Sin poner en duda el lugar de Jobs en la historia, el nuevo documental 'Steve Jobs: The Man in the Machine' ('Steve Jobs: el hombre en la máquina') argumenta que tanto el propio empresario como el público merecen algo más que una biografía simplificada y llena de elogios.
Bajo el lema 'Audaz. Brillante. Brutal', Alex Gibney defiende que todos los indiscutibles méritos de Jobs no significan que no haya podido ser una persona terrible.
Así, según recoge un artículo de la revista 'The Atlantic', Jobs aparcaba su Mercedes en lugares para los discapacitados; abandonó a la madre de su hija antes de que diera a luz y no reconoció su paternidad hasta que fue demostrada en un juicio; traicionó a los compañeros que dejaron de serle útiles e hizo llorar a los que todavía lo eran.
"No solo era un imbécil, en ocasiones e inofensivamente, sino un matón y un tirano", resume la publicación.
No sabía lo que era la conexión real, por lo que creó otra forma de conexión
Muchas de estas situaciones están documentadas, tanto en entradas de blog durante su vida como después de su muerte, tanto en las biografías oficiales como en las no autorizadas, además de la película 'Jobs', basada en su vida y estrenada en EE.UU. en 2013.
Sin embargo, mucha gente suele minimizar estos defectos, mientras que otros los consideran un mal necesario en un genio raro o incluso los utilizan para idealizarlo aún más.
El documental de Gibney rechaza estas excusas para realizar un análisis profundo e independiente del carácter y, sobre todo, de los defectos de Jobs. Lo hace mediante entrevistas tanto a los admiradores como a los críticos del empresario, incluidos sus antiguos jefes, examigos, exnovias y exempleados.
"No era un buen tipo"; "Esta gobernado por una especie de caos"; "No sabía lo que era la conexión real, por lo que creó otra forma de conexión", son algunas de las declaraciones más neutrales de los entrevistados.
"Cada resumen, cada persona, es un recordatorio de los sacrificios que Jobs impuso a sus compañeros, los seres humanos en nombre de la conexión humana", reza el artículo de 'The Atlantic', citando las palabras de Alex Gibney: "¿Cómo hay que ser de gilipollas para tener éxito?".