros productos de primera necesidad, según la web del Ministerio.
Tuvalu, viviendo con la certeza de que su país se hundirá
Tuvalu es el segundo país con altitud máxima más baja después de las Maldivas, y otro ejemplo de la gran paradoja del cambio climático: las naciones que menos contaminación generan son las que más sufren sus consecuencias.
Por esa razón entre las principales prioridades internacionales para Vanuatu está la toma de conciencia del calentamiento global y la subida del nivel del mar. No es de extrañar, por lo tanto, que el país sea un firme defensor de la ratificación y aplicación del Protocolo de Kioto.
Tuvalu, ubicado en el océano Pacífico cerca de Kiribati, Samoa y Fiyi, consta de cuatro arrecifes de coral y cinco atolones, y su población es de poco más de 11.000 personas.
Casi el 45% de sus habitantes tuvieron que desplazarse por el ciclón Pam, según informó el primer ministro del país, Enele Sopoaga. Y en 1997, tres ciclones arrasaron casi el 7% de la masa terrestre del país, según estimaciones de la ONU.
"La mayoría de los habitantes de Tuvalu tiene el concepto de que un día Tuvalu se irá bajo el agua", cita 'Bloomberg' a Afa'ese Manoa, activista que dejó Tuvalu en 1989 y ahora vive en Auckland, Nueva Zelanda.
Entre otros muchos...
Tuvalu, Vanuatu, Kiribati son solo algunos de los países insulares que se enfrentan a la amenaza de la desaparición por culpa del calentamiento global.
Preocupados por los desafíos comunes, los pequeños países insulares y costeros de baja altitud crearon en 1990 la Alianza de Pequeños Estados Insulares (AOSIS, por sus siglas en inglés), cuyo objetivo principal es consolidar las voces que alertan de los riesgos del cambio climático. En la actualidad, la coalición consta de 39 Estados miembros y cinco observadores.
De los fenómenos climáticos a los problemas demográficos
Los desastres naturales que sufren las pequeñas islas provocan serios desafíos demográficos.
A menudo, los habitantes de estos países se ven obligados a abandonar sus hogares y trasladarse a islas mayores, lo cual, a su vez, conlleva una mayor competencia por los puestos de trabajo y una mayor carga en la infraestructura. Las grandes ciudades sufren escasez de agua potable, exceso de residuos y superpoblación.
Así, la densidad de población de la capital de Kiribati, Tarawa, es comparable a la densidad de población de Londres: alrededor de cinco mil personas por kilómetro cuadrado.
Muchos representantes de las naciones del Pacífico desean mudarse al continente —Australia o Nueva Zelanda— pero no siempre son bienvenidos, ya que legalmente el estatus de 'refugiado por razones climáticas' no existe.
Mientras tanto, el problema se vuelve cada vez más visible. John Campbell, geógrafo de la Universidad de Waikato, Nueva Zelanda, calcula que hasta 1,7 millones de personas en la región del Pacífico podrían convertirse en refugiados por el cambio climático para 2050. La Organización Internacional para las Migraciones sitúa la cifra global en alrededor de 200 millones, según 'Bloomberg'.
Nueva Zelanda ya es el hogar de una de las mayores comunidades de las islas del Pacífico, que representa el 7% de la población total del país. En Auckland, donde los supermercados venden alimentos insulares como el taro y el árbol del pan, uno de cada cinco ciudadanos será de ascendencia del Pacífico para 2043, según las previsiones del concejo municipal. Por su parte, Australia es el mayor donante de ayuda y socio comercial de la región.
Refugiados climáticos, ¿la futura realidad social?
Aunque por el momento el estatus de 'refugiado por razones climáticas' no existe, en el futuro esta situación podría cambiar, ya que algunos isleños están dispuestos a 'pelear' por este derecho hasta en los tribunales internacionales.
Así, en octubre de 2013 el kiribatiano Ioane Teitiota pidió asilo climático en Nueva Zelanda. Trató de convencer a las autoridades neozelandesas de que su país se muere, se ahoga, y temía por el futuro de sus hijos.
"Me preocupa nuestro futuro, nuestros hijos", sostiene Teitiota. La gente en Kiribati "está preocupada por su vida", agrega.
Si se hubiera aceptado su petición, Teitiota se habría convertido en el primer refugiado climático del mundo. Pero el Tribunal de Inmigración de Nueva Zelanda desestimó su solicitud con la siguiente explicación: "En realidad, toda la población de Kiribati se ve obligada a hacer frente a la degradación del medio ambiente".
Después, la reclamación de Teitiota fue rechazada por el Tribunal Supremo y el Tribunal de Apelación. Sin embargo, el hombre dice que no se va a quedar de brazos cruzados, y su abogado está preparado para llevar su caso al Comité de Derechos Humanos de la ONU, si los demás medios fallan.
Durante los últimos 20 años, Nueva Zelanda y Australia han rechazado al menos 17 solicitudes de ciudadanos de las islas del Pacífico que pedían la condición de refugiados por el cambio climático.
Si bien ninguna petición ha tenido éxito de momento, el tema del cambio climático ocupó un lugar destacado en un proceso del año pasado en el que una familia de Tuvalu logró apelar su deportación de Nueva Zelanda por razones humanitarias.
A pesar de que la motivacón principal de la decisión fue que la mayor parte de los parientes de la unidad familiar vivían en Nueva Zelanda, el impacto del cambio climático en la capacidad de la familia para llevar una "vida segura y satisfactoria" en Tuvalu también ocupó un lugar destacado, sobre todo en lo relacionado con los dos niños pequeños del nucleo familiar.
Fue posiblemente el primer proceso en el que el argumento del cambio climático pesó a favor del demandante de asilo.
Su'a William Sio, portavoz del Partido Laborista de Nueva Zelanda sobre Asuntos del Pacífico, se mudó desde Samoa cuando era niño. Dice que los electores plantean con frecuencia el tema del desplazamiento por el cambio climático. "Esto es real, está sucediendo ahora", manifiesta Sio.